Las horas de noviembre
Qué ensueños, noviembre, tu nombre evoca
en horas septentrionales hacia el invierno
o en amarillo austral pujantes las retamas
floreciendo.
Tienes sabor de tierra, noviembre,
y de camposanto el tacto frío;
pero la vida infatigable llama
a la puerta de los días
y descubre en los ojos
la extensión jovial de los colores.
Oscurece
al norte,
al norte
el frío en los relojes;
al sur se abre la luz en primavera
y mi corazón va y viene
entre oraciones,
peregrino de un tiempo
que jamás se detiene,
el tiempo
que pasa,
pasa
y vuela
vuela
y no vuelve.
González Alonso
Siempre es un placer pasar por tus horas,
a mi también me sabe a tierra Noviembre
y días que se acortan
y a lecturas nuevas, porque me llegó tu libro,
y al calor de la familia 😉
dichosa de leerte
Un abrazo
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Muchas gracias, Sandra, por acercar las horas de noviembre a la lectura de «Testimonio de la desnudez». Me alegra que ya esté en tus manos y deseo que te acompañe con felicidad. Otra vez gracias y un abrazo.
Salud.
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*Las justas son esas. Las, por segundos de abrazo, apenas intervalo de luz/NorteSur/ a dar noviembres
entre plácido otoño, calipso de primavera…
las horas felices!
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Gracias, Pilar, por esas horas felices al norte y al sur.
Salud.
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Esas justas, intervalo apenas cómplice de un solo pacto de luz, deambulan de abrazo en abrazo Norte a Sur de primaveras/ otoños!
Tan bellísimo, noviembre!
Abrazos
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Nuevamente agradecido, amiga Pilar. Abrazos.
Salud.
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Poesía del tiempo y del espacio, bellamente sentida en tus versos… Un abrazo, Julio.
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Es, ya sabes, un poema más de los que compongo para hacer calendarios que luego regalo a familiares y amigos. En éste de noviembre he querido reflejar las dos realidades climatológicas contrapuestas de las zonas templadas del norte y del sur, aunque tan comunes en sentimientos como son, has apuntado bien, los que acompañan el paso del tiempo. Un abrazo.
Salud.
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