Miguel Hernández Gilabert
Hizo 100 años, aquél de 2010, del nacimiento del poeta; 68 de su muerte en las cárceles franquistas, con 31 de edad. Y hoy perviven el hombre y el mito; pero, por encima de todo, su obra literaria.
Del hombre y sus contradicciones sabemos los orígenes en Orihuela (Alicante), su formación en el espíritu católico conservador de las Escuelas del Ave María, también de sus estudios de bachillerato con los jesuitas, de disponer a su alcance de profesor particular cuando su padre, mirando bien por el negocio familiar, lo pone a trabajar como cabrero. Hombre extremadamente observador que su estrecho contacto con la Naturaleza lo llevará al conocimiento minucioso de los nombres y características de toda clase de pájaros y otros animales y plantas. Inteligente y brillante en sus estudios y con ganas ilimitadas de saber y aprender. Será, en este sentido, ocasión para que le saque provecho a la extraña amistad con Ramón Sijé teniendo acceso a una bibliografía extensa, al igual que su relación con el controvertido Luís Almarcha que acabaría -una vez terminada la guerra civil- siendo obispo de León. Tanto Ramón como Almarcha eran de derechas, incluso se podría decir que de extrema derecha si atendemos a las veleidades ideológicas y políticas predicadas y practicadas por Sijé: impulsar a la juventud a una actitud antiliberalista, poniendo como objetivo de la vida un orden moral basado en un concepto retrógrado de la decencia y animando a esa misma juventud a luchar contra los subversivos utilizando la violencia, haciendo uso de lo que en aquel entonces se conocía como el derecho de estaca. De Luís Almarcha qué decir si lo dejó morir en la cárcel. Él mismo escribió, confesando su remordimiento: Dicen que el tiempo lo borra todo y, a veces, lo único que hace es reavivar el fuego de los recuerdos con mayor fuerza para nuestro pesar. Almarcha es quien pagará la primera edición del poemario de Miguel titulado Perito en Lunas. Le consigue publicaciones en el periódico El Pueblo (Orihuela) que él mismo dirige y Miguel le solicita algunas influencias para buscar trabajo en Madrid que no prosperarán. Pero cuando puede salvarle la vida, no lo hace.
¿Cómo un hombre como Miguel Hernández llega a un compromiso tan fuerte con las izquierdas después de haberse rodeado de estas amistades? Tal vez la respuesta, una respuesta posible, la encontremos en su natural inteligencia, por un lado, y por otro la apuesta por las libertades y el compromiso con el pueblo por un progreso social que él veía necesario y que adivinaba posible con el proyecto de la II República. Las amistades madrileñas, Antolaguirre, Rafael Alberti, Cernuda, Delia del Carril, María Zambrano, Vicente Aleixandre y, sobre todo, la influencia de Pablo Neruda, resultaron decisivas en el enfoque político de sus ideas y la asunción de su compromiso que dará comienzo nada más proclamarse la II República al ser nombrado presidente de las recién constituidas Juventudes Socialistas de Orihuela. Participará de manera muy activa en las Misiones Pedagógicas de 1935 con M. Zambrano, la pintora Maruja Mallo, V. Aleixandre y el propio Pablo Neruda. Más adelante, sorprendido y aterrorizado por el asesinato de Federico García Lorca en los primeros días de la sublevación militar del 36, se apunta al Partido Comunista y marcha al frente. Escribe Viento del Pueblo. También ha escrito la Elegía primera dedicada a F. García Lorca. A diferencia de la elegía a su amigo Ramón Sijé, escrita desde el remordimiento y el sentimiento de culpa por su alejamiento y práctico abandono de dicha amistad, ésta se escribe desde la admiración por la talla literaria de Lorca (admiración no correspondida, pues García Lorca no lo podía sufrir y evitaba a Miguel) y también desde el miedo por lo que significaba de amenaza para todos este crimen. Se casa por lo civil en 1937 con Josefina Manresa, hija de un guardia civil sublevado , y viaja a Rusia con una delegación cultural de la República. En aquel contexto escribe con fervor revolucionario versos exaltados sobre el país soviético, admirado por el adelanto de su industria. A su vuelta, cuando intenta huir a Portugal, es apresado por la guardia de frontera portuguesa y entregado a la guardia civil española. Es condenado a muerte. La presión desde el exterior promovida por Neruda, Cossío, Fray Justo Pérez de Urbel y Aleixandre, junto con la mediación de Luis Almarcha a petición del propio Miguel que confiaba en el obispo, harán que le sea conmutada la pena de muerte por la de 30 años de cárcel. Las condiciones impuestas por Almarcha a Miguel serán leoninas: 1.- Que se casara por la Iglesia. 2.- Retractarse públicamente de sus ideas políticas confesando su arrepentimiento y declarar que lo mejor para España era lo que estaba pasando porque era una regeneración moral para el país. 3.- Firmar algunos poemas que le dieron ya escritos, de carácter religioso y conservador y 4.- Renunciar a la publicación de Viento del Pueblo.
Miguel Hernández se niega y comprendiendo que solamente pretenden instrumentalizarlo en favor del Régimen franquista, repudia a la familia Almarcha. Únicamente accederá, más tarde y viéndose morir, a casarse por la Iglesia para no perjudicar más a su hijo y a su mujer, que había solicitado la administración de un estanco como hija de guardia civil muerto en la contienda bélica.
Miguel enferma. Solicita su traslado a Valencia para ser asistido en un hospital, pero su reclamación no será atendida y su precario estado de salud empeora, acelerándose su final. Muere en la cárcel de Alicante el 28 de marzo de 1942 afectado de tuberculosis. Nace el mito.
