Valderrobres, donde Teruel existe

P1240213El Maestrazgo, donde Teruel existe

VALDERROBRES
18 de abril de 2023

A la entrada del Maestrazgo nos espera Morella, guardián aupado a lo alto de la sierra, vigía del valle que se abre hacia los límites costeros de Castellón. Hace años –muchos- nos aupamos a sus calles y su alcazaba; todavía bullen en la memoria la huella de sus estrechas callejuelas empinadas y la envidiable vista del entorno desde las torres almenadas del castillo. Hoy, sin embargo, seguimos adelante dejando a nuestra izquierda el acceso a su belleza y su historia. El Maestrazgo se nos abre por estas rutas hasta el lugar de Valderrobres y el río Matarraña que lo divide en dos; sobre su margen derecha y a los pies de su monumental iglesia adosada al castillo gótico, se despeña de manera ordenada el pueblo de piedra y madera en un laberinto de escaleras y retorcidas callejas, recovecos y rincones sorprendentes adornados, muchos de ellos, con macetas de flores vistosas, paredes emparradas y la casa de un artesano del esparto con sus herramientas y materiales sobre la misma calle y apoyados contra la fachada antigua de la vivienda y taller. Algo de vida antigua abriéndose paso entre la vida nueva.

P1230998En el estrecho y abigarrado conjunto urbanístico y monumental sobre la orilla del río encontramos el centro del pueblo que lo ocupa la Plaza del Ayuntamiento. Y en esta estrecha vía principal encontramos los inmuebles que acogen hoteles, bares, restaurantes y otros establecimientos como la Oficina de Turismo, tiendas de productos típicos o el antiguo Casino. Por un pasadizo sobre la calle, alzado entre el edificio del Ayuntamiento y el que ocupa la actual y centenaria Pensión La Plaza, se sale a un pintoresco puente de piedra que une la parte histórica del pueblo con la más moderna y actual, en un fuerte contraste que explica mucho del devenir según las diferentes épocas. El puente, cordón umbilical de la historia y transformación de Valderrobres, se sostiene sobre el cauce represado del Matarraña sobre cuatro pilastras con tajamares apuntados y escalonados que unen cuatro arcos apuntados, o casi apuntados, de manera irregular, siendo más elevado el que se eleva sobre el centro del río, lo que hace que el paso del puente se eleve desde sus dos extremos hasta su parte central en la que se alza, sobre un lateral, una elevada columna cuadrangular rematada por una farola.

Otro puente de hierro de estructura singular hará la misma función a escasos cien metros aguas arriba, dando paso a toda clase de vehículos a la otra orilla del pueblo. Será aquí donde encontremos la parte comercial y de servicios con zonas de aparcamiento, tiendas, supermercados, un teatro, bares, servicios médicos, farmacia, centros de enseñanza y de la tercera edad o residencia de ancianos.

Los montes calizos que circundan el pueblo, cubiertos de una espesa y verde capa deP1240025 arbolado, nos regalan la imagen de un lugar apacible que se conjuga con la serenidad de los chopos que adornan las orillas del río, allí donde las casas no se elevan sobre ellas con sus muros y balconadas, reflejándose en sus aguas unos y otras entre el estrepitoso e incesante croar de las ranas.

Pasear el pueblo por una y otra orilla, explayarse en la plaza del Ayuntamiento sentado en la terraza de alguno de sus bares, comprar buenos quesos y aceites de la comarca, curiosear en las tiendas, es una actividad que no excluye las visitas obligadas del Museo y los monumentos emblemáticos de su iglesia y castillo, restaurado con el buen criterio y el esfuerzo económico de las gentes del pueblo organizados en una asociación. De todo ello, se concluye con un conocimiento más cercano de la larga historia del lugar y los avatares de la vida de sus gentes. Y da para mucho.

González Alonso

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