Las eras

Las eras

La trilla en las eras deLa Pola de Gordón (León)

A la orilla derecha del río Bernesga se extendía un pequeño salgueral y se alzaba una chopera. Desde la chopera hasta la carretera de la estación teníamos Las Eras. Lugar de todo y para todo. En fiestas, para los bailes, colocar las cantinas, caballitos -si llegaban-, hacer la carrera de rosca o, incluso, correr las cintas a caballo.Tampoco podían faltar los eternos partidos de fútbol con unos balones pesadísimos de cuero, con cámara de goma y cerrados con un cordón que había que atar. Otras cosas pudimos ver menos conocidas y tradicionales, como alguna prueba de habilidad con coches salvando obstáculos cuando mediados los años 60 en el pueblo se abrió una autoescuela.

Pero en el verano, Las Eras eran la trilla. Pegaba fuerte el sol de agosto a mediodía, y por la tarde pesaba como el plomo. Los guajes nos arremolinábamos en torno a la trilla, a la sombra de los chopos o de los árboles más frondosos de la orilla de la carretera, sentados al pie del murete de piedra que la separaba de Las Eras, observando el enganche del trillo a las vacas, mirando las parvas preparadas y esperando alguna llamada del estilo: ¡eh, tú!,¿¡subes al trillo!?. ¿Que si subías? ¡Lo estabas deseando! A veces, precavidos, llevábamos una gorra y allá íbamos. Nos colocaban atrás, para hacer peso, dos o tres, según la necesidad de aplastar la trilla, la fuerza y la paciencia de las vacas. En ocasiones, algún mayor tenía el privilegio de ir delante, con la ijada y la pala, de pie, conduciendo la pareja de vacas y atento a manejar la pala cuando éstas alzaban el rabo…

También hacíamos otras tareas, como ir con el botijo a buscar agua al caño de la estación, o a la cantina a buscar una bota de vino clarete.

Trillando en las eras de La Pola de GordónPero a veces las vacas «mosqueaban«. Los tábanos las acosaban y el calor y las vueltas y vueltas sobre la parva las sacaban de sus casillas. Y salían escopetadas, corriendo sin control. Entonces los gritos, los juramentos, la vuelta a tomar las riendas de la situación, esperar a que se apaciguaran y descansaran un poco los sufridos animales, echando un trago del botijo o de la bota, que según, y «mecagüen tal» la madre que las parió, que hay que esperar, chaval, y que como se arme tormenta… Porque eso sí, las tormentas eran un peligro para la trilla.

Algún accidente grave pudo ocurrir; pero por fortuna -el destino estuvo con todos- nunca sucedió. Como cuando en uno de estos mosqueos de las vacas, las vi salir corriendo, con trillo, amo y despavoridos guajes, directamente a meter la cabeza contra el muro de la orilla de la carretera. Y allí se quedaron, empujando contra las piedras. Lo peor de todo era que mi hermana estaba entre los cuernos de una de las vacas. Y el amo, que no recuerdo quién era, estaba más espantado que las mismas vacas temiendo algún fatal movimiento de los animales. Al final, vi cómo alzaban a mi hermana cogiéndola desde encima del muro y poniéndola a salvo a la orilla de la carretera. Los juramentos de enfado, desahogo y alivio del atribulado dueño todavía resuenan en mis oídos. A partir de entonces, mirábamos sentados encima del muro, por si las moscas. Las malas moscas, quiero decir.

González Alonso

La calle de la estación de La Pola de GordónLa Pola de Gordón años 60-06_o

4 comentarios en “Las eras

  1. Me hiciste recordar mi infancia, Julio. Vivencias de las eras, cuando era niña, mi padre tenía una silla para que yo me sentara en el trillo y trillara la cebada recién segada dando vueltas y vueltas a la parva. El trillo tirado por dos mulas. El calor. Tanto trabajo. Y siempre mirando al cielo. Gracias Julio. Un abrazo fuerte. Salud, amigo.

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  2. Qué bonito, tus recuerdos me han traído muy buenos recuerdos de mi primera infancia, la primera vez que pasó un circo, y efectivamente, la carpa la armaron sobre las eras, a las eras me iba también con mi hermano a jugar, allí también fue donde jugábamos con los niños mayores a hacer teatro, con requisitos hechos con los papeles dorados o plateados de los paquetes de tabaco. Hermosos tiempos los que nos haces revivir, sencillos, duros quizás, pero plenos de ilusión. Saludos

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    • Pues mira, Esther, en esta pequeña rememoración de las eras no he citado todos los usos que se le solían dar, como la instalación de los modestos circos que pasaban por los pueblos (recuerdo la emoción de su llegada y la atención con que seguíamos los guajes todo el montaje) y también el montaje para las fiestas, al fondo el templete para la orquesta y alrededor las tascas construidas para la ocasión con palos y ramaje de los chopos. En las eras se pinaba un chopo pelado (lo llamábamos pinar el mayo) y, convenientemente preparado, se usaba para hacer cucañas escalando los mozos por el tronco hasta alcanzar el premio. También, además del baile y las cucañas, las eras servían para hacer partidos de fútbol con precarias porterías o hacer «la carrera de rosca». En fin, una maravilla de lugar que -en el caso de i pueblo- acabó enterrado pajo el ladrillo de una urbanización horrorosa. ¡Cosas de los tiempos! Un abrazo, gracias y salud.

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