La Fuente de la Salud

La Fuente de la Salud 

Se cuenta  en Los Barrios de Gordón, un pueblecito de la montaña leonesa, que un paisano tenía un caballo muy bueno al que apreciaba mucho y que un día, sin saber cómo ni por qué, el caballo enfermó y no había forma humana de hacerle recuperar la salud. 

El dueño del caballo estaba desesperado y triste. Los vecinos, viéndolo tan abatido, le aconsejaban que sacrificara a la pobre bestia y se olvidara de la desgracia que le acongojaba. Pero el hombre no quería escuchar los consejos que le daban con la mejor intención del mundo y, mirando a su caballo, decidió que no le daría la muerte por su mano para acabar con la enfermedad que le aquejaba de manera tan irremediable; así que un día, bien de mañana, en los albores del otoño y envuelto en la bruma que se arrastraba hasta el pueblo, el buen hombre fue a la cuadra, le habló a su caballo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y lo condujo, triste, hasta la salida del pueblo para dejarlo en los alrededores de una fuente cercana a unos pastos altos. 

Pasó el otoño y llegó el invierno. El hombre se acordaba de su caballo e imaginaba su final en el monte, enfermo, pero libre, se decía para sus adentros. Y cuando las primeras nevadas cubrieron las cumbres que rodeaban el lugar con su imponente altura, Fontañán, el Bustillo y los Llamargones, llegando con su blanco frío hasta el pueblo, dándole vueltas a las sopinas de ajo calentadas al amor de la lumbre y escuchando el ulular del viento y el aullar de los lobos, supo que todo había terminado irremediablemente porque nadie, animal u hombre, podría sobrevivir a aquellos rigores y, aún menos, estando enfermo.

Pero llegó la primavera y con ella la primera noticia al pueblo de Los Barrios de que se había visto un caballo por los alrededores del bosque y de la fuente y que se parecía mucho al caballo abandonado a su última suerte el pasado otoño. El dueño del animal, sorprendido, comprobó que se trataba, en efecto, de su caballo. Lo llamó desde lejos con el silbido con que solía hacerlo, el caballo levantó la cabeza, relinchó y se alzó de patas, iniciando un trote alegre hacia su amo moviendo la cola lleno de contento. El paisano, perplejo, admirado y lleno de emoción, se abrazó a su pescuezo derramando abundantes lágrimas y diciéndole todo lo que se le venía a la cabeza y le salía del corazón, todas cosas llenas de ternura que el caballo recibía con agradecimiento.

En Los Barrios no se hablaba de otra cosa. Serían las aguas de la fuente, los pastos del entorno o las ganas de vivir del caballo las causantes del milagro, pero allí estaba de nuevo, totalmente sano y recuperado, de lo que no poco se alegró su dueño y mucho se admiraron los vecinos. Desde entonces, la fuente pasó a llamarse Fuente de la Salud, y a ella acuden las gentes de Los Barrios y de otros lugares del concejo gordonés en busca de remedio para los diferentes males de los que a todos nos sobrevienen a lo largo de nuestras vidas, sin que se sepa que nunca haya dejado de curar o al menos aliviar en algún punto cualquiera de las dolencias pasadas por sus aguas. Y allí sigue.

González Alonso

*Leyenda recogida en el pueblo de Los Barrios de Gordón (León) en 2015

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