Juan Francisco Quevedo

JFQuevedoJuan Francisco Quevedo, el escritor

Y el hombre. Juan Francisco Quevedo, el escritor cántabro que nacía en México en 1959, atesora en su haber títulos de narrativa como “Ana en el mes de julio” (2014) y “Querida princesa” (2016). De espléndida escritura, sus obras aparecen consistentes y bien documentadas para entreabrirnos las puertas de la historia con interés y amenidad adentrándose en la psicología de sus personajes y descubrirnos, de manera muy galdosiana, la complejidad hermosa de un mundo y su tiempo y enamorarnos de la vida.

Pero si en la narrativa y como articulista y ensayista los trabajos de Juan Fco. Quevedo se nos antojan interesantes y próximos, de contagiosa inquietud que despiertan los deseos de conocer y saber, sus incursiones en el campo de la poesía nos acercan con la naturalidad de un lenguaje limpio y desvestido de complicados y oscuros artificios a la naturaleza que rodea al poeta y al poeta en sus interioridades, aquellas que se emocionan y vibran con gratitud ante el regalo abundante de la misma existencia.

poemario_El_sedal_del_olvidoEn 2017 dará a la luz los versos de “El sedal del olvido” y su andadura no pudo ser más feliz. Tras su dedicación a otros trabajos, artículos y ensayos, volverá a los versos para dejarnos una breve antología y participar en varios trabajos colectivos juntos a otros autores. Recientemente, en estos últimos meses de 2021, dos obras singulares han venido a sumarse a la fecunda producción poética de Juan Fco. Quevedo; me refiero  a la publicación de “Este tiempo nuestro” que aparece en la colección “Cuadernos de humo”, y el libro “Una mirada a este tiempo nuestro” (Libros del Aire, noviembre 2021): ambos, cuaderno y libro, ilustrados por el autor que viene así a agregar la faceta de dibujante y pintor al arte de hacer versos.

Leyendo la poesía de Juan Fco. Quevedo y después de disfrutar el prólogo de Jose Luis García Martín en “Una mirada a este tiempo nuestro”, debo decir que mis impresiones no podrían ser más coincidentes con las del prologuista, sobre todo cuando concluye que éste es “un libro para amigos”, porque –asegura- “aunque no vaya destinado en exclusividad a ellos, resulta imposible no considerarse amigo suyo después de haberlo leído”.

Y es que la poesía de J. F. Quevedo, que va madurando y serenándose, brota del corazón del hombre bueno que, con sencillaP1220541 humildad, enciende la luz de la mirada personal y humana para dejarnos ver y ser conscientes del paso del tiempo y la belleza reflejada en ese espejo de agua que es el río de nuestra vida. El paso del agua, a veces calmada, a veces corriendo en agitadas torrenteras, nos invita a contemplar e interiorizar los paisajes amables de rumorosas choperas, los campos cultivados de buenos sentimientos; pero también, en breves y deslumbrantes ráfagas, los peligros, las injusticias y las consecuencias indeseables de muchas de las actuaciones humanas.

De una poesía así y de hombres así estamos necesitados; de esa naturaleza indulgente y afable que descubrí leyendo “Querida princesa” y que me llevó a escribir estar convencido de que “detrás de la obra no solamente hay un buen autor, sino también un buen hombre al que supongo una gran honestidad intelectual y un sentimiento acendrado de amor a su tierra y a su país”. Fiel a los suyos y de inquebrantable fidelidad humana, a lo que los humanos representan con sus pasiones, servidumbres y gloria, y de los que nos descubre su cara y cruz. Y así, la escritura total de Juan Francisco Quevedo ha venido para quedarse y ya estará para siempre a nuestro lado.

González Alonso

Princesa.ANA