Córdoba: cruce de todos los caminos (28 de septiembre a 2 de octubre de 2013)

La llanura se quiebra en las inmediaciones de la ciudad de Córdoba, segunda ciudad de Argentina en la que la huella de los jesuitas junto a la actividad de los italianos en la construcción urbanística, define la ciudad. Una gran urbe de vida bulliciosa e intensa actividad cultural. Sus calles principales pueden recordar en cierto modo algunas de las avenidas madrileñas y la vida nocturna resulta muy animada. Se hace notar el ambiente joven y universitario.

El río Suquía, que atraviesa la ciudad, está bien encauzado y las márgenes se mantienen limpias.

Dejándose llevar por las calles peatonales abiertas o por la Avenida del General Paz, Vélez Sarsfield, Belgrano, Boulevard S. Juan y otras, encuentras establecimientos interesantes para comer, como el Alfonsina de la calle Belgrano o el de la calle Corrientes. Otros a tener en cuenta pueden ser el mismo restaurante ubicado en el edificio de El Cabildo y, también en la calle Belgrano, el restaurante La Nieta y El Arrabal; más típico el primero con su salón de la planta baja y la terraza encima, y más apropiado para ver bailar o participar tomando alguna clase de baile, tango o salsa, el segundo.

Sería aconsejable darse un paseo en el autobús turístico. Se trata de un vehículo original de mediados de siglo XX traído desde Inglaterra en el que, cuentan, viajaron personajes como los Beatles, Mikel Jackson, Jakeline Onasis y Shakira, entre otros. Aparte de lo anecdótico del dato, el renqueante autobús inglés cumple con eficiencia su cometido y la visión general de la amplia ciudad cordobesa resulta ser un bello y útil paseo.

A unos treinta kilómetros de Córdoba, hacia la sierra, la visita de Alta Gracia te permite conocer y visitar la misión jesuítica  declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No es impresionante por su grandeza, pero sí admirable por su buena conservación, al lado de un estanque que se aprovechaba para el riego y para mover las muelas de un molino que debió de ser grande y sofisticado para su tiempo.

Dos tópicos de Alta Gracia: la casa donde vivió un tiempo Ernesto Guevara, el Ché, y la Gruta de la Virgen de Lourdes. El primero es un montaje turístico para nostálgicos de la revolución a 75 pesos. Decidí no entrar. El segundo es un montaje religioso estilo peregrinación milagrera, de las Carmelitas descalzas. Decidí no hacer fotos. Considerando la afluencia de visitantes a uno y otro lugar, se puede decir que la cuestión milagrera gana por goleada a la revolucionaria sentimental. No hago conjeturas. Que cada cual saque las conclusiones que considere más oportunas.

He dejado dicho anteriormente que Córdoba es urbe universitaria con una animada actividad cultural. Aprovechando esta circunstancia entramos al hermoso y céntrico teatro El Libertador, bien iluminado exteriormente y bien conservado por dentro, para presenciar un espectáculo de danza del Ballet Oficial de la Provincia. Las tres partes del evento fueron, “Sin lágrimas: tango urbano”; “9.66” sobre una cita de César Vallejo, y “La Consagración de la Primavera”, de Igor Strawinski.

Y para despedirse de Córdoba, qué cosa mejor que sentarse ante un buen y auténtico asado, plato nacional junto a las empanadas, el locro o la humita. La oportunidad nos la brindó la oferta de prepararlo en la terraza del hostel Mundo Mestizo el joven cocinero Adriano, con orígenes también españoles y orgulloso de su navaja toledana con mango de hueso. Compartimos mesa con otras seis personas del hostel y nos despedimos con abrazos sinceros y franca cordialidad.

¡Ay, Córdoba! Que el tiempo conserve y haga crecer  tu encanto.

Julio Glez. Alonso

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