En los huesos

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Llevo en los huesos aire y  frío de infancia,
lo sé; a veces asoma a la memoria
en fotografías congeladas que la nieve reposa
con blancura y silencio, como si el pueblo fuera
luz helada suspendida en el aire; el aire, el aire…
y el frío de la infancia; sí,
lo sé bien. Entonces dejo la brisa entre  los ojos
e impunes las miradas se colman de escarchas
y de agua.

Los ríos, adelante, son rumor quebradizo de hielos en las márgenes,
corriente  oscura y pesada que rueda sobre piedras.
Llevo escrito en los huesos una niñez de inviernos
como negrillos alzados en ramas deshojadas
y es por eso que el alma se retira y  ausenta
y se recoge
en  silencio.

Nadie puede luchar contra un amor tan grande.
Nadie debe ignorar la memoria de sus huesos
y cerrar los párpados dejando que el aliento
bese  el aire sin una sonrisa; acaso
en espiral de sueños el tacto de la nieve

sólo

en la piel del tiempo.

 

 

González Alonso

16 comentarios en “En los huesos

  1. La infancia son nuestros pies, sobre los que estamos construidos. Si estos son amputados, todo lo que somos se derrumba y se mezcla como un triste escombro gris. Tus versos, evocadores y hermosos, nos llevan por el túnel del tiempo a sentir el frío blanco que envuelve y purifica.
    Esa «piel del tiempo» es un hallazgo poético de primer orden
    Siempre un lujo disfrutar tanta belleza.
    Un abrazo

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    • Siempre una alegría, amiga Pepa, encontrar entre las palabras de tus comentarios tu forma particular de leer, interpretar y llegar a lo medular del poema. El que encuentres que éste se acomoda a la intención de acercarnos a la infancia y la memoria de ella y su ambiente grabada en los huesos es un premio para mí. Sobre todo viniendo de una poetisa o poeta (como tiende a decirse hoy día) de tan exquisita sensibilidad. Un abrazo.
      Salud.

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  2. No olvido el frió de la infancia: esa serpiente de cristal en la sangre que me acompaña. El frío me trae la niñez que pasé en Miranda con los miedos de aquel niño, aún ahora, cuando rumorean mis huesos por ese otro frío que nos va envolviendo, sin remedio.
    Un abrazo

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    • Transitamos la misma vida, la que corre pareja a la memoria de una infancia pegada a los huesos, y eso es para siempre, como el frío de la nieve y el de la muerte. Recordarlo es algo que no me parece mal, de ahí el poema, amigo Rubén. Con un abrazo.
      Salud.

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  3. … vengo de mucho más arriba, de mucho más allá; de ahí que tenga acumulado todo tu inmenso e increíble cofre de el mejor tesoro literario, Julio, poeta y amigo; ten a bien recibir, aquí abajo, un oncéano fantástico de cuanto he podido percibir y acumular; gracias por tus – una vez más – lindísimos versos en tan múltiples temas, y por esas resonancias teatrales que nos traes cual buen conocedor de las obras cervantinas y coetáneas. Y ten a bien recibir mi felicitación y buen saludo. Orión

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  4. «La pared del tiempo»
    No debemos olvidarla… yo no la olvido, están en la cal de sus paredes los mejores recuerdos, las mejores vivencias, ya que la cal blanca, muy blanca, se cocía en la calera muy cerquita a mi río y nos apaciguaba el calor y también el frío.
    Un saludo.

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    • Querámoslo o no, siempre seremos fieles a la infancia y sus vivencias; se puede disimular esa realidad, pero es imborrable. Conozco, no obstante, a personas que niegan con el silencio o el resentimiento su origen ; es otra forma de reconocer lo indeleble de su huella y, lo que espeor, sufrirla. Yo prefiero celebrarla.
      Salud.

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  5. Me encanta cómo escribes, cada día más. Tu poesía es acogedora, lírica y muy hermosa. Eres un referente muy inteligente y sensitivo como demuestran estos versos.
    Abrazos
    Pilar

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