Lejos queda León

La Valcueva y Palazuelo (León)

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Ay, lejos queda de León la suerte
y ausente el alma para sí suspira,
que no basta escribir cuanto te inspira
para acallar la pena de no verte.

Si grande fue la dicha de tenerte
y sueño el aire que tu luz respira,
ya no es menor la angustia en que se mira
esta ausencia y el miedo de perderte.

Asentado a la orilla del camino
miro lejos y llega al horizonte
con la mirada un sueño peregrino

que alcanza de tus tierras el destino
hecho valle, genciana, río, monte
y el calor de tus gentes y tu vino.

González Alonso

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Estos versos van desde aquí dedicados a mi prima Flory González, con el deseo de que le gusten y en el convencimiento de compartir esa dulce añoranza de la tierrina que nutrió nuestra infancia. Con cariño.

18 comentarios en “Lejos queda León

  1. Amigo y Poeta Julio… tremendo soneto que nos compartes, solamente leo y disfruto de la calidad de tu pluma en esta magnífica inspiración… Gracias por hacerlo asi de simple y entregado… Un abrazo hasta alli.

    Juan José

    PD: Te dejé un privado en Poetas Universales.

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    • Amigo Juan José:

      Las gracias te las debo yo a ti. He leído en tu correo privado cómo me harás llegar un ejemplar de tu última publicación; un detalle más que generoso por tu parte que recibo con mucha alegría. Un abrazo desde esta orilla del Atlántico.
      Salud

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  2. Hola Julio! que poesía, que soneto cargado de la tierrina, me ha encantado…y es que LEÓN, es mucho LEÓN, a ver si comienza a rugir con fuerza que ya es hora, eso sólo depende de los que habitamos en esta tierra… y de los que sin habitarla la quereis tanto….asi es un trabajo de todos, tú ya pones tu grandisimo granito de arena. Mil Gracias y un placer encontrar también por aquí a Santiago Fernández que me ha emocionado con lo que dice, ya que yo siendo de Ciñera estoy en La Robla y su comentario está lleno de esta comarca.

    abrazotedecisivo de domingo

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    • Amiga Sara, siempre resulta muy grata tu visita a este espacio. Me alegra que, por estas circunstancias, hayas tenido ocasión de conocer a Santiago Fernández quien, de verdad, escribe muy bien y transmite toda la emoción de sus vivencias además de aplicar siempre una visión peculiar, más observadora y analítica, a las cosas, tal vez por influencia de su profesión de matemático.
      El poema -creo que te pasó desapercibido- te lo había dejado como primicia en uno de los comentarios que escribí en tu bitácora Momentos Decisivos. Ahora lo has encontrado aquí y dedicado a mi prima Flory, que me ha hecho mucha ilusión saber que lee las propuestas que voy dejando y que le agradezco muchísimo.
      Con un abrazo.
      Salud

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    • Agradecido, Ramón. Nos conocemos y habitualmente nos leemos en los foros, pero hacerlo en un espacio tan personal como es un cuaderno, cobra otro sentido. La obra se hace mucho más personal. Por eso, como sabes, te sigo en tu cuaderno y te he enlazado aquí para que quien lo desee tenga la oportunidad de conocer tus más que excelentes trabajos. Con un abrazo.
      Salud

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    • Amigo Perfecto:
      Una alegría encontrar tus palabras sobrevolando estos versos. Tú sabes bien de paisajes y paisanajes que desde el alma andaluza almeriense proyectas al mundo en distintas formas de entender ese mundo y el tiempo. Desde esa perspectiva, agradezco tu elogio de este soneto localista, pero universal en cuanto al sentimiento, pudiendo ser ubicado en cualquier espacio geográfico. Gracias y un abrazo.
      Salud

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  3. Querido primo, que sorpresa tan agradable ,me siento afortunada de tu dedicatoria y me llega al alma , un gesto para no olvidar .
    Decirte que el verso te ha quedado precioso , es para quitarse el sombrero ,es decir digno de admiración , mejor imposible , si, si me ha gustado mucho, esas tierras , esos valles esas gentes…… no puedo decir otra cosa que gracias y gracias por tu generosidad de compartirlo con los demás .
    Me siento feliz de poder leerte y asi lo seguiré haciendo siempre que pueda , a veces en silencio otras con un comentario tímido , pero seguiré tu obra porque he descubierto tu talento y además la familia no es hoy , no es mañana , no fue ayer , la familia es siempre .
    Gracias de todo corazón .
    Con un abrazo .

