ESTAMBUL PASO TRAS PASO
14 de mayo de 2023

Día de elecciones. A primera hora las calles de Estambul aparecen desiertas y tranquilas, y así permanecerán durante toda la jornada electoral. Los lugares emblemáticos seguirán abiertos y los turistas no faltarán a la cita. El Gran Bazar, en cambio, cerrará sus puertas en este día especial en el que los turcos están convocados a las urnas. La participación va a ser histórica dada la polarización que vive el país.

Mientras los ciudadanos turcos cumplen con su responsabilidad acudiendo a los colegios electorales, nosotros nos dirigimos al recinto amurallado de Top Kapi, con sus palacios, jardines, biblioteca, la Sala de la Justicia, museos y el soberbio harén.

La visita a todo este grandioso y bien conservado conjunto monumental amurallado nos llevará hasta más de tres horas de sorpresa en sorpresa. Todo es reseñable, pero las estancias que acogen los deslumbrantes tesoros en forma de diamantes de admirable tamaño, geas y piedras preciosas, armas, mobiliario, libros, joyas de todo tipo y objetos curiosos y singulares, fue una experiencia única que me hizo evocar la viva impresión de las lecturas de Las Mil y una Noches. A esta experiencia le siguió otra también reseñable como la del harén con sus baños de mármol blanco, habitaciones y salones de altos techos bellamente artesonados, delicadas celosías y paredes recubiertas de azulejos en suaves tonos claros. Otra vez vuelve a la imaginación lo más mágico de los cuentos de Las Mil y una Noches.

En la explanada de Santa Sofía hay unos baños, y a su costado funciona un restaurante. Es el momento de buscar una sombra y hacer una pausa en las visitas aprovechando para comer alguna cosa. La tranquilidad se adueña del tiempo.

Luego, Santa Sofía de Constantinopla. Hoy convertida de nuevo en mezquita por el gobierno islamista del presidente Erdogán, fue en su origen una basílica cristiana en el año 360, luego iglesia ortodoxa, más tarde mezquita y posteriormente museo hasta el año 2020 que vuelve a su condición de mezquita. Las pinturas cristianas que habían sido recubiertas por los musulmanes se descubrieron y restauraron en gran parte. Destacan los cuatro ángeles sobre las pechinas de la gran cúpula central y el Pantocrátor de la entrada al templo. En este momento, cuatro gigantescos medallones con inscripciones en árabe que cuelgan de las cuatro gigantescas columnas que sostienen la cúpula afean la vista del monumento.

Santa Sofía es admirable y única como exponente del Arte Bizantino; la luz no es deslumbrante en su interior ni posee la atmósfera etérea de la Mezquita Azul, con la cual es imposible ignorar la comparación. Sobre todo, porque la Mezquita Azul se construyó para comparar y superar en belleza a Santa Sofía. Frente por frente, se hizo erigir para competir en todo con la primera.

El antiguo templo cristiano requiere de más atención y trabajos de conservación; su colosal arquitectura se yergue orgullosa y digna sabiendo de sus descosidos. En su interior se respira una paz llena de sombras que escapan por las lucernas de sus cúpulas. No se puede dejar de sentir su imponente fortaleza interior e intuir en sus piedras los avatares de la historia.

Las elecciones prosiguen su curso con total calma en Estambul. En la plaza Sultanhamet, situada frente a la Mezquita Azul, pediremos unos helados hechos de magia y servidos con magia hasta acabar alojados en sus cucuruchos de oblea con la habilidad del heladero y su ejercicio de prestidigitación acompañado de una sonrisa socarrona ante nuestra perplejidad.

El Gran Bazar permanecerá cerrado. Rodeándolo haremos una pequeña incursión por algunas de sus calles aledañas descubriendo la trastienda abigarrada y caótica de este gigantesco mercado y yendo a parar al espacio dedicado a las librerías, dos de las cuales permanecerían abiertas, aunque sin clientes, con sus libros amontonados con títulos en lengua turca. Nadie transitaba por allí y ni siquiera los libreros hicieron acto de presencia.

Alcanzamos más tarde la plaza Beyazid y pasamos al lado de un cementerio musulmán, también cerrado. A sus puertas, rodeado de gatos, un mendigo preparaba algo de comida recogido a la sombra. Tal vez esperando la hora de entrar al cementerio, se me ocurrió pensar. A fin de cuentas, a la muerte le va a dar igual donde nos ha de alcanzar, y al mendigo tal vez se le ocurriera que no era un mal lugar para él. Seguimos hasta a explanada de la Universidad rodeada por la mezquita en su frente y el Museo de la Cultura Hamman o de los baños a un lado. El viento hace ondear las banderas y, un poco más tarde, regresaremos al hotel Niles. Son las seis de la tarde de un día de elecciones generales en Turquía.

González Alonso

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