Milenarismo.- La marea que no cesa

frescosdesanisidorodeleonMILENARISMO
La marea que no cesa
III Milenio

En los años 70 del pasado siglo XX, jóvenes y audaces, contemplábamos con curiosidad y ánimo de cambio el horizonte del siglo XXI y el nuevo milenio. Los pilares de la sociedad, sostenidos en la política totalitaria de la dictadura impuesta en España tras la guerra civil de 1936, se tambaleaban. Éramos muchos, y desde los más diversos estratos sociales, quienes empujábamos y confiábamos en demoler aquellos sustentáculos y cimientos, como finalmente ocurrió. Y, también muchos, lo veríamos armados de ideologías utópicas que habían conseguido alcanzar el poder con resultados catastróficos en países como la Unión Soviética, China o Cuba. Pero no lo vimos, o no lo supimos ver y mucho menos creer. Tan grande era la herida de una guerra civil española seguida de otra mundial. Y tan grande la esperanza.

milicias-anarquistasEl caso es que, en aquellas inciertas circunstancias, se abrió entre nosotros un espacio jocoso de conversaciones en torno al milenarismo. Parecíamos entender la llegada de un mundo nuevo, en libertad y justicia, tras los desastres de las guerras y al calor de las revoluciones. Y, entre bromas y veras, el milenarismo iba tomando la forma concebida de un futuro inmediato.

Pero, ¿por qué –ahora- volver a hablar del milenarismo? ¿Qué datos invitan a ello? ¿Quiénes y con qué intereses promueven y divulgan, de manera oscura o a las claras, estas ideas?

Observemos, en principio, cómo se revela diariamente esta inclinación a volver sobre el tema  cuando ya bien entrados en el siglo XXI y un nuevo milenio seguimos en un mundo que no despega de los problemas consuetudinarios que parecen haberse incrustado en las sociedades como normas no escritas que se cumplen porque desde los mismos orígenes de la humanidad se han hecho costumbre en el tiempo y parecen ser esencia misma del ser humano. La violencia, la ambición, el poder, las desigualdades y las guerras nos acompañan como una maldición al lado de la aceptación e incluso su defensa o justificación, extendida entre las poblaciones que aceptan la necesidad de estos males a la vez que se expresa una vocación solidaria, pacifista e igualitaria entre otro amplio número de personas. A veces, incluso, quienes justifican la guerra se declaran pacifistas. Así se compone este oxímoron de la historia humana como el suceso real de la crueldad compasiva que nos empuja, como especie, de igual manera a la destrucción que al progreso.

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Al respecto, no puedo dejar de mencionar algunas de las características milenaristas que se nos revelan a diario en los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, a los que se suma hoy día el efecto devastador de las redes sociales y la poderosa red mundial que llamamos internet, generadora de noticias falsas, propiciatoria de informaciones serias y rigurosas al lado de infundios por millones y que crea expectativas e ilusiones para vender todo lo imaginable; un zoco o mercado gigantesco a nivel universal.

La globalización –que siempre ha existido en todas las civilizaciones y culturas- hoy es total. Además, el valor relativo de la velocidad de los cambios que marcó épocas pretéritas ahora ha desparecido y pasado a ser absoluto. Todo se mueve y pasa a velocidad de vértigo. Es imposible digerir, ni siquiera acceder, a una ínfima parte de la información generada y puesta en circulación. Ser selectivo es un trabajo que la inteligencia artificial puede llevar a cabo. Pero la inteligencia artificial también es manipulable y costosa. En esta situación, la inestabilidad es lo permanente y los riesgos de alcanzar a traspasar los límites de un peligro real de confrontación total en una guerra nuclear cada vez se rozan y transgreden con mayor frecuencia. Suena a catastrofismo muy milenarista. Pero añadamos otras circunstancias proclives a este pesimismo de un milenarismo cada vez más generalizado.

antropologia-globalizacion-culturalEl cambio climático ya es una dura realidad con un evidente y sensible calentamiento del planeta advertido hace décadas por los científicos y perceptible en todas las latitudes de manera incontrovertible en las temperaturas, régimen de lluvias, ciclones y huracanes, la desaparición de las estaciones de las regiones templadas, el deshielo de los glaciares y los polos, la extensión de las pertinaces y las cada vez más largas sequías junto a la desecación de ríos y subida del nivel del mar. Todo esto es evidente, digo, para cualquier observador y sufridor de los cambios, menos para los negacionistas. Pero estos comen de su irracionalidad en abrevadero aparte.

