El Preventorio de La Pola de Gordón

El Preventorio o Casa Infantil Covadonga de La Pola de Gordón (León)

Es una tarde de domingo. La primavera amenaza con colarse definitavemente por el cielo y crecerse en los prados. Los árboles verdecen. Y, sin embargo, hay una imagen de nieve en La Pola, espléndida, entre la que se crece la silueta del Preventorio. El Preven, decíamos de guajes. Y las tardes de domingo como ésta, pero cargadas de nieve y frío de aquellos otros inviernos, subíamos por entre los senderos abiertos en la ladera del Preventorio hacia el cine, a ver una de los caballeros de la tabla redonda, o de santos o, a lo mejor, de vaqueros. Íbamos formales, para que las monjas no nos pusieran pegas. A veces era don Domingo, el director, el que aparecía o daba el permiso para que pudiéramos entrar. El calor y la oscuridad se llenaba de rumores de los niños y niñas asturianos y de La Pola, admirando las imágenes evocadoras de héroes medievales y hombres o mujeres sacrificados por la fé.

Había veces en que no era posible entrar, ni había medio de colarse ni de conseguir permiso, y la bajada del Preventorio era más fría y más triste, como si la nieve se hubiese recrecido medio metro y amenazara con sepultarnos. Acabábamos calentando los sabañones en la cocina de casa en una tarde muy larga que nos llevaba a la escuela al día siguiente, sin película del Preven.

El Preventorio de La Pola de Gordón en veranoEn las Navidades, el Preventorio también cobraba un gran protagonismo y despertaba el interés general de la chavalería. Fue, durante muchos años, el lugar donde hacían aparición los Reyes Magos para repartir regalos a los niños asturianos y a los del pueblo. También hacían escala Los Reyes en Santa Lucía y allí se detenían, al pie de las minas, para entregar los juguetes a los hijos de los mineros de la comarca. El nerviosismo de quién iba a tocarte, si Melchor, Gaspar o aquel Baltasar con la cara bien tiznada de carbón, se hacía puro tembleque cuando el que te había caído en suerte, acogiéndote en su regazo, pronunciaba tu nombre, escrito sobre el envoltorio del regalo que sostenía en sus manos enguantadas. Hay pocas cosas más mágicas que oir tu nombre en labios de un rey de Oriente.

El Preventorio -en León había otro que conocí y viví para hacer la primera comunión de manos, fíjate tú, del mismísimo obispo Almarcha- era aquel invento para los niños y niñas que necesitaban un buen clima, buena alimentación, donde se les procuraba una atención más religiosa que escolar y en el que pasar un periodo breve de tres meses era la bola infinita, como diríamos a los siete u ocho años. O sea, una eternidad.

El Preventorio de La Pola se fue creciendo como un edificio singular, inmenso para la visión infantil -grande y respetable para los adultos- sobre la ladera de Los Pinos. Luego, la carretera general le cortaría el paso por detrás; pero las monjitas no renunciaron por ello a acercar a sus pupilos y pupilas a los pinares en las tardes del verano. Cuando el turno era de niñas, los niños de La Pola -algunos, al menos- no perdíamos ocasión de ir a acechar sus juegos y embobarnos con las asturianinas, sin hacer de menos a las niñas del pueblo, a las que nos gustaba admirar a la salida de misa de doce de cada domingo, cuando ponían sus mejores vestidos y calzaban los zapatos de charol. Si el turno era de chicos, también era buena ocasión para hacerles saber a las primeras de cambio y cuando las monjas no controlaban a alguno que se alejaba un poco de más allá del perímetro asignado, quiénes eran los amos del pinar. La cosa no solía pasar de cruzarse frases del corte de vosotros cazurros y vosotros babayos o lo de asturiano cochino marrano… y todo ese etcétera que no es imprescindible reproducir en su totalidad.

Y se creció el Preventorio junto con nuestra memoria y los árboles recién plantados, pinos y abetos en su mayoría, que fueron haciendo ese rincón precioso convertido en parque. Se hizo, por derecho, un lugar en nuestra vida.

Por eso sentí miedo cuando, años atrás, lo ví tan abandonado a su El Preventorio de La Pola de Gordón en obrassuerte. Parecía un bajel desarbolado a la deriva entre un mar de copas verdes y monte recrecido de zarzas. Su piscina, seca y agrietada. Lo que fué cine, una nave abierta a la calle por donde huían todos los recuerdos, las risas y las lágrimas, de tantas películas. Lo miré muchas veces así, amenazado, estirando sus tejados y balconadas hacia el cielo como para coger aire en un último suspiro y casi había aceptado su final, cuando empezó a recobrar su azul enmarcando ventanas, los alfeízares se llenaron de geranios y las laderas volvieron a extenderse limpias entre los frondosos árboles para acercarse a las escalinatas que se abren a la explanada de su fachada.

