La pequeña máquina de cine, de lata
y cartón, verde y antigua, así parada,
posada y quieta en su anaquel de madera
parece más pequeña.
Nadie podría imaginar la magia
de su pequeño chorro de luz de imágenes
mudas
empujadas por una manivela.
Nadie, al mirarla, puede ver la obscuridad
iluminada de la fantasía,
el trozo de tela sobre la pared
recogiendo en su hilo blanco las historias
de Popeye, Cenicienta o los ratones
que metían en la jaula a un enorme león.
Las cosas importantes ocurren en la infancia,
esa llave de la puerta de la vida
que se nos pierde siempre,
y ya sólo nos queda mirar por las ventanas
para advertir el mundo frío fuera
esperando
ausentes,
y al fin poder ver el de dentro,
cálido y discreto,
cuando una pequeña máquina de cine
proyecte su luz
sobre el paño extendido
de nuestra tristeza.
González Alonso
Muy buen poema que hace parecer como si la maquina recobrara vida en la mente del lector.
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Muchas gracias. Al menos, en mi mente, he recreado aquellas experiencias infantiles. Un placer encontrar tu amable comentario en este espacio. Salud.
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Siempre belleza y siempre profundidad. A mí me encanta.
Un abrazo.
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Amigo Pablo, siempre agradezco tu estima por mis versos. Con un abrazo.
Salud.
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Muy bueno…. recuerdo una maquinita similar, cuando era chica… me encantó el verso en el que dices: » la obscuridad iluminada de la fantasía»… Es una muy buena imagen, un gran contrapunto entre lo oscuro y la luz… Saludos para vos 😉
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Muy agradecido, Aquileana, por tu excelente y cálido comentario. Me hace ilusión que hayas compartido la misma ilusión cuando eras niña y haya despertado algunos recuerdos de entonces. Abrazo y salud.
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APLAUSOS https://whatafilmsite.wordpress.com
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Muchas gracias. Salud.
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Cuando fui niña fuimos de vacaciones a Concepción ( sur de Chile), un tío materno tenía esas pasa películas , hoy llamado view master , era mágico , tu poema me ha llevado a través del tiempo a un recuerdo precioso.
Abrazos
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Pues ya ves que yo conservo mi «pasapelículas» de aquellos tiempos; también dispongo de cinco cajitas con las películas que proyectaba. Gracias por compartir este viaje a este recuerdo. Un abrazo.
Salud.
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Nos basta un objeto, una fragancia, un sabor, para que Merlín nos trasporte al mundo del pasado. Es una forma de teletransportación muy eficaz. Precioso final «proyecte su luz sobre el paño extendido de nuestra tristeza» La memoria es el mejor juguete para avivar la nostalgia.
Un grato abrazo querido Julio.
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Un abrazo, Cecilia, y las gracias por extender tu abrazo también a la memoria de la infancia, cuando la magia era tan grande y poderosa que hacía de lo más pequeño lo más grande del mundo.
Salud.
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Nos haces sonreír y los recuerdos florecen como espigas en el campo. Soñábamos y nuestros cuerpos flotaban entre imágenes que no perdio mi corazón… que no está muerto.
Salud.
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Bueno, Antonio, sonrisas y recuerdos son algo que me suena bien. Me alegra que te haya resultado evocador el poema. Salud.
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Es un buen poema, hermoso, entrañable. Y mirando la estantería de la foto y ver la máquina de cine aún me he emocionado más.
Gracias Julio, siempre es un placer leerte.
¡Salud!
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Los recuerdos de infancia están vivos en nuestra memoria. Creo que, al final, la patria de la niñez es la única patria que merece la pena. Gracias siempre, Isabel. ¡Salud!
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…entonces, tener una rudimentaria máquina de cine, nos hacía sentir pequeños dioses. Evocador y tierno.
Gabon, Julio
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Es tal cual lo dices, Soco. La tarde húmeda y fría de domingo, recluídos en la cocina de carbón, con los amigos y las banquetas dispuestas al estilo del cine y… toda la magia de la oscuridad alrededor de la luz de aquellas imágenes… ¡qué recuerdos! Gracias siempre. ¡Salud!
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Qué gran poema, Julio, como de costumbre, y qué gran verdad albergan esos versos. Un cordial saludo desde El Bierzo, compañero. ¡Salud!
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¡Cómo me animan tus palabras, paisano! Un abrazo hasta El Bierzo. Salud.
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