Puedo suponer probable que las causas del cambio climático se encuentren más en la propia vida y actividad de la Tierra y sus ciclos que en la insensata actividad humana en su crecimiento poblacional con la explotación de los recursos energéticos; pero no se puede negar –al menos- su influencia en la aceleración de estos cambios. No sé si las soluciones para frenar o ralentizar el cambio climático serán suficientes o bastantes o llegarán a tiempo o ya tarde. Las energías limpias y renovables pueden ser la alternativa; el sol, el viento, las mareas o la conquista definitiva de la energía atómica podrían ser el camino si, superando la ya conocida y arriesgada fisión del núcleo, se consiguiera generar energía a partir de la fusión nuclear. Los cambios estratégicos en el manejo, control y explotación de  las fuentes de energía comportarían cambios paradigmáticos sociales; el concepto de propiedad privada y de bien particular o común, la movilidad, la habitabilidad, la distribución de la riqueza y el transporte, se regirían –como exigencia- por nuevas normas de funcionamiento en el horizonte común de mantener de forma sostenible la habitabilidad humana del planeta. Pero las grandes corporaciones y empresas, junto con los bancos, tratarán por todos los medios de apropiarse el control y explotación de los nuevos recursos. Si fuera así, todo cambiaría para no cambiar nada.

milenar1bisOtro síntoma milenarista que creo reconocer lo encuentro en el inusitado nihilismo impreso en los grupos humanos en los que, desde el negacionismo y el desprecio de todo principio moral, seguimiento religioso fanatizado o actitudes políticas y sociales disparatadas, se va instaurando el predominio de ideas de contenido negativo y carácter delirante. En este contexto enfermizo de disgregación proliferan cada vez más los profetas anunciadores de ideas como la existencia de vida inteligente extraterrestre y seres de otras galaxias que desde siempre nos han visitado, han experimentado con nosotros y dirigen los avances científicos y tecnológicos. Convertidos en una probeta de experimentación hay o creen encontrar extraterrestres en cada piedra levantada o por levantar en cualquier lugar del mundo. Es una obsesión enfermiza que, en parte, persigue eludir la responsabilidad de nuestros actos para transferirla a las intenciones de otras entidades de las que somos su creación directa –caso del Génesis- o a través de manipulaciones genéticas y otras intervenciones fantásticas atribuidas a esas inteligencias no terrestres. En todo ello no se aprecia gran diferencia con las religiones en cuanto al sometimiento personal a la voluntad y mandatos de los dioses con la liberación de la culpa al aceptar vivir de acuerdo a dicha voluntad y mandatos. A fin de cuentas –piensa el creyente- si me equivoco actuando de acuerdo con los preceptos establecidos, la responsabilidad de mis actos será siempre de otro, ese ser superior del que vengo y al que obedezco a través de la voz profética de sus elegidos y enviados en forma humana o a los que han poseído de alguna manera y hecho portavoces de sus disposiciones.

6.-Danse_macabre_-_ou_lEmpire_..-696x547Podemos enumerar, entre los fenómenos milenaristas seculares en los cuales se han podido ver y leer el final de los tiempos, los relativos a la aparición y curso de los cometas en los cielos, los eclipses solares, las carestías, las plagas, la extensión de epidemias y la aparición de enfermedades desconocidas, las manifestaciones tumultuosas de protestas, los alzamientos violentos, las herejías o la corrupción de la Iglesia. Añadamos otros como el final de las ideologías, el fracaso de la puesta en práctica de muchas de ellas, la radicalización fanática de muchas religiones como la islámica, la extensión de los nacionalismos, la descarnada actuación del capitalismo, las democracias corrompidas y la persistencia del imperialismo y los choques entre los intereses geoestratégicos de los países con vocación imperialista como Estados Unidos, Rusia o China, principalmente.

