
ET DIMITTE NOBIS DEBITA NOSTRA
En la línea de la vida,
apenas
un renglón,
¡cuántas faltas caben, qué torcidas
letras
componen
la caligrafía
de las palabras!
El maestro –paciente- orienta
nuestra mano
y nuestro corazón; se elevan
las miradas
a su sabio rostro compasivo
y atento su cuidado
nos sonríe en sus ojos.
Cuando vuelan libres nuestros días
por las palabras del renglón de nuestras vidas,
con su paciencia inagotable,
la memoria del maestro viene hasta nosotros
y cada error cometido en la escritura.
Y seguimos adelante
con el sabor del perdón, bálsamo
de alegría, y la frágil voluntad del alma
que nos conduce por la recta escritura
hasta el punto final, a veces
sobre el fino borde de la página,
a veces en la mitad,
a veces apenas
un breve vocablo o una sílaba
o una letra
sólo.
González Alonso

Bello poema, me has traído a la memoria «Los renglones torcidos de Dios». Saludos.
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Gracias, Esther. No he leído la novela de Torcuato Luca de Tena, pero sí recuerdo haber visto la película. Me parece estupenda la asociación que has hecho. Salud.
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Precioso
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Mil gracias, María. Salud.
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Me parece un poema magnífico, Julio, digno del poeta que eres y al que admiro. Gracias y un gran abrazo.
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No sabes cómo me alegra que te haya parecido bueno este poema, Isabel. Un abrazo grande. Salud.
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💜
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Mil gracias y ¡seguimos viajando!
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Gran verdad en esa belleza de tu poesía. Un placer leer y siempre aprender, Julio. Gracias. Mi abrazo. Salud.
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El placer es mío, amiga Julie; tus comentarios siempre son un aliciente para seguir en la escritura. Un abrazo. Salud.
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