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Amanece. Un cielo gris se hace lluvia en el paisaje, las montañas abrumadas y el árbol deshojado en mi ventana. Todos los locos del mundo ahora están llorando, en los ojos desorbitados gritando están su angustia, el terror de una noche que no termina nunca. No sé por qué en mi interior hay claridad de soles, caricias de sonrisas en campos de primaveras, espirales de sueños en los ojos abiertos, por qué soy feliz. La alondra canta y respiro por la herida de los años. Amanece, y el día me mira con envidia.Julio G. Alonso
La sensación de sentirse feliz resulta, a menudo, una sensación incómoda que ocultamos con cierto sentido de culpabilidad. Es más fácil abrir la boca para quejarse de lo mal que nos trata la vida. En este poema se subraya todo lo contrario, y se proclama; se ve la claridad al final de la noche y en el paisaje se encuentra en reposo el sentimiento.
En esa línea pretendí escribir estos versos, la de subrayar cuánto de vida y alegría hay para disfrutar sabiendo que la noche trae al día y que las penas, aunque dejen un poso de tristeza, pasan. Reconocer y reconocerse en las pequeñas alegrías cotidianas es mucho mejor que lamentarse y autocompadecerse.
Gracias por tu comentario, Ana.
Salud.
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Qué precioso lirismo, Julio. «La alondra canta» y tú la escuchas con tu percepción de poeta. Sí, es cierto, existe mucha angustia en las calles, mucho sufrimiento y sin embargo la naturaleza se abre exultante cada día. Tu poema es muestra de ello.
Me ha encantado.
Enhorabuena
Un abrazo grande
Ana
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