No voy a dejar pasar la ocasión de apuntar someramente los orígenes y persistencia del milenarismo como final de estas digresiones reflexivas. Y así, es de saber y recordar que el milenarismo tiene su origen en el Apocalipsis de San Juan (96 d.C.) y su capítulo 20, donde afirma: El diablo permanecerá encarcelado en el abismo por mil años y Cristo reinará. El diablo, liberado, marchará por toda la tierra levantando contra Cristo las naciones. Caerá fuego del cielo, el diablo será arrojado a un estanque de azufre y ocurrirá el Juicio Universal con la resurrección de los muertos.

Joaquín de FlorsLa influencia milenarista nacida de la Iglesia alcanzó a la Ilustración y más tarde al marxismo. El ascendiente del monje calabrés Joaquín de Flor (S. XII) sobre los jóvenes hegelianos Marx y Engels (ideólogos del socialismo y el comunismo), así como Bakunin (ideólogo del anarquismo), fue decisivo como fuente u origen de dichas utopías. De las tres etapas de la historia de la humanidad señaladas por Joaquín de Flor, la tercera significaría el advenimiento de un estadio de plenitud y bienaventuranza caracterizado por la libertad, el amor, la santidad, la inocencia y la armonía contemplativa. Como se ve, aspiraciones compatibles con el socialismo, el comunismo o el anarquismo y asumidas en sus fines.

Para acceder a ese tercer estadio mencionado harán falta, no obstante, cambios y transformaciones tan dolorosas como enormes guerras y grandes enfrentamientos que Joaquín de Flor achaca al Anticristo, antes de ser finalmente derrotado y darse la conversión del pueblo judío.

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Es fácil entender la coincidencia con el milenarismo, desde las ideologías de los siglos XIX y XX, en la función y el valor de las revoluciones que, tras la derrota del sistema capitalista como representación del verdadero infierno y la instauración del socialismo, se anuncia  la llegada prometida de un mundo libre y feliz. Además de los mencionados Carlos Marx, Federico Engels y Bakunin, figuras tan influyentes y relevantes como Robert Owen, Lamennais y Wilham Weitling forman parte del elenco de intelectuales comprometidos con estas ideas. Y, ENGELSjpgactualmente, podemos citar a John N. Gray, que en su libro “Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía” (2007), afirma sin ambages la existencia de un milenarismo secularizado con expresiones desastrosas en los proyectos políticos que Bakunin-Acracia-Nombres-en-la-historia-672x358alcanzaron el poder. A este utopismo secular le adjudica un origen que arranca de las ideas apocalípticas de los primeros cristianos. En el mismo sentido trazado por  J.N. Gray, Norman Cohn (En pos del milenio.- 1970) desarrolla la tesis sobre un milenarismo relacionado estrechamente con los fundamentos revolucionarios del siglo XX.

norman-cohn-1423168Como anécdota relacionada con la actualidad del milenarismo, aún recuerdo aquella intervención del iconoclasta y libertario dramaturgo Fernando Arrabal en el programa “El mundo por montera” y en el canal 1 de T.V.E. presentado por Fernando Sánchez Dragó, otro indefinible personaje de las letras y el milenarismo (Gárgoris y Habidis: Una historia mágica de España.- 1978). Fernando Arrabal, borracho y tartamudeante, en un espectáculo surrealista y propio del teatro “pánico” que él mismo inventó, exclama frente a las cámaras y antes de desmayarse: “El milenarismo ha llegado”.

