Recorriendo la isla de Santa Cruz de Tenerife
Abril de 2019
Los lugares:
I
PUERTO DE LA CRUZ
EL BARRANCO DEL INFIERNO – ADEJE – MASCA
EL TEIDE
II
GARACHICO
ICOZ DE LOS VINOS
PUNTA DEL TENO – LOS GIGANTES
III
TACORONTE – TEJINA – VALLE DE GUERRA
ANAGA: CRUZ DEL CARMEN – PICO DEL INGLÉS – LAS CARBONERAS – CHINAMADA
PLAYA DE LAS TERESITAS –SANTA CRUZ DE TENERIFE – LA LAGUNA
PUERTO DE LA CRUZ
A 33 años de la primera visita, 16 de la segunda, compruebo que han conseguido desdibujar el encanto del Puerto de La Cruz. Los hoteles definen un paisaje turístico que habita las calles con sus establecimientos y sus ofertas de toallas, sombreros, recuerdos y el aloe, talismán de la isla junto a sus vinos y plataneras.
Los Lagos Martianez, sobre la abrupta costa, no remedian el estropicio; la iglesia de San Telmo es apenas una pincelada incongruente en un cuadro que es otra cosa, casi una reliquia en medio de un mundo volcado en el consumo turístico. Y así, las pocas construcciones tradicionales conservadas parecen conformar un escenario artificial de cartón-piedra, eso sí, pródigo de elegantes palmeras.
Pero, aun así, se respira un aire tranquilo sin la efervescencia del verano. En los recuerdos todo parecía más grande; los dos hoteles, aquél primero de un viaje de novios, y el segundo en compañía de las hijas adolescentes. Ahora, éste tercero, mirando al atardecer acompañado de amigos. El mismo viaje, al fin.
EL BARRANCO DEL INFIERNO
El recorrido para llegar a Adeje fue por el sur de la isla, dejando a un lado La Laguna para pasar Candelaria, Los Cristianos y playas de Las Américas. El paisaje se hace abrupto y seco; en el recorrido sobresale El Médano con su promontorio y la playa larga y tranquila.
En la parte alta de Adeje arranca el recorrido de El Barranco del Infierno. Desde la plaza y mirador moderno construido al lado de la iglesia puede verse el singular paisaje del barranco que va a perderse entre las montañas altas y recortadas. La vegetación lo cubre todo.
Para hacer el recorrido te proporcionan un casco a la entrada. El precio por persona es de 8,50 euros. Por delante, unas 3 horas para hacer y disfrutar los seis kilómetros y medio de ida y vuelta.
Lo atractivo de la marcha radica en la orografía volcánica del barranco, los colores de sus paredes verticales o sobresaliendo para formar abrigos naturales gigantescos, la variedad de la vegetación y la vida animal que acoge este entorno mágico.
El trazado es sinuoso, con muchas escaleras en distintos tramos, subidas y bajadas por un sendero bien acondicionado y marcado y jalonado por paneles explicativos referentes a las especies animales y vegetales que pueden ser observadas, en nuestro caso un petirrojo, una pareja de codornices, un cernícalo vulgar, un mirlo y la presencia y el croar estruendoso de las ranas junto al trinar de los pájaros.
La primera parte del recorrido está dominada por los cardones que escalan las laderas volcánicas, así como las tabaidas con la presencia de algunas sabinas y las chumberas. La segunda parte, más corta y pisando ya el cauce del barranco que forma frescas pozas a su paso, el paisaje se hace boscoso y tupido de vegetación hasta su final en la cascada que brota de las paredes que cierran el paso ornado un semicírculo. Sorprende la presencia de algún castaño, pueden verse algunos dragos y en las parte más altas se acomodan los pinos canarios. La compañía del croar de ranas y los cantos de los pájaros que se entremezclan con el variado rumor de las aguas no te abandonará en todo el recorrido.
Si el día de la excursión está tranquilo y un poco nublado, no se puede pedir más ni nada mejor para, incluso, cambiarle provisionalmente el nombre de Barranco del Infierno por el de Barranco del Cielo, si queremos hacer justicia a la belleza de este espacio y el arte que nos regala la Naturaleza.
La vuelta al Puerto de La Cruz, en un recorrido circular, la hacemos a través de Santiago del Teide para asomarse al mirador de Masca con un tiempo revuelto, lluvioso y frío, y seguir el camino por Icoz de los Vinos. El paisaje sorprende por lo extremadamente duro y abrupto de su orografía que obliga a la carretera a serpentear y estrecharse en medio de la niebla y el frío.
EL TEIDE
Salió una mañana despejada sobre el Teide y el valle de La Orotava. La población, dispersa entre las casa de las laderas, ha transformado el paisaje de cultivos y plataneras. Solamente a partir de los 1.300 metros de altura la vegetación y el bosque de pinos se hacen dueños del entorno. Desde el Puerto de La Cruz, la carretera discurre en interminables curvas durante unos 48 kilómetros de ascensión hasta las Cañadas del Teide, donde se asienta el pico del volcán, un cono con un cráter de unos 80 metros de diámetro y una altura de 3.717 metros. El Circo de las Cañadas alcanza los 17 kilómetros de diámetro.
En la Cañada Blanca se encuentra una ermita al lado del Parador Nacional. Son muchas las posibilidades de caminar y hacer diferentes rutas. La marcada con el número 3, Roques de García, de unos asequibles 3 kilómetros, corta y sencilla, te permite disfrutar de la vista siempre sorprendente del El Roque Cinchado, las Catedrales o las masas de lava petrificada que inundan el circo volcánico.
La experiencia de la visita al Teide, invariablemente, es grata e impresionante. La imaginación vuela por entre las formaciones de lava y los colores que contrastan con el cielo azul de sus alturas. Siempre aconsejable.
González Alonso
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