La ecuación de la esperanza

Invierno.- Fotografía de Alfredo García ÁlvarezPrimavera.- Foto de Alfredo García Álvarez

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Duerme la tarde en el jardín silente;
entre rumores de agua de verano
sueñan horas del aire que, serrano,
da apacible frescor al sol ardiente.

He llegado hasta el borde de esta fuente
de la edad, pretendiendo siempre en vano
alcanzar su frescura con mi mano
o que deje sus besos en mi frente.

Quizás será el otoño la ternura
de cantarines sones desvestida
y en colores mostrada su hermosura;

O amor será, tal vez, la noche obscura
del invierno que en nieves dé a la vida
la vida en primaveras de agua pura.

González Alonso

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Verano.- Foto de Alfredo García ÁlvarezOtoño.- Foto de Alfredo García Álvarez

12 comentarios en “La ecuación de la esperanza

  1. Estimado Julio:
    Realmente el poema da para mucho. No puede ser de otra forma, siendo quien es su creador. Me parece interesantísimo el dialogo que mantenéis sobre el tiempo y su devenir. Las razones son obvias según tú sabes. Pero he de resaltar la alta estima que tengo de este tipo de comentarios, de tan alta enjundia y sabio conocimiento. Siempre es un honor y un placer leerte. A tu increíble sensibilidad, siempre unes una nota de la inteligencia, hoy representada por las ecuaciones y la esperanza, que me conmueven y hace cabalgar mis neuronas en pos de la belleza, que es quizás una de las manifestaciones más interesantes del pensamiento humano.
    Mi Enhorabuena y mi agradecimiento por este buen hacer.
    Un abrazo y salud.

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    • Amigo Perfecto:
      Comparto contigo la opinión de que los comentarios que dejais a pie de cada entrega son lo realmente sustancioso y me honro de servir de excusa con los versos para poder disfrutar y aprender leyendo dichos comentarios. Como bien sabes y subrayas a través de tu trabajo en la poesía, el objetivo es la búsqueda de la belleza y despertar algo del pálpito de la emoción que atesora. Tal vez se debiera, si no definir, al menos determinar los imprecisos límites de lo que podemos considerar bello, para no confundirlo con la simple apariencia armoniosa de las cosas, la juventud o la flor en primavera, y alargar su influencia al caos y el orden implicado en fenómenos y situaciones que escapan a los parámetros establecidos, llegar hasta la fruta madura, la mirada en los ojos de la vejez, el dolor de la herida de la guerra o cualquier género de violencia, para alcanzar el lado humano que nos hace sentir bien, seguros, amados. No sé, pienso que sería un tema el cual nos llevaría unas largas horas de debate que imagino apaciblamente vividas en una tarde granadina de ocaso y puesta de sol impagable, tras una jarra de vino y un salmorejo, unas lonchas de jamón de Trevelez o unas migas alpujarreñas. Y como la imagen me parece soberbia, me pierdo en la ensoñación de la misma y dejo con ella el posible contenido y desarrollo de la discusión sobre la belleza, si te parece. Muchas gracias, y nunca me cansaré de repetirlo, por tu presencia en este espacio. Con un abrazo de nuevo año.
      Salud.

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    • Antonio, muchas gracias por compartir estas letras y comentarios. Las imágenes son de La Pola de Gordón, realizadas por Alfredo G. Álvarez. Y sí, vamos a pensar que el primo será generoso con todos nosotros. Así lo deseo también para ti y los tuyos.
      Salud

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  2. Querido Julio.
    A punto de finalizar el año, nos obsequias con un soneto estacional que titulas «La ecuación de la esperanza». Como seguramente sabrás toda ecuación tiene una incógnita por resolver, las hay de primer grado, de segundo grado, resolubles, irresolubles,…
    La tuya es un soneto-ecuación que a mí me han sugerido muchos significados: la vida, el tiempo,…
    Es curiosa la relación que estableces entre la primera estrofa del soneto y el verano; la tercera con el otoño; la cuarta con el invierno y una incipiente primavera; y la segunda estrofa ¿ cuál es su correspondencia? Aquí puede estar la incognita de la ecuación, que tú la haces explícita y en vez de buscarla el lector, eres tú( Julio) el que tienes que encontrarla y despejarla. Seguro que lo harás, tienes toda un vida para ello.
    Julio,Feliz 2011, que por cierto es primo
    Santi

