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En corro de aluches
la tarde se adentra;
se alargan en sombras los chopos;
enrojece el sol
en los tapiales
y, de pronto,
estalla la tormenta.
Agua a cántaros de un cielo hecho de fuego
levanta el polvo de la era; se extiende por un aire
de espadañas
el húmedo olor
a tierra
y las manos y los labios buscan manos
y labios, buscan los cuerpos
cuerpos
en que amarse
bajo el manto silencioso de la noche
y las estrellas.
Orillas de los ríos
croan las ranas;
los juncos se cimbrean,
ay,
por las veredas.
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González Alonso
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Nota.- Los aluches son los corros de lucha leonesa. Tradicionalmente se celebran en los veranos durante las fiestas de los pueblos. En medio de un corro formado por los espectadores, los luchadores, descalzos sobre la hierba de las eras, se enganchan a gruesos cintos con ambas manos. El que consigue derribar al otro sin soltarse del cinto, gana. Puede ser una caída entera (de espaldas) o media caída (de costado). Las diferentes mañas de la lucha tienen sus nombres: cadrilada, gocha, zancadilla, tres pies, mediana… Los aluches se celebran al caer la tarde y duran hasta el anochecer. Cada mozo va desafiando a todos los demás y el último que queda sobre la hierba, gana. Esta lucha dio nombre al barrio de Aluche en Madrid, probablemente por el número de leoneses que vivían en él y por practicarla en determinadas celebraciones.
… con tus aguas de agosto me has transportado en pleno a este mi pueblín en el que las tormentas detentan fama merecida y las ranas siempre croaron tanto de lejos como de cerca; ¡ qué habilidad poética la tuya, amigo, es admirable… ! Orión
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Se nota que compartimos raíces, experiencias y afinidades culturales, Antonio. Un abrazo agradecido por tu presencia en estas aguas cantarinas de ranas. Salud.
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A veces creo que ser feliz consiste en vivir sin saber que lo eres, en esa sensación de no haber vivido, en esos días que no recuerdas pero que, de pronto, mucho después, en un poema, como el tuyo Julio, o en un detalle, te vuelve todo como una caricia. Oh. Sí. La felicidad está en el recuerdo.
Un abrazo
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Tal vez de ahí la necesidad de atesorar buenos recuerdos para cuando uno sea viejecito… Sí, las experiencias de hoy van acumulándose en el saco de la memoria; de ella extraemos vivencias, experiencias y enseñanzas que nos ayudan a afrontar los retos del día a día y que nos animan a construir ideales de futuro.
Un placer encontrar tus palabras mojándose en estas aguas veraniegas de agosto, Rubén. Con un abrazo.
Salud.
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… si de Aluches se habla: 23 años; me encontraba muy circunstancialmente en Veguellina de Órbigo; coincidimos varios hombres, entre ellos, uno de quien dijeron y felicitaron y admiraron porque era campeón provincial de lucha leonesa; y entre dime y no dime, tuve que luchar con él, cara a cara, remangados; ¿ creerás, hermano Julio, que lo cogí en el aire como una pluma, lo volteé a capricho totalmente de espaldas, que caí sobre él y de allí ya no se pudo mover…? De muchachos, yo era el campeón de lucha cuerpo a cuerpo de mi barrio; y ahora ese recuerdo ha vuelto a mí; tu poema es fantástico, querido amigo; no importa el mes y su singularidad, la chispa divina siempre está dispuesta y atenta; un abrazo muy fuerte; Orión
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Una grata sorpresa tu experiencia con la lucha leonesa. Para ser novato, por lo que cuentas, fuerza y maña no te faltaban. Nunca practiqué la lucha, aunque -como explicas- de guajes sí peleábamos «a tirar» al suelo y se hacían desafíos y corros. Éramos, en bruto, el espíritu de la lucha que luego no practicamos. Pero sí me ha gustado siempre asistir a los corros de aluches por el verano. En los últimos años no ha podido ser, pero es una costumbre que espero recuperar.
Espero que el verano te esté resultando grato allá donde estés, orillas del Cantábrico o mar adentro de Zamora. Con un abrazo.
Salud.
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Bueno: una delicia. Me encanta ese ritmo casi de corro infantil, que te recorre al leerlo. Ay, la era, la trilla en las tardecitas… los bailes de las fiestas en la plaza… El sabor de las cosas esenciales…
Un abrazo
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Uno no puede ni debe despegarse del todo de una época, difícil pero bella, que ocupamos con nuestros años más jóvenes. Estos poemitas tratan de evocar ese tiempo, memoria para nosotros y sólo fotografía en papel o en palabras para nuestros hijos.
Te agradezco la proximidad y calidez de tu comentario, Soco. Con un abrazo.
Salud.
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Con un cordial abrazo, vamos con las aguas de agosto…
Festejando va la aldea
pelea,
en noble lid sin mamporros
en corros,
y, en sus vítores escuches
de aluches,
de sus cintos, sus estuches
son gocha, tres pies, mediana
zancadilla, que en lucha sana
pelea en corros de aluches.
Cuando el aire se calienta
tormenta,
al sofoco de batalla
que estalla,
para refrescar el juego
en fuego,
para dar paso al sosiego,
y, el húmedo olor a tierra
de negro, al cielo lo encierra
tormenta que estalla en fuego.
Los cuerpos dejan sus huellas
estrellas,
ay, donde el beso y la flor
amor
en veloces albedríos
y ríos
consuman sus amoríos
y en juncal, croar de ranas
junto a veredas arcanas
estrellas, amor y ríos.
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El maestro del ovillejo y -como bien contó el compañero Víctor Mallada en las jornadas de Madrid- el apasionado de un arte tan arrinconado, como la métrica, en estos tiempos. Víctor Mallada cantó una de tus letras y yo tuve la sensación de algo cálido y muy próximo, agradeciendo tu generosidad en versos.
Hoy, como ya nos tienes acostumbrados, vienes a dar la vuelta a mi poemita como un calcetín para contarlo en esta estrofa que tanto nos gusta, y yo sólo puedo decirte, una vez más, muchas gracias, amigo Quinteño. Con un abrazo.
Salud.
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cuando era nena solíamos ir a la era de noche a ver el cielo y contar historias con la familia
cuanta nostalgia me ha traído esa palabra
tu poema es un primor, dulce y soleado como esas pajillas regadas después de la trilla
estos versos son deliciosos
y las manos y los labios buscan manos
y labios, buscan los cuerpos
cuerpos
en que amarse
bajo el manto silencioso de la noche
y las estrellas
felicitaciones Julio
abrazos
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Una alegría recibir y leer un comentario tan amable, Elisa. Por entre las sensaciones primeras de la infancia andan estos versos, que luego -adolescentes- serán sueños y experiencias todas nuevas a las puertas de un mundo de adultos. Siempre nos asomaremos a los ojos de la noche con aquellas miradas. Muchas gracias. Un abrazo y salud.
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¡Qué hermoso poema, Julio! Un abrazo.
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Me alegra enormemente que te parezcan hermosos estos versos, Julie. Siempre gracias. Con un abrazo y salud.
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