Aún después de muerto, el obispo Almarcha lo perseguirá insistiendo a la viuda para que le entregue -según él para asegurar su custodia– la obra inédita de Miguel Hernández y la presiona, a su vez, para que renuncie a la publicación en Argentina de Viento del Pueblo. Josefina ni renuncia ni entregará nunca a Luís Almarcha los escritos inéditos de Miguel.
Mito, hombre, poeta; ya para siempre estas tres características acompañarán su nombre y su memoria. A los 100 años de su nacimiento, 68 de su muerte abandonado a la suerte de la tuberculosis en el penal de Alicante, es de justicia reconocer su figura y la trascendencia de la obra literaria de un hombre honesto con su tiempo y consigo mismo, víctima de una España atormentada por el odio de la guerra y lo que la sobrevino, una crueldad sin parangón en una dictadura entregada a los excesos de la revancha y la venganza contra los españoles derrotados en las trincheras, no en las ideas.
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
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Compré sus obras completas muchos años atrás y frecuentemente leo sus poemas.
¡Saludos, Julio! 🙂
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Me alegra que compartas el gusto por la obra de Miguel Hernández. Un placer. Salud.
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Hola, Julio
Recibe su ELEGÍA recitada por mí como agradecimiento a ambos:
Javier Viñas
http://www.poetessen.com
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Recibida y agradecida, Elsa y Javier. Un placer.
Salud.
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De mi tierra. Para mí es El Poeta en mayúsculas. Pocos como él para hacerte sentir lo que sentía. Grande Miguel Hernández, casi como tú Don Julio, Poeta😉
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Gracias, Vicente. Estamos en deuda con este joven poeta y su obra. No podemos olvidarlo. Y no lo haremos. Un abrazo grande.
Salud.
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Hola Julio, buen artículo. Me gustó la honestidad con la que abordas el tema, y los datos que aportas. Cuando acabé de leer a Lorca es el próximo poeta español que leeré.
Te envío un abrazo.
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Es un placer, Raúl, contar con tu opinión. La lectura de Miguel Hernández no te defraudará y, estoy seguro, te ayudará mucho en el campo de la poesía y su escritura. Con un abrazo.
Salud.
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Hablar sobre Miguel Hernandez, para mi es hablar del canto de los ruiseñores; su magnitud siempre me deslumbró , ha sido un placer descubrirte y estoy dispuesta a seguir leyendo tus escritos, poemas etc. para seguir aprendiendo de tu talento .
saludos .
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Comparto tu pasión por la figura de Miguel Hernández, Flory. Me halaga tu comentario, aunque tenga presente que mi talento no sea para tanto, sino simplemente las ganas de contar algo con sinceridad, y será para mí un placer poder leer tus comentarios, siempre.
Salud.
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Julio, mi reciente amigo: He leído con interés tu texto dedicado a Miguel Hernández y he de decirte, con satisfacción, que he encontrado en él algún pequeño dato que ignoraba referente a personas vinculadas a él. Gracias.
Mencionas a Neruda – cómo no – y me satisface decirte que me una una gran amistad – además de con chilenos directamente vinculadas a la fundación que lleva su nombre y difunde su legado literario a lo largo del mundo – con (me atrevo a decirlo porque es cierto) las dos personas que más saben, sin duda, del nombrado poeta. Podría relatarte muy hermosas vivencias con Pablo Neruda como protagonista e – incluso – ( y esto es cierto) casi puedo decir como anfitrión. Conste no lo digo por decir. Es más. Puede que llegue el día en que puedas comprobar que esto que digo es cierto. He olvidado decirte que soy compañera de partido y amiga de la nieta de una de las mujeres que pasaron por la vida de Neruda. Como ves, lo siento más cercano que a alguno de los miembros de mi propia familia.
Larga vida a la poesía, Julio. ¡¡SALUD!!
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Esther:
Celebro encontrarte entre mis amigos y en el comentario de este espacio dedicado a Miguel Hernández. Como curiosidad puedo decirte que conocí personalmente al obispo Luis Almarcha que, siendo yo niño, me dio la comunión y con el que me hicieron una foto que todavía conservo. Naturalmente, a los siete años yo no sabía nada de Miguel Hernández ni del obispo Almarcha, un hombre controvertido, del régimen, que promovió entre los mineros de las cuencas leonesas la organización de sindicatos católicos y que le gustaba aparecer siempre al lado de los pobres y promover iniciativas sociales, lo que daba un barniz progresista y solidario a la Iglesia. Por ello, siendo yo hijo de minero, tuvo aquel gesto para conmigo y los demás niños que pasamos tres meses en un preventorio (así lo llamábamos nosotros) o casa infantil regentada por monjas en León ciudad.
De tu experiencia con la familia Neruda nada que añadir, sino que me parece muy enriquecedora. La relación con personas de gran talla humana siempre nos deja una huella indeleble, nos hace crecer como personas. Yo sólo he tenido la suerte de contar con la experiencia de tratar brevemente, por espacio de un día, al poeta leonés Antonio Gamoneda (como podrás ver por las cosas que he dejado escritas y las imágenes de los vídeos enlazados) y es algo que la memoria atesorará para siempre. Ocasionalmente, también, conocí a Victoriano Crémer, y también me impresionó.
Gracias por tu presencia, Esther.
Salud.
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– Una vida material breve, un recuerdo inmortal. Me gusta. Saludos
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Así fue, Toño. Así es. Breve, pero inmortal, al menos en las almas de los espíritus libres.
Encantado de verte por aquí.
Salud.
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