Incluso en el padrenuestro, esa oración que se le atribuye a Jesucristo, aunque su origen es muy anterior cuando ya se rezada en las comunidades precristianas judías de Qumran, se pide: Adveniat regnum tuum (Venga a nosotros tu reino).

Como se puede comprobar, el invento milenarista que nos amenaza como especie y compromete nuestra supervivencia en el planeta no sólo pervive, sino que se desarrolla a velocidades inusitadas gracias al desarrollo tecnológico de las comunicaciones y la capacidad de generar imágenes, noticias falsas sobre cualquier cosa y la credulidad de lo increíble. Quizás el esperar lo peor sea la manera más natural de conjurar el miedo a lo desconocido.

Vivir en un permanente memento mori no nos salvará de la muerte. El terror infundido a las gentes paraliza su capacidad de actuar y las hace más manejables, aceptando por inevitable o sentencia del destino lo que sólo obedece a los intereses económicos y políticos del puñado escogido de personas que promueven la creación del clima propicio para llevar a cabo sus actuaciones e incluso presentarlas como buenas y salvadoras. Ellos son los falsos profetas.

MAFALDAPues hasta aquí hemos llegado. De lo que siga, ya se dirá. Quiero recordar, no obstante, una tira de Mafalda –el genial personaje del caricaturista argentino Quino- en la que Felipe, los dos de espaldas y mirando al mar, le hacía la pregunta retórica: ¿Sabés, Mafalda, que un día tenemos que morir? Y Mafalda, impertérrita, le responde, más o menos: Morimos un día, pero tenemos que vivir todos los demás. Y podemos agregar que –además- no son muchos. Más allá de la distracción de los milenarismos, me quedo con el memento vivere de Mafalda o el renacentista carpe diem. No nos dejemos distraer. La vida es bella, una experiencia única e irrepetible. Que no nos la roben.

González Alonso

6 comentarios en “Milenarismo.- La marea que no cesa

  1. No conocía la existencia de esa doctrina, creo que es la primera vez que escucho ese término de «el milenarismo». La verdad es que ciertamente la velocidad con la que parece que se desarrollan los acontecimientos, el desarrollo tecnológico y la degradación ambiental produce algo de vértigo y sin embargo estoy de acuerdo contigo; refugiarse en el nihilismo o pensamientos apocalípticos a lo único que parece que nos lleva, en cierta manera, es a escurrir el bulto, a eximirnos de nuestra responsabilidad de (con)vivir. Me quedo también con el vitalismo de Mafalda y además me arriesgo a añadir, más allá de la inteligencia artificial, en la vida cotidiana un modesto «sapere aude». Saludos.

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    • Eres muy joven y -más allá de la historia del término- su renovación o puesta de actualidad ocurrió años antes, un par de décadas, del cambio de siglo y milenio. De todos modos, de una u otra manera, los rasgos milenaristas permanecen activos y alimentan la irracionalidad de muchos programas de televisión y noticias (la última que acabo de leer es sobre el cráneo de un animal desconocido para la comunidad científica hallado en León. Ya hay quien apunta a un origen extraterrestre).
      Estamos de acuerdo, y me alegra, en los aspectos fundamentales que he querido señalar en el artículo. Me apunto a la cita de Horacio y tu modesto «sapere aude» (Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe). Mil gracias, y salud, Esther.

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  2. Querido lector/a. La cita del día de hoy es de un autor, que me ha marcado mucho: Jiddu Krishnamurti. Te invito a pasarte por mi blog y comentarla.

    Feliz día consciente.

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    • Amiga Isabel, se agradece -y mucho- el comentario a un artículo un poco largo para lo que se acostumbra en estos foros y teniendo en cuenta que casi nadie lee algo que sobrepase el minuto de atención. En fin, que es una suerte encontrarse con personas de verdad interesadas en los diferentes temas que se nos presentan, aunque ya sé que en tu caso, poeta y escritora, este plus de atención e interés te es propio por derecho. De nuevo gracias y un abrazo. Salud.

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