POLONIA (3).-CHELMNO

 

POLONIA(3) CHELMNO

A 45 Km de Torun y hora y media de camino en autobús de línea, llegar a Chelmno (dígase Jelmo o no te entenderán) es un buen pretexto para seguir el curso del río Vístula y apreciar con tranquilidad la extensa llanura pintada de verde y los campos florecidos de amarillo de la colza, que en polaco y según la información que nos dio una amable joven en el autobús, escribió rzepak y pronunció como jepak.

El recorrido, lento y entrando y saliendo de las poblaciones muy despacio y pasando por las que se encuentran alejadas de la carretera principal, proporciona la ocasión de ver pequeñas explotaciones agropecuarias y las casas más sencillas, incluso humildes, de los campesinos y granjeros. También, sorprendentemente, subió al autobús un deshollinador tocado con un sombrero de copa, vestido de negro y con sus cuerdas y cepillos al hombro. Luego, en la ciudad, otro grupo de deshollinadores, estos tocados con gorra, se cruzaron en nuestro camino.

Chelmno es el vistoso Ayuntamiento de fachadas claras y estilo renacentista del siglo XVI en medio de una amplia y despejada plaza; es, también, su iglesia parroquial de estilo gótico en ladrillo y es la subida a la torre con sus campanas sonando a la hora del ángelus a la vez que dan las doce desde el reloj del Ayuntamiento; es la catedral y hasta media docena de iglesias más en el mismo gótico y el mismo ladrillo de los siglos XIII y XV. Y sigue siendo en su muralla, también de ladrillo y bien conservada en una gran parte, además de estar perfectamente acondicionada para pasear en todo el tramo de la derecha, hacia la parte del río, según entras a la ciudad por un arco bajo un edificio con su reloj, la llamada Puerta Grudziadz. Puede ser, Chelmno, la visita a un colegio universitario, coincidir con el acto de una graduación y una monja que no te entiende nada y te invita a pasar y visitar el recinto para acabar escuchando una misa entera junto a los jóvenes estudiantes y sus familiares, oír cantar algunas piezas a un pequeño y bien armonizado coro, ver cómo se procesiona la bandera y, en fin, asistir a la celebración de este acto con toda seriedad en la pequeña y abigarrada iglesia sin nave central, ya que del espacio frente al altar partían hasta el fondo dos naves separadas por robustos pilares centrales, cada uno –a su vez- con su correspondiente y abigarrado altar. El barroquismo exuberante y la abundancia de iconografía resultan desconcertantes.

Lugar, Chelmno, poco preparado para ofrecer comidas a los turistas y paisanos, ya que apenas encuentras dos o tres restaurantes fuera del pequeño casco antiguo en torno a la plaza vieja; y, uno de ellos, pertenece a un hotel.

Pero todo tiene arreglo para salir del paso e incluso disfrutar un buen café, un batido o unas buenas copas de helados diversos con diversas frutas en el Café Vanilla, justo en una de las esquinas de la plaza del Ayuntamiento o plaza vieja. Situado el café en la primera planta del inmueble, se accede a él a través de la floristería que ocupa toda la planta baja.

Dicen que los suecos fueron los responsables del freno y retroceso de la ciudad, la cual ocupaba un lugar destacado en las comunicaciones a través del Vístula dentro de la Liga Hanseática. Este retroceso hizo que Chelmno perdiera la mayor parte de su población.

Un día de apacible paseo por la historia de una ciudad pequeña que guarda agradables sorpresas, y un día para recorrer en su ida y su vuelta la campiña polaca sembrada de colza ya crecida con todo el resplandor de sus flores de intenso amarillo verdoso.

Julio G. Alonso

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