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    • ¡Ay, las ecuaciones! Después de tu análisis del soneto, evidentemente la incógnita es el tiempo que trae la vida o la vida que nos trae el tiempo (no estoy muy seguro de la diferencia), al borde de una edad que sitúo en el otoño. De ahí que usando las imágenes de Alfredo G. Álvarez sobre las estaciones en los paisajes de infancia de La Pola de Gordón, haya situado el invierno, primero, seguido de la incipiente primavera que alumbra entre los pinares, después. ¿Por qué suponer siempre el orden primavera-verano-otoño-invierno? En este orden circular no hay comienzo ni fin. Tú, que sabes de esto, me dirás dónde podemos considerar el comienzo de una circunferencia. De todos modos, dados mis escasos conocimientos matemáticos, yo diría que esta ecuación no pasa de ser de primer grado con una incógnita y resoluble, claro. Porque todos los datos que nos da la vida nos conducen a la incógnita de la muerte. Sólo que intuida, más que en el frío y yermo invierno, en ese albor de la primavera tendida en los pastizales y el oripié de los montes. Pero esto ya no sé si tiene encaje en las matemáticas. Bueno, en esta ecuación poética, creo que sí. Pero, como he dicho, en este campo sólo me cabe reconocer tu autoridad, no la intuición desplegada en el soneto.

      Cada día estoy más convencido de la necesidad de abrir esta bitácora a comentarios y reflexiones como las que me haces llegar; comentarios que con mayor o menor extensión ofrecieran otros puntos de vista, otras miradas, con nombre y apellido y sensibilidad propia, a los posibles lectores. Sería algo así como abrir otra página en la que poder contar con esos escritos. No sé qué te parecerá, ni siquiera si encontraría colaboración, pero…

      De momento, mirando hacia el año que se nos ofrece en forma de número primo, recibe un abrazo junto con el deseo de que veas cumplidas tus esperanzas, con ecuación o sin ella.

      Salud

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      • Estimado Julio:
        Me gustan mucho tus respuestas, creo que abres con ellas un nuevo espacio temporal, alargando el sentido de tus escritos.
        !Ah! siempre caemos en el tiempo,en la vida, en …
        Al hablar del tiempo, estamos utilizando una palabra que admite al menos una doble interpretación; el tiempo cosmológico (que miden los relojes) y el tiempo del hombre o comunmente llamado tiempo antropológico.
        Desde luego, hay que señalar que el tiempo antropológico es propio de la especie humana, es el hombre desde su conciencia el que tiene un modo específico de vivir el tiempo. Durante siglos los filósofos se han preocupado por este asunto; pero, hasta el siglo XX este problema no ha sido resuelto (?). El sentido del tiempo corre parejo a la búsqueda del sentido de la vida, que cusiosamente se fue perdiendo tanto en la corriente racionalista (de Descartes) como la idealista (de Hegel).
        Curiosamente, las dos concepciones del tiempo se podrían ilustrar dentro del vivir del hombre, mediante dos palabras: madurar y envejecer.
        Envejecer tiene, para muchos, un significado negativo ya que el paso del tiempo es vivido como derrota, de asunto inevitable y que nos acerca a un fin. Mientras que, madurar, tiene para esos mismos, un significado positivo: tiene que ver con el crecimiento, con alcanzar la plenitud, con el sentido de la vida Sin embargo, tanto envejecer como madurar son aspectos cronológicos en nuestra vida.
        Dices que: «Porque todos los datos que nos da la vida nos conducen a la incógnita de la muerte». Esta es desde luego, una manera de interpretar los hechos, hay otra más posibilista (menos fatídica) » Todos los datos que nos da la vida nos conducen a la madurez». Como ves , nuevamente los dos extremos se dan la mano y caminan juntos: madurez y envejecimiento, no hay uno sin otro. Hay que envejecer para madurar.
        Los poetas sois capaces de modular el tiempo, hacerlo maleable e introducir conceptos y términos que nos elevan a otras dimensiones.
        Gracias, nuevamente, Julio.
        Un abrazo
        Santi

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      • Muy oportunas las matizaciones sobre el concepto del tiempo, Santiago. Aparte de la fórmula matemática que lo define, pienso que cuando le dices a alguien: ¡por tí no pasa el tiempo!, nos referimos a que lo vemos igual que la última vez. O sea, que las modificaciones que observamos en las cosas vienen a ser una manera de entender el concepto tiempo. Otras cuestiones, ¿hay tiempo en la eternidad? Bueno, esto para otro rato…
        Gracias, siempre.
        Salud

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