El milagro del Preventorio es que sigue siendo necesario para aliviar los años excesivos, las artritis mal cuidadas y los catarros crónicos. Tal vez con menos misas y no sé si con cine; aunque, seguro, con televisión. Pero me gustaría saber si los abuelos de la Pola suben poquito a poco las cuestas de sus laderas para que algún don Domingo les deje entrar a ver una del Cid o de Dartañán o el caballero Lanzarote… o una de santos. Y si arman tanto espolín como armábamos nosotros.

Julio González Alonso

20 comentarios en “El Preventorio de La Pola de Gordón

  1. Actualmente tengo 50 años, soy de Gijon fui al colegio con 9 años,no recuerdo muy bien cuanto tiempo,en mi casa eramos siete hermanos,cinco fuimos al preventorio,recuerdo ese colegio como si fuera ayer.Me acuerdo de Mayte que era la encargada de levantarnos por las mañanas,de Juan el cura,de salir a pasear los domingos y comprar ostias sagradas en el pueblo,de escondernos debajo de las escaleras del salon de actos,de correr por las escaleras para ser los primeros en llegar al correo,aquellas galletas de fresa que tanto me gustaban,las cestas grandes llenas de bocadillos a la hora del recreo y su pieza de fruta correspondiente,que recuerdos….

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  2. Yo como hijo de minero Del Valle de Laciana, estuve en el Preventorio de Leon capital.
    Creo que era en el año 1964 o 65.
    Allí estuve en verano y allí hice la primera comunión.
    Al cuidado nuestro estaban las monjas y había un sacerdote cuyo nombre no recuerdo.
    Alguien sabe que ha sido de ese lugar, gracias

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    • Yo estuve en el mismo Preventorio de León en el año 1957. La comunión -según la fotografía que conservo- nos la dio el obispo Almarcha, el mismo de la historia de Miguel Hernández… En los años 80 el Preventorio acusaba el abandono y se conservaba con aspecto ruinoso; años más tarde fue demolido. Hice algunas fotos de su última etapa.
      Recuerdo bastantes cosas, los dormitorios con sus nombres de colores, como el Azul donde me tocó a mí, las duchas, el comedor, las tardes aprendiendo el catecismo, los rezos de rodillas, los columpios, el ir a ver cine a un colegio próximo de monjas vistiendo un tabardo amplio y pesado, el paseo hasta la catedral, las salidas a los prados próximos donde había una noria… y el día de la comunión, por supuesto, con la asistencia de los padres.
      Espero que te sirva, Eloy.

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  3. Yo estuve si mal no recuerdo en el 68, que bellos recuerdos. Dormía en el Ave María,que así llamaban al dormitorio de las que éramos más pequeñas. Aún mantengo relación con alguna compañera. Y recuerdo al sacerdote D. Eutiquio Castillo Casado, era una bellísima persona, y ese olor tan agradable en la capilla, la tenían impoluta. Que recuerdos maravillosos

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    • Conocí a don Eutiquio y, siendo yo años atrás, alrededor de 1960, monaguillo con don Indalecio Modino, alguna vez pude ayudar en alguna misa concelebrada con don Eutiquio. Y en el Preventorio que decíamos nosotros, Casa Infantil Covadonga de nombre oficial, también ayudé en una procesión del Corpus que salía de allí o llegaba hasta allí, ya no recuerdo bien.

      Me alegra este reencuentro con tu niñez y los bellos recuerdos que conservas. Salud.

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  4. Yo pasé un mes allá por el año 77,78,con mi hermano, tengo un muy buen recuerdo, cada vez que paso por la Pola tengo que parar para verlo, recuerdo su piscina con forma de suela de zapato, el patio campo de fútbol, el cine donde vi por primera vez el Mago de Oz, tengo la clásica foto con mi hermano que nos hacían desde la carretera con el colegio al fondo, qué recuerdos..

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    • Pues es verdad, J. Carlos, ¡qué recuerdos tan buenos! Los años que yo rememoro en el relato van del 56 al 62, aproximadamente. Me alegra ue te haya servido este texto para recordar aquellos años de infancia y tu estancia en La Pola de Gordón.
      Salud.

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    • Me alegra tu presencia en esta entrada. Sabrás que este pequeño artículo está publicado en el libro de fotografías junto con otros 18, «Miradas del ayer. La Pola de Gordón» (Junta Vecinal de La Pola de Gordón- León, 2015). Para mí ha resultado muy grato evocar los días de aquellos años y sus experiencias.
      Salud.

