Eran con su luz vestidas
musgo de la mañana,
cuando pasan por delante de tu puerta
y se detienen, miran.
Eran del alba
picos abiertos de pájaros a la claror del día,
olas de brumas rasgadas
en los faedos, otoño en abesales de sueños
como sangre sujeta a las raíces
de los miedos. Ay, qué quietud y qué frío
por los hombros; qué sombras
por lo oscuro de los ojos, brocales
de pozos de oscurecidas aguas.
Eran del alba como del labio el beso
y una flor encarnada.
Vienen en sones de campanillas, titilando
en plata de cruces y de ramas;
así vienen con su canción ya muerta por la boca
y los espejos de la madrugada. Eran
del alba
las calles de León desiertas, silenciosas
las pisadas, aire en escarcha en las márgenes
del río. Del alba eran,
enamoradas.
González Alonso
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Entrañable amigo mío:
Evocar instantes, sitios, anhelos y esperanzas de la vida transitada, es una de las esencias de la poesía que más amo.
Cuando tal evocación se tiñe del ocre tardecino de algún pueblo, ciudad o continente, adquiere tintes de grandeza.
No la conozco, ahora sí a través tuyo. León, centro del poema, arrullo de reminiscencias guardadas al mágico instante de anunciar el alba.
Nessun Dorma, de la ópera Turandot, de Puccini, encierra la grandeza de una alba que anuncia con crudeza y majestuosidad el desenlace de la vida misma. Principio y fin, vida y muerte.
Dilegua, o notte!
Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle!
All’alba vinceró!
vinceró, vinceró!
En torno a tu poema, casi nada que agregar, tal vez mucho que decir. Por enésima ocasión te enseñoreas con tu espléndido lenguaje, exquisitas metáforas y cadencia ensoñadora.
Sé que tu circunstancia presente requiere paz y reflexión. Te dejo con tus profundos sentimientos.
Con todo mi aprecio:
Arturo
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Desde esta circunstancia necesitada de paz y reflexión, agradezco la ayuda de tus palabras y el alcance de las mismas, amigo Arturo. Con gratitud. Un abrazo.
Salud.
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Es sin lugar a dudas uno de los mejores poemas que te he leído, habiéndote leído tan buenos poemas. Pero éste tiene eso que le da a uno con el ala en el corazón. Siento a mi amigo Julio, al poeta total, en estos versos; como siempre, tan bien compuestos y de factura tan delicada, que se escapa de las formas y anda suelto por las calles de sus adentros.
Al fin y al cabo, somos en parte lo que hemos sido, y nos proyectamos en lo que somos hacia el futuro.
Te aplaudo este poema con absoluto fervor.
Un abrazo, y hoy, más que núnca, salud.
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Aseguras, con acierto, que somos en gran parte lo que hemos sido; agregaría, no obstante, que tengo la impresión de que, en otra gran parte, somos lo que no hemos podido dejar de ser. Pero, sea como sea, la vida nos coloca frente a realidades de las que nos toca aprender con humildad. La muerte a nuestro alrededor, cualquier tipo de muerte, es un poco la nuestra. Tiempo habrá en que la nuestra forme parte de la de los demás. Así, con la llegada de esas malas noticias al amanecer de un día de octubre, la memoria corre a resguardarse en las oquedades de los recuerdos que alimentan la mirada que, sobre el mundo, hoy tenemos.
Gracias por tu comentario en el que me muestras tanta amistad. Con un abrazo.
Salud.
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Querido amigo Julio:
En esta preciosa poesía presentas de una manera magistral tus “paisajes mentales leoneses”.
