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Sala Kontainer Aretoa .- Bilbao, 25 de noviembre de 2011
Federico García Lorca subtituló esta obra como Drama de mujeres en los pueblos de España. La casa de Bernarda Alba, ambientada en el paisaje de la Andalucía natal del poeta, adquiere no sólo en la intención de su título, sino en su desarrollo y tratamiento temático, un valor universal en el alma de la mujer española y en las costumbres decimonónicas que alcanzaron con su peso mortal gran parte del siglo XX. De igual modo profundiza en la reflexión y denuncia de las relaciones de poder, cómo se establecen éstas y el modo de ejercerlas.
La obra representada por A-Teatral en la sala Kontainer de Bilbao lleva por título La casa. El hecho de obviar el nombre de Bernarda Alba pone de manifiesto la intención de subrayar el valor casi absoluto de la casa como representación de la mujer y su vida atormentada, la expresión de sus sentimientos, la represión y la castración impuestas por una sociedad llena de prejuicios y normas morales estrictas que sojuzgaban a las mujeres y, de manera paradójica, hacía esclavos a los hombres a los cuales pretendían beneficiar, obligándolos a mantener actitudes de dominación y considerando a la mujer como una propiedad, con un sentido del honor asentado en el orgullo y resuelto en lances de muerte.
La mujer a la que se asomó F.G.Lorca, sufre la represión de sus deseos y sentimientos; la sexualidad está al servicio de la familia y del hombre, y ésta se organizará más en función de los intereses económicos y sociales que de la libre elección de la mujer. Será la mujer también, en este caso de la mano de la madre Bernarda Alba, la que ejerza de transmisora de estos valores, imponiéndolos en su entorno de manera férrea y asumiendo el destino como una maldición milenaria de la que no se puede ni debe huir ni rechazar. Y todo ello llevado hasta un extremo axfisiante en el ambiente más enervante y caluroso del verano en el que transcurre la acción. De esta forma, la muerte y el suicidio se convertirán de forma dramática en la expresión de rebeldía ante tanta opresión, y la misma muerte violenta será negada por la familia para salvaguardar el buen nombre al que se sienten obligadas las mujeres que la componen. La joven no puede morir colgada de una soga en su propia casa, ni puede haber disfrutado a escondidas del amor de un hombre, el prometido de una de sus hermanas. Morirá, a los ojos de todos, en la cama y virgen.
Resulta llamativa la circunstancia de que, sin aparecer un solo hombre en escena, sea éste el protagonista alrededor del que gira la vida de las mujeres. Dos causas pueden explicarlo; por un lado, el amor y las necesidades sexuales de las mujeres, y por otro, el hecho de que conseguir a un hombre era el medio de abandonar la casa. El drama es que, tanto los deseos de la mujer como la configuración de un nuevo hogar, se llevarán a cabo desde la sumisión total e impuesta ante la figura del hombre.
Todos estos y otros aspectos relevantes de la obra de Federico García Lorca, se hacen patentes con rotundidad en la interpretación y puesta en escena del grupo A-Teatral. El elenco de las nueve mujeres que interpretan a Bernarda, sus hijas, la abuela de éstas y la criada, consiguen un ritmo sostenido del drama lorquiano con algunos momentos de intenso dramatismo y emoción, sobre todo en los momentos inicales de la representación y el desenlace de la obra. Las actrices se mueven con solvencia en un espacio escénico bien diseñado, bien pensado, y me pareció un acierto la decisión de hacer rotar a los personajes siendo representados sucesivamente por cada una de las actrices. El ambiente recreado con un vestuario austero, neutro, refleja de manera acertada el ambiente de la obra y ayuda a introducirnos en el clima apropiado. La diferenciación de los personajes se hace a partir de la utilización de elementos ornamentales sencillos: el bastón de Bernarda, la toquilla de la abuela, unos abanicos, un cuellecito, un pañuelo, una cruz… La luz y el sonido están muy bien manejados y los elementos escenográficos son simples y efectivos, cuatro bancos dispuestos en un espacio cuadrado rodeado por los espectadores.
La primera vez que pude ver este recurso de convertir el escenario convencional en un cuadrilátero alrededor del cual se disponen los espectadores, fue bien avanzados los años 70 del pasado siglo en el Teatre Lliure de Barcelona. En aquella ocasión los asientos estaban dispuestos en gradas y se trataba de un teatro nuevo y grande, destinado a ser el centro experimental dramático de Cataluña. Recuerdo cierta sensación de incomodidad y desconcierto, acrecentados por la utilización de las gradas también como espacio de actuación, con una proximidad tan estrecha con el espectador que te hacía compartir cada gesto y aliento de cada personaje. Luego, la magia del teatro me hizo olvidar esta circunstancia para disfrutar plenamente del espectáculo.
Desde entonces acá, naturalmente, muchas cosas han cambiado en las puestas en escena, con nuevos recursos y aciertos. La sencillez de la propuesta del grupo A-Teatral en la obra La casa, le da un valor añadido al contenido del trabajo, lo hace más eficaz en esa proximidad con las actrices en la que, así como los pequeños e inevitables errores, se hace más visible la belleza del espectáculo y se alcanza de forma más directa a experimentar el cúmulo de emociones puestas en juego sobre la escena.
