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Alguien quiso, alguna vez, señalar una ruta en las aceras
y dibujó hermosos caballitos azules cabalgando las calles.
No sé de dónde vienen ni cual es el final
de su camino. Caballitos azules
a mi paso; me acompañan un trecho,
luego desaparecen,
algunos casi han sido borrados por la lluvia
y el tiempo.
Cada vez que los veo no puedo evitar el preguntarme
quién los dibujó, quién les dio esa vida inocente,
para quién los puso en las aceras, qué ruta indican,
a dónde se dirigen
con su ligero trote azul
silencioso. Y no hallo
respuestas. No entiendo el significado
de estos caballitos azules debajo de mis pies
y, sin embargo, no estoy seguro de que no estén ahí
para decirme algo. Tal vez la mano que los dibujó
no sepa tampoco para qué los puso
a correr por las aceras. O quería ayudar
a alguien o a sí mismo y no perderse
en los pasos que la cabeza no encuentra.
Caballitos azules y ligeros cruzando las calles
y las aceras. No entiendo qué significan, es verdad,
pero tal vez –al fin- no resulte ser tan importante. Tampoco
cabalmente entiendo mis poemas
y continúo escribiéndolos en papeles y en el aire
y los dejo circular por los caminos virtuales
con sus palabras y frases
y versos largos. Son mis poemas
caballitos azules
como aquellos que alguien se tomó la molestia en dibujar
en las aceras. No sé -es verdad- qué significan,
pero sé
que me gustan.
González Alonso
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Me encanta tu simpática fantasía. No se necesita entender lo que nos gusta sin más, porque sí.
Un besoazul
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Gracias, Soco. Estoy muy inclinado a compartir tu opinión; no, estoy totalmente identificado con ella. Sentir sentir… ya es entender. Lo racional no alcanza a todos los rincones del alma. Un abrazo.
Salud.
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Amigo Julio: Has hecho de la vida un caballo de ilusión y me encanta presenciarlo en tu palabra. Qué placer más grande. Besos, Pilar
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Amiga Pilar, el placer es mío al encontrarte en la compañía de este trote de ilusión que es la vida, como acertadamente apuntas en tu comentario. Un abrazo.
Salud.
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Amigo Julio: no sé si existe algo que podríamos nombrar esquizofrenia lectora, que yo entiendo como la capacidad de vivir como real lo leído, como si sucediera en la mente propia.
Estos caballos tuyos tampoco sé yo la dirección que indican, pero sé que me gusta seguirlos mientras cabalgan el campo abierto del poema.
Un gusto leer versos como estos.
Un abrazo.
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Yo tampoco sé si existe o no ese síndrome lector, pero confieso que me ocurre con algunas obras de las que pasan por delante de mis ojos para quedarse -en cierto modo- en algún rincón del alma o el corazón. Tus poemas -no sólo para mí, como bien sabes- tienen esa magia a la que aludes. Siempre agradecido por el ánimo de tu presencia, amiga Pepa. Abrazos veraniegos.
Salud.
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Muy bello, Julio. Aunque ahora ando un tanto alejado de las redes, no puedo dejar de comentar lo que me sugiere tu poema. Tiene un toque zen, o un toque de niño, prefiero no clasificar para así no limitar. Antes de que comprendamos el significado de las cosas y aparezca el hambre devoradora de saber más y más, de acumular más y más, no sólo bienes materiales sino también conocimientos, hay una etapa en la vida en que no hay necesidad de saber el ¿cómo? y el ¿por qué? Hay un tiempo en el cual la inocencia, la espontaneidad y la ausencia de dudas, de inquietudes, de toda necesidad de comprenderlo todo se podría definir como felicidad perfecta, como paz absoluta. Me imagino que, desde ese estado de bienaventuranza, ese alguien dibujó los caballitos azules. Que otros puedan verlos, es un poco mágico pero no menos real que cualquier otra circunstancia más… ¿lógica?
¿Alguna vez dejamos de ser lo que fuimos? Que no se pierda.
Un abrazo.
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Entiendo tu comentario, amigo Quirico, como lleno de sensata reflexión y observación sobre las etapas de la vida en las que el aprendizaje es gozo y natural tendencia, alejado del interés práctico, lleno de lúdica inocencia. Muchas gracias por escribir sobre el poema y hacerlo desde un punto de vista tan personal como acertado. Con un abrazo.
Salud.
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Suelo subir a Mojón alto en Villoslada a ver los caballos salvajes y en mi próximo libro El amante de papel he incluido este poema que no tiene nada de lirismo como el tuyo, pero el que coman de tu mano me hace verlos de otra manera, Julio.
CABALLO
Antes de que conquistaran tu grupa
la vida era un papel de seda calcando los días
La tierra tenía el radio de una zancada
La imaginación viajaba a pie
Ahora debajo de una huella de hombre
está la tuya
está nuestra historia
que antes de tiempo nos has traído
al galope caballo al galope
Subo a mi sierra
Al maretazo del mar de pie
de tu talle
Al carámbano de enero en tus crines
Caireles de tu frente imito en la mía
Subo a ver
porque así mira sólo el caballo
dulces ojos tristes
Y salvaje
te querría del viento siempre
Oh hermosura sin altivez
Oh garra sin saña
Toda la pureza del hombre
sin su vileza me mira
Pero aunque ya no eres nadie
Aunque de otra montura
ya nos bajemos…
Qué suerte
Vives como si todo fuera a ser eterno
¡Oh joven vela temblando
rumbo matarife!
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Amigo Rubén:
Te agradezco el regalo doble de tu estupendo poema y la noticia de la preparación de un nuevo libro. Saber que este título formará parte de lo que será El amante de papel, es adelantar -para los desavisados– la intención y la calidad de un libro de poemas que no le irá a la zaga a Días de quimio y rosas.
Otra vez gracias y un abrazo.
Salud.
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«La razón por la cual he comenzado a hablar es porque sigo queriendo saber con total seguridad si otros también sienten tales placeres» – decía Dostoievski. Sigue con tus caballitos azules, poeta; a mis peques de dos añitos les he preguntado hoy por sus caballitos y ¡asómbrate!, el color del caballito de cada uno era diferente. Saludos.
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¡Qué sabios son los niños! No tienen ningún problema con los colores, porque todos son los de la felicidad. Gracias por tu interesante comentario, Espe. Y sí, seguiremos hablando porque Dostoievski tenía razón. Hablar contigo es un verdadero placer.
Salud.
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Es la inocencia, el encanto de tu poesía… Y parece un cuento. Precioso, Julio.
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Muchas gracias por descubrir en mi poesía encanto e inocencia. Me encanta.
Salud.
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*la vida inocente siempre viste azules
los caballitos aguardan
saben esperar
-que otros engrandecen poemarios largos. muy largos!**
abrazos
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El poema de la vida se escribe a lomos de un caballo amable al paso, me parece. Un placer de abrazos. Gracias, Pilar.
Salud.
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