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  5. Me llamo Luis Antonio Suárez, soy de Gijón yo pasé el invierno del 1.964; recientemente he estado en Pola el domingo día 3/07/16 celebrando el 75 aniversario de La Casa Infantil Covadonga, todos los años hay una quedada desde el 2.000, van 16, la verdadera anfitriona, luchadora y organizadora de todos estos eventos es una asturiana residente en Pola de Gordón desde hace 40 años Sra. María del Carmén Cepedal, el evento siempre se publica en L.N.E. y en diarios de León y provincia.
    En mi tanda había muchos niños del Hospicio y de la Cruz de los Ángeles de Oviedo.
    Un saludo desde Xixón del Alma.

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    • Un saludo, Luís Antonio, y gracias por mantener tan viva la memoria de una experiencia de infancia única y hacerlo a través de los años. Me alegra enormemente tu testimonio.
      Este escrito que has leído en este cuaderno figura también en papel en el libro de fotografías «Miradas del ayer. La Pola de Gordón» publicado junto con otros 18 textos el año pasado por estas fechas.
      Con un arazo.
      Salud.

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      • Hola, Mario. Espero que tengas suerte y consigas ponerte en contacto con Luis Antonio. Sería estupendo recuperar ese recuerdo compartido.

        Puedo, por si te sirve, facilitarte la dirección de correo electrónico desde la que me escribió el comentario. Espero que a Luis Antonio no le parezca mal. A ver si tienes suerte.

        Luis Antonio: lusugo@gmail.com

        Salud.

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  6. Yo estuve en ese preventorio como llaman los del pueblo pues nosotros le decíamos Casa infantil Covadonga. No teníamos tuberculosis ni nada parecido, en general iban los niños de las cuencas mineras para cambiar de aires. Yo y las amigas que tenía allí eran de Oviedo y estábamos sanísimas pero si los padres tenían dinero en la Caja de Ahorros pues nos llevaban también, sin ninguna necesidad, al contrario. Mi madre quería que engordara pero ni medio kilo en los casi 4 meses que estuve allí.

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    • Me alegra, Paz, recibir aquí el testimonio de una asturianina de las que pasaron por el preventorio. Estas instituciones, en líneas generales, se fundaron para cumplir con los servicios sociales del régimen franquista de la época que incluían lo de hacer la primera comunión. A La Pola llegaron muchos guajes de las cuencas mineras asturianas necesitados de cambios de aire y muchos con otras carencias que el breve periodo de estancia en el preventorio no paliaba. Lo de la tuberculosis era algo ajeno al preventorio, pues funcionaban unas casas -que todavía existen- en la cuesta, cerca del preventorio, donde eran acogidas las personas con esta dolencia.

      Yo, como hijo de minero leonés, hice mi primera comunión -como digo en el texto- en el preventorio de León, demolido hace algunos años para levantar, creo, otro geriátrico (casualidad) similar al de La Pola de Gordón.

      Un placer, Paz, y un abrazo.
      Salud.

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  7. Recuerdos de niñez, amigo mío, recuerdos.
    Estupendamente narrados como no podía ser menos viniendo de ti.
    Lo cierto es que viendo las fotografías y sin haber entrado a leer lo que de él cuentas, el Preventorio en cuestión parece un sanatorio de aquellos de antes donde llevaban a quienes tenían la mala suerte de contraer la tuberculosis o cualquier otra enfermedad infecciosa tan difícil de erradicar por aquél entonces.
    No sé si en realidad lo sería, pero aunque lo fuera, si cumplía la misión de ser cine para los niños (y supongo que para mayores), ya era suficiente.
    Las imágenes, salpicadas de nieve, dan vida a un entorno sugestivo a la vez que fantasmagórico, pero, y tú te has encargado de ello con tu memoria, el preventorio de la Pola de irreal no tiene nada y sí mucho de bello.
    Un abrazo, compañero.

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    • El edificio se construyó para acoger niños y así funcionó por décadas hasta que terminó acogiendo a los viejos o la tercera edad, que parece más fino.

      La Pola de Gordón (León), por su ubicación en la montaña cantábrica, su altura de unos mil diez metros y su clima, siempre fue muy apreciada para el tratamiento de la tuberculosis. Y en esto has acertado, amigo Mario, pues a la misma altura que el Preventorio, a un lado de la calle que llamábamos La Cuesta, hubo tres edificios en los que se acogía a personas tuberculosas, generalmente venidas de Asturias. Nunca hubo problemas con estos enfermos en el pueblo, pero también es verdad que se tomaban precauciones y a los edificios que llamábamos los sanatorios no entraba la gente del pueblo, así como las salidas de los enfermos solían ser al monte y los pinos que se extendían por detrás.
      Muchas gracias por tu comentario, Mario. Un abrazo.
      Salud.

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