A cambio de la soledad te doy la alegría,
pétalos frescos sobre tus ojos. Te doy
el sueño placentero a cambio del insomnio
y por la angustia sin explicación la cálida
ilusión, el ámbito de la ternura
que colma el corazón.
Yo me llevaré tu miedo y la tristeza
que envuelve en sombras las noches
y el silencio. Para poner en tus labios
la sonrisa. Para dejar en tu boca
la palabra, beso de agua clara
en el manantial del alma.
Te preguntarás por qué lo hago. Por qué
cargar con una cuenta tan larga.
No es por ti o por ser tú, aunque mi abrazo
es sincero y es honesto el afecto
que pongo entre tus manos.
Sólo es que los dioses no podemos
renunciar a lo que somos ni al destino
inmortal, ni a ser eternos
y en cada hombre ser crucificados.
González Alonso
Poema publicado en el libro «Lucernarios» (Ediciones Vitruvio.- Colección Baños del Carmen, 599.- Madrid, sept. 2016)
…por aquí, Julio, amigo, pasando tu verso luminoso y tus reseñas de oro. Mi admiración y abrazo. Orión
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Agradecido por tu paso, Antonio, y por esa admiración y abrazo; abrazo y admiración que te debo.
Salud.
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Si los dioses nos hablaran, nos dirían cosas así de amables y entrañables. Un poema muy original y trascendente, querido poeta.
Abrazo, siempre, Julio
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Siempre un placer tu visita y comentario, Soco. Un abrazo.
Salud.
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Bellísimo y hondo poema. Me ha encantado leerte, amigo. Un abrazo.
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Vaya con mi agradecimiento, mi abrazo. Un placer, amiga Julie.
Salud.
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