Los naranjos de Íllar

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Los naranjos de Íllar

En el mediodía y la tarde de junio
y la hospitalidad del poeta Perfecto Herrera en su casita de Íllar

Con sus picos
los pájaros limpiaban las migas de la mesa
y llegaba entonces la muerte pequeña
de la tarde
allá en su casa de
limoneros y naranjos
como siesta recostada en el agua de las laderas,
como agua fresca en las raíces del nogal,
domeñada en las superficies de los espejos del cielo de las balsas.

Las horas son sombra de junio asomándose al valle
y el pueblo en el altozano. Aromas de higueras y azahar
prefumaban las palabras
y las agrestes cumbres, roquedales ardiendo en rojos
todo en torno, todo arriba y seco sol
de aquietado desierto.

Es entonces cuando los ojos se llenan con miradas claras
de atardecer y brisa
y hay como un rumor lejano que ilumina
olas en las orillas de las playas; y como un aire de huerta
y verso
sobrevolando los tejados en Bentarique, los présules
y flores perfumadas de Íllar,
canto que rueda en aguas del Andárax,
alpujarra asomada a las alturas del frío
por las cumbres de Sierra Nevada

y en sus picos, los pájaros,
lo anunciaban.

Julio G. Alonso

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18 comentarios en “Los naranjos de Íllar

  1. Una mezcla de placidez y belleza al acabar de leerlo, Julio. El libro días de quimio y rosas se me agotó enseguida. Ya tengo nueva edición. El día 28 lo presento con la asociación del cáncer en Ibercaja portales de Logroño. Mándame tu dirección a mi correo rubénlapuente@gmail.com

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    • Está bien poder ser, tener el privilegio de ser, cronista de vivencias tan singulares, emotivas y cargadas de profunda humanidad. La escritura es algo que nace naturalmente al hilo de la experiencia. Gracias, amigo Antonio. Con un abrazo.
      Salud.

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  2. Querido Julio:
    Sencillamente hermoso, placentero, arrobante.
    Hermoso paraje; bella vista y exquisita sobremesa. ¿Se puede pedir algo más?
    Amante de las cosas que sublevan los sentidos, me sumo al regocijo de tu vida grata, rica en nostalgia que llega desde el otro continente.
    ¡Tus palabras, luces aladas que escapan por doquier, arroban mis sentidos y me invitan a brindar bajo la misma copa del árbol que los cobija!
    Un abrazo inmenso:
    Arturo

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    • Amigo Arturo:
      Te preguntas si puede pedirse más a la vista de paisaje y sobremesa. Cuando se es feliz, nada más se puede pedir; solamente cabe el agradecimiento por la vida que pone ante ti tanto regalo. Grata compañía, generosa naturaleza preñada de violentos contrastes, mesa bien servida, conversación amable. ¿No es justo reconocer lo bello? Así como la experiencia se nutre de sinsabores, y lo contamos, también la felicidad que nos regala hay que contarla, porque es posible y porque, casi siempre, no hacen falta grandes fortunas, enormes e injustas riquezas (nadie es rico sin robar), palacios deslumbrantes, gentes sin número a nuestro alrededor… y basta el agua que mana sencilla de la fuente, la sombra del limonero, el vino fresco del amigo, la compañía sosegada y amable, el cálido silencio de la tarde, la risa que brota con naturalidad, la confidencia, la tertulia, la hospitalidad. Y estas cosas son iguales en todos los continentes. Hace un año, por estas fechas, recorríamos las tierras americanas de Argentina, Bolivia, Chile… y hubo momentos tan gratos como el vivido en Íllar. Donde hay seres humanos, hay felicidad.
      Gracias por tu apasionado y sincero comentario, que me llena también de felicidad. Con un abrazo hasta el inmenso México.
      Salud.

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  3. Llegan desde las palabras los aromas, sonidos y colores de ese paisaje intenso del verano mediterráneo.
    Si hay algo tan bueno como un encuentro feliz es la posibilidad de revivirlo en el recuerdo y, además, el lujo de poder participar de ello a través de la belleza escrita. Un placer venir a tu bitácora.
    Un abrazo.
    Pepa

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    • Pues lo veo tal y como lo describes. Las palabras -al igual que las imágenes- hacen posible revivir los mejores momentos y el placer añadido de poderlos compartir con los amigos. Gracias por tu paso, siempre fecundo y grato. Con un abrazo.
      Salud.

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    • Ya sabes, Raúl, que hay momentos compartidos que nos gustaría que no se acabaran nunca. Pero la belleza de las cosas quizas resida en que son efímeras y nos aprestamos a disfrutarlas en el momento para que formen parte de los buenos recuerdos. El poema transita por esos instantes que se viven, se sienten, se disfrutan y luego se escriben. Gracias por tu presencia. Con un abrazo.
      Salud.

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  4. Amigo Julio,
    Qué bello poema, plagado de pensamientos profundos:
    «y llegaba entonces la muerte pequeña
    de la tarde»
    «Es entonces cuando los ojos se llenan con miradas claras
    de atardecer y brisa»
    Has sabido recrear mediante esta poesía un ambiente cálido, perfumado,… qué delicia leerte!
    Perdona Julio no haberme acercado más por tus lares. En ocasiones la vida nos lleva a ocupar nuestro tiempo en cosas «pequeñas».
    Un saludo cariñoso
    Santi

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    • Amigo Santiago, sé que siempre estás cerca y que aceptas compartir estas expresiones que pretenden ser poéticas dándoles sentido con tus reflexiones y proyectándolas hacia cotas más altas. No sabes cómo te lo agradezco. Pero estar siempre aquí, en los comentarios, también sé que no resulta siempre posible, que otras exigencias te reclaman y necesitan, cosas de mayor envergadura (aunque en tu modestia lo niegues con amabilidad) y trascendencia. Por eso, amigo mío, no te preocupes. Me alegra, después del tiempo, poderte contar entre aquellos que generosa y desinteresadamente están dispuestos a leerme una vez más. Y siempre te lo agradeceré. Con un abrazo.
      Salud.

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  5. Qué decir de este hermoso poema, que hace aún más hermoso el paraje donde pervivo de continuo, y que esa ocasión en que compartí contigo y con los demás amigos un día de poesía y amistad entrañables, fue puro gozo para la memoria. Ya queda tu imagen y presencia entre los limoneros y el agua cuando en él apaciguo el espíritu y me reencuentro con los ecos y las voces que añaden magia a cada rincón y cada flor que nace y luce para recordar que la existencia prosigue imperturbable. Estos versos ya quedaran como parte consustancial de ese paraíso del que tu formarás por siempre parte. Salud, poeta. Salud, amigo.

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    • Primero la luz de Almería, aquella que hace tantos años me cautivó y trajo a sí; luego la naturalidad de las gentes y su trato sabio y amable; después, amigo Perfecto, tu hospitalidad generosa y la de tu compañera Antonia, ese tan saber bien estar y sentirse acogido. Mi capacidad de sorpresa no se agota en los paisajes que te conforman y de los que se nutre -entiendo- la savia de tu poesía. Sigue la curiosidad y la sorpresa, sigue la luz, sigue la magia de Almería.

      Gracias y abrazos. Salud.

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