AINHOA ARTETA EN EL AUDITORIO DE VERA (ALMERÍA)
12 de abril de 2025

Esto no puede ser más que un comentario, la relación de algunas impresiones y nunca una crítica musical. Porque solamente puedo hablar como espectador y como oyente, no como entendido, de un concierto de música culta. En el escenario, Ainhoa Arteta y el pianista Duncan Gifford.

La vida personal de la cantante soprano Ainhoa Arteta ha pasado por serios momentos en los últimos cuatro o cinco años. Creo entender que una grave enfermedad la puso al borde la muerte, perdió un dedo de una mano y otro de un pie y, tras el largo periodo de tratamiento y recuperación, también perdió la voz.

El golpe terrible que sufrió la cantante tolosarra no consiguió derrotarla y sumirla en la desesperación y el abandono; la prueba es cómo enfrentó el concierto, con que entrega, entusiasmo, maestría y generosidad. Ha recuperado la voz y creo que volverá a cantar ópera.

El programa ofrecido en este concierto fue variado y muy bien escogido. Al piano, el virtuosismo de Duncan Gifford se hizo notar al acompañar las interpretaciones de Ainhoa y consiguió emocionar con sus interpretaciones en solitario al respetable público que abarrotó el auditorio.

Podría perderme en elogios con la pretensión de poner de relieve las bondades del concierto. Pero no será necesario. Ainhoa Arteta, además de cantar de manera excelente las canciones, nos transmitió emociones añadidas con su semi interpretación de las mismas, buscando una tarántula por aquí, por allá, por entre el patio de butacas o por debajo del piano de cola, así como con su expresión corporal subrayando el mensaje de cada canción. Canciones breves, hermosas, y una aria en la que la vimos disfrutar con su arte. Porque, fundamentalmente, se trata de sentir y disfrutar comunicando a su público la belleza de cada pieza musical.

Yo, personalmente, agradecí las explicaciones previas, las anécdotas y la manera desenfadada -huyendo de solemnidades- de presentar cada tema. Porque desconozco la historia de la música y los entresijos de la composición. De esa manera pude acceder con mayor seguridad a los mensajes de las letras y la partitura, entendiéndolas en su contexto. No puedo presumir de haber conseguido llegar a muchas de ellas, pero sí me emocionaron bastantes, como el tema Automme (Otoño), de Fauré, representante del “impresionismo” desarrollado en la música, como nos explicó Arteta. Otras piezas que me llegaron más, fueron el Sogno d’or, de Puccini o la Jota, de Falla. La serie de Granados con las majas de Goya me pareció también muy impactante.

Pero lo que más recuerdo con emoción son los poemas de Antonio Gala musicados por Antón García-Abril, compositor de la parte musical de algunas series de televisión míticas, como las de “El hombre y la tierra” (Félix Rodríguez de la Fuente), o “Anillos de oro” (Pedro Masó). Según contó Ainhoa, tuvo el privilegio de conocer a Antonio Gala y Antón García-Abril, para quienes interpretó estas canciones, recibiendo su aprobación entusiasta y que fue motivo de que se cimentara entre ellos una gran amistad. A esta anécdota se unieron otras, alguna de ellas un tanto comprometidas como la que vivió en la Casa Blanca ante el presidente Bill Clinton cuando intentaba explicar el tema de una canción que hablaba de la relación de Goya con una amante y ya se había desatado el escándalo sexual del presidente estadounidense con una becaria.

Resumiendo, una estupenda tarde y noche musical que nos regaló Ainhoa Arteta acompañada por el pianista Duncan Gifford en la que no solamente disfrutamos la música, sino que también aprendimos algunas cosas sobre la música y los músicos de una manera desenfadada y divertida, lo que -demostrado queda- no le resta seriedad ni rigor a la interpretación. El lleno total del auditorio respondió muy agradecido con sus sonoros y sinceros aplausos. Hasta aquí.

González Alonso