Historia de una maestra.- Josefina Aldecoa

2427Historia de una maestra
Josefina Aldecoa

Editorial Círculo de Lectores.- Barcelona, 1991

La Generación del 50 cuenta, entre sus miembros, con la figura de la escritora leonesa Josefina Aldecoa, nacida a orillas del río Bernesga en La Robla el año 1926. Josefina Aldecoa es el heterónimo de Josefina Rodríguez Álvarez; el apellido literario Aldecoa lo tomará de su marido, el escritor alavés Ignacio Aldecoa. Josefina, que no quiso publicar su poesía por considerarla irrelevante, se formó como maestra influenciada por las directrices de la Institución Libre de Enseñanza de la que formaron parte su madre y su abuela. Participará en la revista literaria Espadaña en la que se propugnaba la escritura de una poesía comprometida de tono desarraigado y existencial. La revista, publicada en León e impulsada por Victoriano Crémer, Antonio González de Lama, Eugenio García de Nora, Manuel Rabanal y Luís López Santos, fue un revulsivo en el régimen de la dictadura franquista.

Josefina Aldecoa maestraLa “Historia de una maestra” de Josefina Aldecoa es un homenaje a la memoria de su madre y un testimonio histórico del difícil y tortuoso camino de la Enseñanza en unos tiempos convulsos en los que las desigualdades sociales, los privilegios y el control ideológico de la Iglesia chocaban con las aspiraciones a la educación, la igualdad de oportunidades, las libertades políticas y los derechos de la clase obrera y campesina. En este contexto, la joven maestra se lanzará a la aventura de un trabajo educativo cargada de esperanzados ideales para formar personas libres y emancipadas de la tutela moral e ideológica de la Iglesia y las clases dominantes. Y su experiencia dará comienzo en Guinea Ecuatorial, la colonia española en tierras africanas donde a la situación política de la península se sumaba la de la colonización y los derechos de los nativos.

Ya en España, la maestra recorrerá los pueblos de la montaña leonesa chocando con la precariedad de recursos y la mentalidad conservadora que ve en la educación un valor secundario; una sociedad atrasada para la cual lo primordial es la subsistencia a base de trabajar mucho, cuanto antes y en condiciones precarias.

A lo largo de la historia que la maestra va desgranando se multiplican los referentes leoneses en gestos, costumbres y usos lingüísticos que fotografían con nitidez el momento histórico narrado. Harán su aparición, por supuesto, el amor y la pasión junto a los problemas y las soluciones, temas como las agresiones sexuales, la asignación de roles a hombres y mujeres, y los desajustes de los programas educativos para dar respuesta a los mismos, así como las esperanzas depositadas en el nacimiento de la II República para hacer de la educación una herramienta de transformación social y cultural en orden a la justicia y las libertades políticas.

Se postulará, en definitiva,  una escuela laica,  la coeducación en las escuelas mixtas, sinjosefina-aldecoa discriminación de sexo, en igualdad y libertad. Muchos de aquellos maestros se adelantaron con técnicas educativas innovadoras que ponían al alumno en el centro del proceso educativo para hacerlo protagonista de su formación y el desarrollo de su personalidad para hacer de cada persona un ciudadano libre y con capacidad crítica. A ello contribuyó el método desarrollado por Freinet.

A este ambiente entusiasta contribuyeron, sin duda, las Misiones Pedagógicas de las que se da cuenta en el libro, así como la actividad desarrollada en las clases de adultos que posibilitaban el avance en temas como la conciencia de la condición de la mujer.

El libro, que se presenta como una narración de los recuerdos de la maestra para su hija, está escrito con una aparente sencillez y claridad. A medida que se suceden los acontecimientos una atmósfera gris va envolviendo la vida de los protagonistas en sus frustraciones y desafíos hasta precipitarse en la muerte violenta, la de proyecto educativo, la del proyecto social y la de una generación de maestros comprometidos con la república. La guerra civil española de 1936 será el epílogo, con sus funestas consecuencias, de un sueño que, por un momento, acarició un cambio para traer el progreso a una España anclada en el siglo XIX. Además de la muerte en las trincheras, los fusilamientos, las cárceles, asesinatos, fosas comunes y la represión de un régimen dictatorial impuesto al final de la contienda tras la derrota del gobierno de la República hicieron de la historia de España una historia triste porque, como escribió Gil de Biedma, siempre acaba mal.

Poco más se puede decir. Los años han pasado y se han ido produciendo cambios profundos en España con la recuperación de la democracia. Pero la lectura de este libro nos recuerda dos cosas. Una, las libertades conquistadas hay que defenderlas día a día porque siempre amenaza el riesgo de perderlas. Dos, en las cunetas y fosas comunes todavía permanecen enterrados miles de personas que fueron asesinados por ser fieles a la República o simplemente por pensar libremente; en muchas ocasiones, por envidias. Y las dos cosas requieren nuestra constante atención de cara al futuro. Creo que el testimonio que nos presta Josefina Aldecoa no puede arrinconarse en el olvido.

González Alonso

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