Seguro que has transitados por todos ellos, por el pequeño bosque (Faedo) situado en Ciñera de Gordón, cerca de tus raices. Faedo es un precioso y sonoro nombre que amalgama dos palabras: el haya(fagus) y la abundancia(edo), dicen que en ese bosque mágico habitan hadas, gnomos, arroyos cantarines y caprichosas hayas centenarias. Te has acercado a los brocales, para aventurar la profundidad de los pozos, elementos inmóviles y generadores de vida, a los abesales en los que la vida se arruga y el rocío se concentra, a esas calles que han contemplado el pasear de los reyes castellanos, de los hombres rudos y honestos…
Sitúas la poesía en el alba, ese momento del día en el cual el sol acierta a dibujar los más bellos colores, pero también uno de los instantes más importantes del día, no sólo en términos de hermosura y belleza sino también en lo que respecta a la noción que tiene que ver con el ciclo de la vida.
¿ Qué mas se puede pedir en una poesía? transitas por los mundos mágicos pero al mismo tiempo reales, dejando en el ambiente un halo de nostalgia pero también de esperanza.
Gracias querido julio, un abrazo
Santi
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Amigo Santi:
Así es, los paisajes leoneses alimentan los ecos de estos versos. El recorrido por el faedo de Ciñera, tan mágico como lo pintas, los abesales o lugares umbríos de los montes y las calles de la ciudad de León (¿paseadas por reyes castellanos? ¡Qué disgusto! je,je,je… Yo prefiero verla paseada por los reyes leoneses y las infantas Elvira, Urraca y Sancha…), digo que esos recorridos evocados al alba traen noticias tristes en los picos de los pájaros. Son los recorridos que me invadieron cuando a las cuatro de la madrugada el telefonó sonó para darme la noticia de que en León había fallecido mi padre. Todo el frío de la memoria se me metió en los huesos. Luego, más tarde, brotaron los versos…
Gracias, Santi por tu proximidad y calidez. Con un abrazo.
Salud
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Qué hermoso, Julio, en lo evocador, en las originales metáforas y también en la forma; venir a leerte es una bocanada de aire fresco; hasta esas noches heladas parecen más cálidas contadas desde tu admirable pluma, es un verdadero placer leerte. Un abrazo.
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Muchas gracias, Isabel. Sentirse así acompañado también ayuda a sobrellevar las duras noches leonesas en las que el frío se enseñorea de sus rincones y calles para hacer de mármol helado las noticias, las malas noticias.
Siempre un placer leer tus comentarios. Con un abrazo.
Salud.
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Aupa, Julio. Recibe un abrazo, aunque sea sombrío, de tu agradecido amigo.
No soy – ni pretendo – en absoluto, ser crítico literario, pero me gusta tu lenguaje castellano, y la honestidad de tus palabras. Gracias por tu poema.
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Amigo Ritxi:
Qué bien me sientan tus palabras de sincera amistad. Eres como escribes, y como el maestro don Antonio Machado diría, «un hombre bueno«. Me siento halagado con tus elogios, tengo que reconocerlo, cuando aprecias en mi lenguaje, que tú denominas castellano, aunque yo prefiera llamarlo español con pinceladas de «leonés» (faedos, abesales…), una belleza expresiva que yo, sin embargo, admiro en tus poemas a los que, frecuentemente, dotas de un estilo directo muy efectista. En fin, que con todas las gracias del mundo y un abrazo te recibo a este lado de Lucernarios.
Salud
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Julio, ¡chapeau!!! me encanta por lo evocador por las preciosas palabras que has utilizado:
claror, brocales, titilando, plata, escarcha, alba, enamoradas.
Pareciera como si León fuera una ciudad sutil amanecida del sueño…y por ello inventada, pero ve a saber gracias a qué o quién la tenemos ahí a nuestro alcance.
Un saludo
daniela
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León, ciudad sutil amanecida del sueño… No podrías haberlo expresado mejor, Daniela. La incógnita de la mano que nos la pone al alcance se resuelve en las circunstancias de haber respirado sus heladoras noches, vivido en la claridad de sus cielos rasgados por los pináculos de la pulchra leonina y de las noticias, malas noticias abrigadas de otoño, que llegan y te devuelven la imagen de la memoria teñida de presagios y ausencias definitivas, de asfalto ya sin pisadas.
Gracias por tus palabras. Con un abrazo.
Salud.
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