TURQUÍA
Marzo de 2008
KONYA
Nos disponemos para viajar a Konya, a unos 400 Km de Antalya. El paisaje se ve salpicado de casas a medio construir, almacenes de materiales, algunas antenas de televisión, placas solares y escombreras. A los lados de la carretera, algunos puestos de frutas, plátanos, algarrobas y –sobre todo- muchas naranjas. Se suceden los cruces señalizados con semáforos para entrar a los pueblos en los que destacan los estilizados minaretes de las mezquitas. La carretera está bien asfaltada y el tráfico de coches modernos, autobuses y camiones, es constante en la travesía del ancho y feraz valle recorrido por distintos ríos.
Abandonado el valle, iniciamos una ascensión prolongada hacia la cordillera poblada de pinos. Se suceden los puestos de venta a las orillas de la carretera con productos artesanales, frutos secos, miel y –siempre- las naranjas. La ascensión va ofreciendo la variación del paisaje en el que van desapareciendo los pinares para dar paso a la roca desnuda de caliza y el sotobosque, con cumbres que cubren la nieve y pueblan las jaras, los madroños y los brezales por encima de los 1.825 metros de altura que escala la carretera.
Konya nos recibe con su millón largo de habitantes. Destaca por ser centro de peregrinación y la ciudad de los derviches giróvagos o danzantes espirituales; es considerada, también, la cuna del sofismo. Acoge el mausoleo del fundador de la orden de los derviches, Mevlana. En torno al mausoleo puede apreciarse la existencia de otros mausoleos y tumbas, además de su fuente ritual. Al lado, a escasos metros, sobresale una imponente mezquita con sus cúpulas y minaretes y también el museo en ladrillo de la cultura selúcida con la arquitectura sorprendente de su cúpula.
Las calles de Konya aparecen muy animadas de gentes haciendo compras, recostados en la hierba de los jardines, tomándose un helado, chicas y chicos con libros bajo el brazo, personas esperando el tranvía y –en fin- todo cuanto hace viva y atractiva una ciudad que bulle con la actividad de un sábado. Nuestro paseo concluye en el confortable hotel Ozkaymak, céntrico y de cuatro estrellas, donde nos recogemos.
González Alonso
.
.
.
.
.
.