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    • Querida prima Flory:
      Para mí es una suerte haberte descubierto en esta bitácora, y una felicidad poder contar con tus lecturas y comentarios. Me siento muy bien acompañado en esta experiencia de ir dejando algunas de las cosas en las que entretuve y entretengo el tiempo, aunque nunca con ninguna otra pretensión que la del disfrute personal y compartir con quienes lo deseen.
      Creo que el poema, dado que ambos estamos apartados de nuestra tierrina porque la vida es así, te corresponde más que a nadie de cuantos tienen la gentileza de escribir aquí. Para mí ha resultado un placer encontrar la ocasión de dedicártelo. Otra vez gracias. Con un abrazo.
      Salud

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  4. ¡Ay amigo Julio qué bien lo describes y qué nudo se pone en la garganta!
    Estuve el sábado en La Pola, ya se va apagando el color ocre, brotando
    la nueva vida en el campo y ese olor…
    Tú lo dices mucho mejor que yo.
    Un abrazo

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    • Amigo Eloy, dices que yo lo digo mejor y no es cierto, el contenido de tu comentario es pura poesía; yo, a lo más, pongo las cosas de una forma más convencional según los cánones de la métrica, pero eso no es imprescindible para hacer un poema que, además, sea poesía. A mí me has contagiado tú las ganas de respirar ese aire que dejas en puntos suspensivos y sorprenderme con los árboles ya verdecidos de vida. Con un abrazo.
      Salud

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  5. ¡Qué preciosidad! Métrica, sentimientos, foto y firma…
    ¡Qué grande eres! Poder encerrar este sueño de «peregrino» en unos pocos versos de soneto, que empiezan con un ¡Ay! y acaban en cadencia.

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    • Gracias, Paco. La verdad es que, como en todo, también hay algo de oficio en esto de componer con métrica. Tú lo comprenderás bien puesto que tu arte se deja expresar a través de la música donde la inspiración se acompaña del conocimiento de la técnica. Gracias por tu más que amable comentario. Con un abrazo.
      Salud

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  6. Gracias querido amigo Julio:
    Como te dije en otra ocasión, yo pasé unos veinte extensos veranos en un pueblo de León cercano al tuyo, se llama la Robla.
    Este soneto tan MARAVILLOSO y expresivo me ha hecho recordar nuevamente mis andanzas veraniegas. Para mí la Robla era una sucia y negra ciudad, pero salpicada por hombres y mujeres extraordinarios: ferroviarios, mineros,… recuerdo también al panadero, al lechero y a mis amigos.
    Durante años, tuve una cierta confusión con el nombre del ferrocarril (que como sabes se llamaba de la Robla- Bilbao) y la ciudad; no sabía muy bien si el ferrocarril se llamaba así por el nombre del pueblo o al revés. Toda mi familia era ferroviaria y para mí el tren hullero(así le llamaba mi padre) era el centro del mundo; un mundo reducido, que como mucho se extendía en alguna ocasión hasta León.

    Recuerdo sobre todo las montañas carcomidas y hasta horadadas, el famoso pozo de Santa Lucía que todas las mañanas tragaba a decenas de mineros y los vomitaba por la tarde, ennegrecidos, cansados y posiblemente aturdidos, las aguas frías del río, los caminos polvorientos de carbonilla, a mi abuela recluida en una casa que temblaba cada vez que pasaba un tren, en este caso de la Renfe.
    Dices que quedan lejos estos recuerdos, y sin embargo – en mi caso- que profundos están.
    Este magnífico soneto, tan bien escrito, y tan musical ha sido capaz de transportarme a aquelos felices e ingenuos días; en los que, sin saberlo, estaba creando mi andamiaje vital. Gracias Julio !qué delicia leerte!
    Tu amigo
    Santi

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    • Amigo Santi:

      Me encantan tus evocaciones del ambiente de La Robla de los años 50 y 60, tan imbricados en el carbón y los ferrocarriles; porque, como bien dices, en La Robla confluían dos líneas férreas, la de Renfe o de vía ancha y la del hullero, tren de Matallana, tren de La Robla, de vía estrecha. Recuerdo, por los años que cuentas, llegar desde La Pola en el tren de Renfe para hacer transbordo y coger el hullero hasta Matallana, donde vivía parte de mi familia, en Palazuelo de La Valcueva y La Valcueva. Asomarse a la ventanilla de aquellos trenes traqueteantes de madera para sentir la carbonilla mezclada con el vapor de la locomotora; incluso – ¡qué cosas!- aseguraban que respirar esa mezcla era buena para la salud. No sé para qué salud, pero así era. De Santa Lucía, qué te voy a contar, fue lugar a donde llegaron al tajo muchos compañeros de escuela y donde mi padre trabajó hasta su jubilación. Yo nunca entré en la mina. Una vez me acerqué y vi aquel agujero negro que engullía hombres y vagonetas y decidí que no quería formar parte de aquella historia. La verdad es que me impresionó.
      Siempre gracias. Con un abrazo.
      Salud

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