Me ofreció
todo
lo que cabe en el hueco
de la mano
de un mendigo
con el tesoro de una sonrisa y la mirada azul
y fue bastante.
Le ofrecí
arcos iris de tardes de verano
y un puñado de historias en papeles en blanco
y fue bastante.
No sé cómo ocurrió que acercamos las manos
en caricias que cubrieron desnudas nuestros cuerpos,
ni cómo, sin palabras, nos decíamos
te quiero.
Ahora la recuerdo como palomas alzando el vuelo
por entre los cabellos que se enrataban en mis dedos
y es bastante
para las tardes húmedas de sueños
y la lluvia salpicando las lágrimas en el rostro
y los relojes vacíos de horas, los calendarios
sin días
que hasta la nostalgia se ahuyentó por entre las palabras
que nunca pronunciamos
y leerá en las historias que escribíamos en el aire
mientras el mar traía olas y besos a la orilla
de una playa de invierno,
ella,
mientras abríamos las manos como un libro extendido
donde se alborotaban todos nuestros deseos. Ahora
nos recuerdo,
me recuerdo,
la recuerdo
y su risa, torrentes de tanta vida,
alcanza en mi memoria
la juventud perdida.
González Alonso
Comentarios recientes