No nos dejes a las puertas de Estambul, Bizancio,
la soñada Constantinopla; y acércanos
de la mano de Kavafis
a la ciudad milenaria y su atmósfera abrasada
de versos épicos,
altares perfumados y callejuelas de tiendas
y de historias,
de alcobas de amor en la carne de los jóvenes
que se entregaron sin pudor
a la voluptuosa sensualidad de los cuerpos abrazados,
atónitas las miradas
de los moralistas rigurosos.
Acércanos a las tabernas donde corría el vino
griego de su verbo, Constantino
el alejandrino, el que amó la luz adolescente
y lasciva
de Bizancio,
la inmortal Constantinopla, Estambul
ciudad única y radiante,
la misma que ofreció en ebrios cálices de besos
su sexualidad arrolladora y fecunda
para la poesía de versos inmortales.
Los que quedamos, una vez, a sus puertas,
miramos con envidia en la distancia.
No renunciamos;
ni podemos quejarnos –como se queja el poeta-
de haberla perdido,
pues nunca la tuvimos. Esperamos pacientes. Pero no renunciamos.
No renunciamos nunca
y esperamos, pacientes,
para que quepa, más tarde,
la queja.
Julio G. Alonso
El poema A las puertas de Estambul forma parte de la publicación de la Antología de poemas Alaire (enero de 2009)
Un hermoso poema para la ciudad, que fue llamada «la ciudad de la amargura» por el premio nobel Omar Pamuk, en su libro «Estambul». En cierto modo, este poema me gusta sobremanera, porque siempre he sido y siempre seré un enamorado de Estambul. Hermoso poema, muy hermoso, amigo Julio.
Un abrazo.
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Al lado de este Estambul dejé otra ciudad fantástica y mítica para Kavafis, como fue Alejandría. No conozco ni una ni otra. Aunque estuve una vez en Turquía, no tocó la parte occidental, sino la Capadocia y Anatolia, en el sur. Por ello, tan simbólicamente como literalmente, estoy todavía a sus puertas. Aunque el poema pretende aludir a más puertas, como las del conocimiento y la libertad, son pretensiones -en fin- que quedan un poco lejos del alcance de mis posibilidades. Pero celebro, me gusta y me sirve de ánimo para descubrir físicamente Estambul el que tengas a esta ciudad entre las ciudades de las que enamorarse. Con un abrazo.
Salud.
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Qué rima, qué libre, qué siempre poeta con queja y sin.
!Feliz de pasar por tu lar!
!Besossssssssssssss!
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Feliz yo, amiga Mónica, de recibirte en mi casa con ese regalo de amabilidad y estupendas palabras.
Salud.
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Agradecido, Pablo, de que hayas incluído este poema en el trabajo sobre Estambul de tu cuaderno Metáforas XXI. Más pronto que tarde, entraré en Estambul.
Salud.
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