No quisiera terminar este pequeño comentario sin detenerme en la reflexión sobre el papel que juegan los grandes circuitos teatrales que recorren las compañías profesionales y el que protagonizan los pequeños circuitos en salas generalmente de aforos reducidos en los que tantos elencos de carácter amateur desempeñan una labor cultural valiosa y admirable. Creo que merecen todo nuestro apoyo y reconocimiento porque con pocos medios y una entrega generosa, estos pequeños grupos son capaces de alzar grandes obras como la que hoy nos ocupa, sin complejos y con honestidad. Vaya mi enhorabuena para estas personas esforzadas junto con un caluroso y sincero aplauso.
González Alonso
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La representacion de la mujer en el teatro de federico garcia lorca http://bit.ly/2lxlioy
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Gracias, Leo. Salud.
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Querido amigo Julio:
Hace muchos años asistí a la representación de la obra que comentas, y posteriormente la leí con cierto desasosiego.
Me resultó una obra áspera, dura y con una serie de mensajes muy claros: me acuerdo del distanciamiento de Bernarda con sus hijas, de la autoridad impuesta, de la rebeldía de las hijas, de la sumisión de la criada, del personaje ausente, y otros aspectos que tú tan bien comentas.
La recuerdo agobiante, por la ausencia de libertad, la sensación de que la casa es un convento, por el luto de sus personajes. Quizás sea ésta la obra escrita por un autor español más cercana a las grandes tragedias griegas.
También recuerdo un hecho singular: la ausencia de un río en el pueblo y la abundancia de pozos, y es que Federico, seguramente quería enfrentar los ríos (signo de vitalidad y frescura) con los pozos (signo claro de la muerte y de opacidad)
Esta obra, creo que fue escrita por Federico en muy poco tiempo, seguro que él, como tantos otros, vivía una época de mucha inquietud en aquel maldito año de 1936. Un Federico, tan delicado y vigoroso, quiere reflejar una España violenta “profunda” y rancia de principios de siglo XX, en el que el papel de la mujer era secundario, mezclado con un fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad. Desde luego, sí lo consiguió.
Un abrazo y gracias por tus magníficos comentarios
Santi
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Amigo Santiago:
Me detengo en dos observaciones que me parecen acertadísimas, como son la proximidad de este drama a las tragedias griegas y el simbolismo de los pozos. Tanto el discurso de un destino que parece señalado por un fatalismo inevitable, como el agua recogida en lo hondo de la tierra amarga, cobran todo su sentido en el tratamiento lorquiano del alma de la mujer en la sociedad rural española de aquel siglo XX que España y el mundo vivieron con tanta intensidad y violencia. La ausencia de ríos en extensiones como la almeriense, poblada de pozos y de costumbres atávicas, influyó en el alma de Federico y le inspiró obras como ésta o Bodas de sangre, basada en una noticia real de aquel momento.
Me ha encantado tu aportación y la riqueza de las observaciones que dejas, Santiago. Siempre nos dejas la ocasión de mirar un poco más allá.
Con un abrazo.
Salud.
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El pasado viernes compartí por segunda vez la puesta en escena de la “La casa” . En ambas ocasiones el espectáculo me gustó. La primera vez el elemento sorpresa fue determinante para, dejándote llevar por las sensaciones, disfrutar de lo que te proponían. La música , por ejemplo, me sobrecogió; su carácter refleja muy acertadamente el cerco psicológico en el que viven estas mujeres, también confinadas físicamente en su propia casa. Por otro lado, al inicio, cuando escuchamos el coro con sus letanías, sientes un desasosiego, reforzado por la oscuridad, que te pone en alerta durante el resto de la representación.
La segunda vez, y despues de leer la obra de Lorca, mi atención se ha centrado más en el texto, en su fuerza expresiva. Las actrices , con su interpretación, nos han facilitado la comprensión del entramado de deseos, celos, odios, pulsiones…que vivimos en la obra.
Estoy plenamente de acuerdo con Julio cuando alaba la entrega y dedicación de estos pequeños grupos.Ellos ya cuentan con la escasez de ayudas de organismos oficiales o privados ; sin embargo, pueden y deben contar con nuestro apoyo. Os propongo que echéis un vistazo a las salas pequeñas, casas de cultura, centros artísticos … que es por donde se mueven y les animéis con lo que ellos más desean: el reconocimiento del público.
Agurtzane
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Creo que resulta interesante presenciar una misma obra teatral en más de una ocasión -si se presta la oportunidad- bien sea interpretada por el mismo grupo o uno distinto. La perspectiva suele variar, no en lo fundamental, pero sí en aquellos aspectos que suelen pasarse por alto, muchas veces influídos por el estado anímico concreto que nos embarga. Vuelvo a subrayar, no obstante, aquello en lo que parecemos coincidir, como es la necesidad de prestar apoyo con un seguimiento más constante como público a aquellos elencos que trabajan en circuitos más reducidos y en salas que no pueden competir en aforo y recursos con los grandes teatros.
Salud.
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