Padules. Los Canjorros y las Canales del río Andarax (Almería)
Septiembre de 2021

PADULES25Todo el conjunto de Padules resplandece con sus casas blancas agrupadas en lo alto de la pequeña meseta de la cumbre de la montaña. A sus pies se abren los profundos valles ocres y amarillos salpicados del verde de los cultivos y las huertas, olivos, almendros y viñedos, agarrados fuertemente a este paisaje duro de alturas recortadas y ásperas. El pueblo, bien cuidado, tal vez no destaque por lo singular de sus calles; la iglesia, con su color tierra, llamada de Santa María la Mayor, de estilo morisco, destaca en medio del blanco que lucen las paredes de las viviendas y a su alrededor se abre una modesta plaza arbolada.

Saliendo de Padules por uno de los extremos que miran a la Sierra de Gádor descendemos siguiendo un camino vecinal para luego, enseguida, tomar de nuevo altura y dejar el coche en un aparcamiento municipal bien cuidado y con vigilancia. A partir de ese punto una barrera impedirá continuar a cualquier vehículo que no pueda justificar su derecho de paso.

PADULES21La vista, mientras echas a andar, nos muestra un profundo desnivel que va a hundirse en el curso del río Andarax. El agua hace pronto acto de presencia corriendo por las acequias o en forma de pequeña cascada en un recodo de la carretera. El nombre de Padules está relacionado con el agua en su propio nombre que significa “pequeñas lagunas”. Poco a poco, descendiendo rápidamente, el paisaje muda su aspecto inhóspito y aparece vestido de vegetación. En un momento determinado abandonaremos la carretera para desviarnos por un estrecho y empinado sendero que atraviesa espesos cañizales en los que se han practicado unos curiosos túneles para, una vez atravesados y continuado el descenso, ir a parar a los restos de lo que parece que fuera una explotación minera o tal vez molino encajado en el fondo de la garganta. Una cabra montés hace su aparición y nos observa con atención mientras nos detenemos a observarla, para desaparecer entre los riscos en cuanto reiniciamos la marcha.

Una vez dejadas atrás las ruinas industriales, la espesa vegetación nos conduce por un espacio umbrío hasta la misma orilla del río.

Estamos a finales del verano y el Andarax, sin embargo, arrastra un estimable caudal deIMG_20210918_112619568_HDR agua clara y cantarina que refleja los rayos del sol colándose por entre las ramas de los árboles y arbustos produciendo destellos de luz y multiplicando el efecto mágico del entorno donde se prodigan los helechos, las adelfas y las higueras.

No sirve el recurso de vadear el río. La ruta que hay que seguir es el mismo cauce del Andarax y con decisión entramos en sus aguas frescas que nos cubren enseguida hasta media pierna. Ahora da comienzo el ascenso aguas arriba por el paraje excavado en una profunda garganta conocida como Los Canjorros. Las pozas y pequeños saltos de agua se van sucediendo unas a otras con desigual profundidad; elegimos los pasos menos profundos y evitamos, en lo posible, los desniveles más abruptos. Pero a medida que avanzamos siguiendo los recovecos del agua y los tramos se van estrechando más, no queda otro remedio que mojarse casi hasta la cintura para seguir la ruta.

El agua fresca y la sombra son bien recibidas en mitad de un día soleado de verano. Se agradece y es una alegría sentir el contacto del agua sintiéndose rodeados de verdor con los sonidos líquidos del agua en su carrera cauce abajo.

IMG_20210918_112849796Los Canjorros, con no ser muy largos, son excepcionalmente sorprendentes. A los diferentes quiebros de su curso abriéndose paso entre las rocas se une la estrechez de las paredes que forman esta formidable hoz. El momento cumbre lo señalará la cercanía entre sí de las paredes de la Sierra de Gádor y de Sierra Nevada, cuando extendiendo los brazos se alcanza a tocarlas mientras el agua que baña ambas orillas rocosas discurre plácidamente bajo tu cintura.

Río arriba por los Canjorros el paso se complica algo más en varias ocasiones, pero no tanto como para no poder seguir adelante a estas alturas del año; cuando las lluvias otoñales o el invierno hagan acto de presencia habrá que olvidarse de intentarlo, sobre todo si tomamos en consideración la altura de las marcas que dejaron las anteriores crecidas. El espectáculo, eso sí, nos lo imaginamos asombroso.

IMG_20210918_111902685_HDREn los últimos tramos de los Canjorros, saliendo de la hoz formada por el río, el valle se abre un poco. Una hacienda, en su margen derecha, tiene abierto un restaurante y un bar rústico; sobre la ladera de la margen izquierda se ha instalado un merendero dispuesto en terrazas sombreadas. Estamos en las Canales –como dicen aquí- y el río continúa su ascensión a las Alpujarras con su acostumbrado brío, dejando algunos espacios un poco más abiertos para el baño seguidos de otros con rocas y peñascos por los que se precipita el agua y que resultan algo más difíciles de superar. Nos encontraremos con grandes oquedades en las paredes de la garganta por las cuales se descuelga el agua formando una cortina de lluvia; pequeños remansos se van sucediendo, siempre a la sombra amena de la vegetación del entorno, con pequeños claros durante unos cuatro kilómetros río arriba.

Rememorar esta jornada con escasas y torpes palabras es poco relevante y tiene un valor relativo; lo realmente apreciable y que particularmente aconsejo es experimentarlo, coger un buen día de verano la mochila, calzarse unas buenas botas de monte y echarse al río, vivir la emoción telúrica del lugar y entregarse a las sensaciones de la luz, el aire y el agua. Eso es todo.

González Alonso

PADULES23

PARA VER MÁS FOTOGRAFÍAS DEL RECORRIDO: PADULES. LOS CANJORROS Y LAS CANALES DEL ANDARAX



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