Andar por Asturias – agosto de 2021

ANDAR POR ASTURIAS.- agosto de 2021

GIJÓN15Hay ocasiones para descubrir lugares y hay ocasiones para redescubrirlos. En uno y otro caso siempre tenemos la oportunidad de disfrutar el viaje y enriquecer nuestra experiencia del conocimiento del mundo que nos toca vivir.

Vayamos, en lo que concierne a estas líneas, a los lugares por los que tuve la suerte de pasar en los días finales de un mes de agosto que quisieron ser veraniegos por tierras asturianas.

Oviedo, capital del Principado, patria de la Regenta, y sus calles en torno a la catedral, la plaza del Ayuntamiento y el Fontán, ese sorprendente reducto porticado que acoge mercados, tiendas tradicionales de alimentación y repostería con sus tentadores carballones o las casadielles. Más allá, la emblemática calle Uría, arteria principal de la ciudad, su teatro Campoamor o el espacioso parque de San Francisco en el que antaño fuera reclamo principal un viejo oso que allí vivía enjaulado. Hasta el centro de la noble ciudad de Oviedo llegan en el aire los ecos prerrománicos del arte asturiano de Santa María del Naranco.

Del mismo estilo prerrománico asturiano precitado hemos dejado antes atrás, viniendo deSTA CRISTINA DE LENA2 León, en la villa de Pola de Lena, la magnífica y pequeña iglesia de Santa Cristina de Lena y todas las esquinas de los contrafuertes que rodean el templo y que la gente cuenta de manera compulsiva para comprobar si son las trescientas sesenta que dicen que son.

Sobre la recortada y escarpada costa asturiana sobresale el Cabo de Peñas, del que se dice que es el más septentrional de España; sus fuertes acantilados y la pradería que tiñe de verde el paisaje hasta confundirse con los azules del mar y del cielo en la raya del horizonte, causan viva impresión al viajero. También conmueve conocer cómo estos mismos acantilados fueron usados en la última guerra civil española del 36 como lugar de ejecución de presos republicanos en un capítulo más del rosario de tristes capítulos de aquella desgraciada historia.

C PEÑAS1El faro del Cabo de Peñas, convertido en punto de información, visita y museo, domina todo el majestuoso entorno desde el ojo de la altura de su torre, pegada a una sobria y armónica casa de varias plantas.

El acceso al Cabo de Peñas desde Avilés es un recorrido de trazado estrecho y sinuoso rompiendo en sus bajadas y subidas el verde eterno asturiano y sus espesas masas de eucaliptos.

Siguiendo adelante, pronto nos sorprenderá Candás y su recogió puerto y playa. Y a escasos kilómetros, la abandonada ciudad de vacaciones de Perlora, un conjunto de viviendas unipersonales y adosados –algunos en forma de hórreo- sin ningún uso a día de hoy, que sobreviven a duras penas con su mobiliario sumergidas en el frondoso bosque formado con el paso de los años y con espacios abiertos para el ocio. Todo el entorno costero y de la playa se mantiene muy bien conservado para el disfrute del paseo o la comida alrededor de las barbacoas, ofreciendo generosos espacios bien sombreados.

GIJÓN11Gijón, ciudad acogedora, limpia y perfumada de Cantábrico, es la espaciosa y curva playa de San Lorenzo y mucho más; desde su antiguo puerto pesquero hasta el barrio de Cimadevilla, hoy recuperado con todo su encanto porteño en las angostas calles y plazoletas hasta auparse al cerro de Santa Catalina, testigo de las fortificaciones defensivas de la ciudad ante las cuales se erige la monumentalidad de la obra escultórica de Chillida para hablarnos del horizonte.

Colunga, a oriente de Gijón, se recoge con su caserío un dispar un tanto alejada de la costa, y volviendo a poniente, siempre rodeados de praderías verdes y pumaradas de manzana pequeña especialmente rica para la fabricación de la sidra, así como castaños y otros árboles de porte y envergadura, llegamos a Lastres. Este pueblo, aupado a la escarpada ladera costera, mantiene su núcleo primitivo de casas pintorescas y calles que son escaleras en piedra, con rellanos y pequeñas balconadas, en una sucesión incesante de esquinas y geranios luciendo espléndidos en balaustradas de madera y ventanas pintadas de azul; su abrupto final sobre la carretera que conduce al puerto del pueblo, afea un tanto el escenario y le quita parte del encanto que atesora el pueblo y su entorno, con amplios parques en su parte alta y alrededor de la iglesia con una bien planificada disposición de plazas de aparcamiento.

Carretera adelante, y a pocos kilómetros de Lastres, entramos en la playa de Rodiles. ARODILES.6 pesar del concurrido número de visitantes que hace difícil encontrar un hueco para aparcar, el extenso bosque artificial costero de eucaliptos y pinos, convertido en merendero y zona recreativa, te permite encontrar con holgura y a la sombra una buena mesa tranquila donde descansar, reponer fuerzas con un ágape o con la comida llevada al efecto mientras te solazas con la vista del entorno. No carece el lugar de oferta gastronómica en los restaurantes abiertos al aire libre o en el interior de sus comedores. La playa, de arena fina clara ligeramente dorada, es extensa y amplia, invitando al baño y al paseo apacible. La naturaleza única cantábrica luce en todo su esplendor.

Abandonada la playa de Rodiles y en dirección a Villaviciosa, la carretera se adentra y separa de la costa rodeando la gran ría y su amplio y bien conservado estuario, abierto en brazos que parecen lagos independientes los unos de los otro para el regalo de la vista de rincones espectaculares e inspirados motivos para pintar; casitas con su pequeño embarcadero, las barcas meciéndose en las aguas quietas y azules en armonioso contraste con los verdes de las orillas y los montes. Después de bastantes kilómetros rodando por este recorrido singular y haber dejado atrás las instalaciones industriales de la ya mítica Sidra el Gaitero, nos encontramos al otro lado de la espaciosa ría y en una revuelta del camino se nos anuncia el pueblo de Tazones.

TAZONES17Para el viajero ocasional que rememora estos paseos, Tazones se presenta a la memoria con el mayor encanto del encanto de los lugares visitados, si exceptuamos el atractivo diferente, por su carácter de ciudades, de Oviedo y Gijón.

El pequeño lugar de Tazones, con las ruinas de la pequeña iglesia de San Roque y los muñones de sus muros sobre el acantilado y en lo más alto del pueblo, por encima de su coqueta y rústica escuela, ofrece una visión singular y seductora; sus callejuelas empinadas en tramos de escaleras, la singular y caprichosa decoración de una fachada con cientos de conchas y otros motivos marineros o los dos hórreos que se mantienen en pie dentro del estrecho y empinado conjunto de viviendas se abren con naturalidad al rincón del puerto donde rompen con alegría las olas en espuma blanca y luminosa. Será este espacio más llano y de bondadosa amplitud, donde se concentra la oferta hotelera y gastronómica del lugar en edificios de rancia construcción o más modernos y actuales sin que molesten sus hechuras.

A vuelapluma y para el recuerdo queda aquí y de este modo la mención de unos pocos lugares de la costa asturiana como una invitación permanente a volver y seguir costa adelante o terreno adentro descubriendo o redescubriendo la belleza de lo que es Asturias.

González Alonso

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