ESTAMBUL PASO TRAS PASO (IV)
15 de mayo de 2023
Hoy es día de aniversario, la conmemoración de muchos años de casados. Para celebrarlo en Estambul cogeremos el tranvía que atraviesa el puente de Gálata y nos acercaremos hasta el embarcadero. Vamos a regalarnos un paseo en barco desde Karakay hasta Eyüp tocando tierra a uno y otro lado del Cuerno de Oro en una zigzagueante travesía. El barco atracará en Kasimpasa, Fener, Balat, Kaskoy y Ayansaray. En Eyüp, donde bajamos, el funicular nos subirá hasta un mirador desde el cual podemos descubrir una amplia y bella vista de este trozo de mar que se clava en la tierra abriéndola en dos mitades curvas. El paisaje, poblado de exuberante vegetación, se extiende también acogiendo a la población que habita los barrios de Estambul. En el mirador y por todo su entorno se multiplican las tiendas de recuerdos y los restaurantes.
Bajaremos de la colina caminando por el sendero de la ladera que atraviesa un extenso cementerio entre sombras de árboles y, habiendo llegado de nuevo a Eyüp, tras recorrer su comercial calle principal muy al estilo de un bazar, pisaremos la magnífica y deslumbrante plaza de mármol del lugar bajo un sol que invita a la sombra. A un lado de la plaza y su rumorosa fuente circular se encuentra la mezquita de Eyüp Sultán con toda la historia que la acompaña desde su construcción habiendo tenido que ver con gran parte de los avatares históricos de Turquía. En su perímetro exterior se alzan ricas y ostentosas tumbas a modo de palacetes con sus jardines.
Sentados en los escalones de la plaza de acceso al interior de la mezquita, a la sombra, nos detendremos a contemplar el ir y venir variopinto de hombres y mujeres hablando en todos los idiomas y vistiendo toda clase de ropajes. Todos, sin embargo, se descalzarán, y las mujeres se cubrirán con velo, para entrar a la mezquita y rezar o hacer fotos si los visitantes son turistas, sobre todo, extranjeros.
El tranvía nos acercará a las poblaciones de los barrios próximos de Balat y Fener, prácticamente unidos y de características urbanas similares. En las calles más bajas y próximas al mar las casas de colores y los adornos que cuelgan de las fachadas junto con los comercios, bares y restaurantes, se respira un aire bohemio y artístico que les confiere un singular encanto. Nos detendremos en Fener y, casi al azar, elegiremos para celebrar el aniversario con una comida de mediodía el que reza como Ballad Restaurant o Ballad Turizan Restauran (sic). Su patio interior, bien sombreado, tiene una terraza elevada al fondo y una decoración sencilla y original que le da ese punto de agradable ambiente decadente y calculadamente descuidado antes citado. Seguimos de celebración, así que pediremos unos platos a base de pollo, falafel, tortilla francesa con vegetales más unos estupendos postres de dulces e infusiones, todo ello muy bien preparado y presentado en raciones generosas por el razonable precio de unos 15 euros por persona. Conclusión, una muy buena experiencia para celebraciones o por el simple placer de compartir mesa y sobremesa.
De nuevo el tranvía nos acercará ahora a las proximidades del puente de Gálata y, debido a las obras que se están acometiendo para completar el trayecto, caminaremos un trecho hasta tomar una estrecha calle de subida hacia el Gran Bazar. Esta calle y todas las que le siguen y desparraman ladera arriba forman un soberbio laberinto bullicioso de tiendas y locales de toda clase, enorme y difícilmente descriptible. Avanzas con cierta dificultad sorteando a la gente y bien podría darte la noche si pretendieras detenerte en la mayor parte de esta ingente maraña de establecimientos.
Tras este enramado de calles acabaremos tropezando con una de las entradas a otro laberinto, cubierto y bien organizado, que es el famoso Gran Bazar. No sólo es admirable por su organización y la extensa variedad de mercancías que se distribuye por sus calles, sino también por la misma arquitectura que sobresale en sus cubiertas abovedadas y la decoración pintada de muchos de sus techos. El ambiente casi fantástico de mercado oriental se continúa aquí, bajo techo, como en la magia de un relato de Las mil y una noches. ¿A quién puede extrañar no resistirse a llevarse algo de todo cuanto se expone en cada parada, aunque no se sepa muy bien para qué?
Después de deambular por el Gran Bazar alcanzamos a salir a la Plaza de Beyazid para pasear hasta la Pequeña Santa Sofía una vez atravesado el barrio de Sultanhamet y la explanada que se extiende entre Santa Sofía y la Mezquita Azul. Y todavía quedan unas horas de celebración a la vuelta al hotel en la pastelería emblemática Hafiz Mustafá, una de las de esta cadena fundada en 1864 y a la que volveremos. Porque las celebraciones son así.
González Alonso

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