ESTAMBUL PASO TRAS PASO (VI)
17 de mayo de 2023
Mañana lluviosa. Estambul, húmeda y rodeada de agua, amortigua sus sonidos de bazar y las conversaciones son un rumor intraducible en los tranvías apretados de gente y un vaho de alientos, ropas y paraguas empapados. Estambul amanece hermosa con su cielo gris y el brillo de sus calles bajo la lluvia. Y decidimos, cruzando bajo esa misma lluvia las aguas del Bósforo, pisar las calles del Estambul asiático. El tranvía nos dejará en Kabatas. En el puerto buscamos el barco a Kadikoy. La travesía es tranquila. Pocos viajeros, la mayoría turcos que se dirigen a sus trabajos. Las orillas de Estambul se difuminan entre la ligera niebla.
Sin prisas ni sorpresas, siguiendo su acostumbrado ritmo cotidiano, el barco arribará al puerto de Kadikoy. Como teníamos previsto visitar más tarde Uskudar, preguntamos a un empleado del barco la mejor manera de hacerlo. Aunque puede volverse por mar, decidimos probar a hacerlo con el autobús. Le agradecemos al amable empleado la información. Y desembarcamos.
Kadikoy, urbanísticamente, es una decepción. Apenas resulta destacable el pequeño núcleo antiguo, con un par de calles y dos pequeñas iglesias cristianas. Convertido este pequeño espacio en un abigarrado bazar, se recorre en poco tiempo. Luego nos adentramos en la parte moderna donde el desastre urbanístico se arremolina sobre feas avenidas trepando por las laderas de la colina y llenas de gigantescos anuncios y carteles publicitarios sobre las fachadas. Encontramos, en medio de este anodino paisaje urbano, lo más curioso del paseo en forma de toro de bronce embistiendo en una pequeña plaza circular. La escultura, lo confieso, está bellamente conseguida con un aire natural del movimiento, aunque me pareció extraño sin que haya sabido la razón de haberla ubicado allí ni qué pueda significar, si está relacionada con alguna leyenda o se deba a alguna singularidad desconocida de Kadikoy. Apenas llueve y a ratos aparece despejado.
Llegamos de nuevo a la orilla después de callejear largo rato. Una ancha avenida corre paralela al embarcadero con un tráfico denso. Vuelve la lluvia. Y damos por concluida la visita.
Sin duda, Kadikoy tendrá sus encantos con su bullicioso comercio actividad; también el ambiente cultural y bohemio de parte de sus habitantes que, con sus iniciativas artísticas, formará parte de ese atractivo. Pero no era el día para ello y, tras encontrar la parada del autobús a Uskudar en la gran explanada contigua al embarcadero, recogemos los paraguas y nos subimos al primero que llegó.
Kadikoy y Uskudar forman, realmente, un único núcleo de población. El autobús recorre calles y avenidas sin que sepas con exactitud dónde estás, si sigues en Kadikoy o has entrado en Uskudar. Hay, no obstante, un momento en el que se pasa al lado de la Universidad de Uskudar y una larga calle irá descendiendo hasta la orilla de esta ciudad que forma parte del puzle de Estambul.
Uskudar, además del pequeño centro histórico con sus tres mezquitas y un atractivo mercado colorista, puede presumir de tener un excelente y largo paseo marítimo con unas también excelentes vistas al Bósforo. Los establecimientos están bien organizados y se suceden, junto con los bares y restaurantes, las diferentes tiendas. Entraremos en un bar que también es librería y papelería. El ambiente, relajado, invita a tomar alguna bebida y echar una ojeada a las estanterías. La decoración a base de motivos vegetales y cuadros bien elegidos le da al establecimiento un aire amable. Entre los utensilios de escritura encuentro un cuaderno o libreta con tapas de tela; son 2,80 euros y un buen montón de hojas en blanco para ir contando viajes o escribir poemas.
Dejaremos Uskudar en barco. La travesía es hasta Karakoy y seguirá hasta Eminonu cruzando hasta el lado del Puente de Gálata, frente al Mercado de las Especias. Ya no llueve.
La mañana de este día en Estambul acabará bastante tarde en un restaurante situado entre calles del entorno de Sultanhamet. Encuentro, al fin, una camiseta con la silueta y el nombre de Estambul en la tienda de la misma esquina de las estrechas calles del restaurante. Y el resto de la tarde, será reposo y paseo por los lugares ya conocidos hasta que la noche invite a retirarse.
González Alonso

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