Mojácar y Sierra María Los Vélez
Entre febrero y marzo de 2018

El frío de febrero era blanco de nieve en las cumbres de Sierra María (2.045 m) y en la carretera recortando las alturas del Puerto María para llegar a la localidad del mismo nombre y 1.200 metros de altitud, María. Allí nos esperaba un mercadillo en la plaza del Ayuntamiento y de la iglesia que se extendía por las calles adyacentes. Tiempo para mirar las mercaderías extendidas en los puestos de venta, para tomar un café bien caliente y para comer unos churros recién hechos. Luego, en el camino de vuelta y con algunos grados más de temperatura, recalaríamos en el pintoresco pueblo de Vélez Blanco, dominado por su castillo y apretado a la ladera de la montaña. Las sierras Gigante (1554 m) con el pico La Muela Grande (1.520 m) y del Maimón, lo rodean con sus formas espectaculares.

El castillo de Vélez Blanco está restaurado, pero la restauración no le resta un ápice de interés; antes bien, al contrario, nos ofrece la posibilidad de entender y vivir mejor la historia y el significado de esta imponente fortaleza a cuyos pies e extienden los tejados rojizos de teja árabe del caserío de Vélez Blanco.

El pueblo de Vélez Blanco se encuentra aupado a la montaña sobre el cauce de un profundo río que forma una garganta. Plazas, iglesias, calles estrechas y enrevesadas, agua generosa de los cuatro caños de su fuente pública y algunos establecimientos abiertos para comer. Elegimos uno, asequible, popular, para almorzar un menú casero del que formaban parte los gurullos, especie de sopa con conejo, patatas, alubias, pimiento y fideos gruesos y retorcidos.

Vélez Rubio no es tan atractivo como Vélez Blanco; conserva, eso sí, edificios de cierto interés, algunos de los cuales pueden remontarse al siglo XVII, no muy bien mantenidos y que se hunden y confunden con las construcciones posteriores sin ninguna gracia, orden ni concierto, en alturas, fachadas, diseños y materiales.

Dejando atrás Vélez Rubio la sorpresa aparecerá al tomar la comarcal A-327 en dirección a Santa María de Nieva, atravesando el puerto del mismo nombre (1.085 m) en la Sierra de las Estancias. Por delante se nos ofrecieron unos 30 kilómetros de almendros en flor en cada rincón, curva y contracurva de la estrecha carretera acostada al cauce de la Rambla de los Cabreros, que acabará desembocando en el río Almanzora. Además del amable colorido de los almendros, los montes se visten de pino carrasco, encinas, arces, enebros, agracejos, sabinas en las partes más altas y olivos y naranjos en las latitudes más bajas.

Luego, sin pausa, el viaje sigue camino de Albox y Mojácar por esta Almería increíble.

González Alonso

MARÍA

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VÉLEZ RUBIO

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VÉLEZ BLANCO

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ALMENDROS EN LA RAMBLA DE LOS CABREROS (A-235)

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