Cinco dedos apuntan a la desesperación, los ángeles
abandonaron la madrugada
y el hombre ya no entiende la luz
del día, el hombre ya no respira el aire
de la mañana, el hombre sólo es sombra
y sólo es hombre.
Cinco dedos apretados en la culata, el cañón
en la sien, y los sueños a la deriva de un mar
agitado de olas amargas.
Acodado sobre la mesa de roble mira la pared
blanca; él se sabe en el último minuto
arrojado del paraíso, sujeto su destino
a la derrota de la vida. No llora ni murmura
ni alza su pensamiento del brumoso vacío,
y mientras cierra los ojos
el proyectil recorre silencioso el trayecto de la muerte.
Los ángeles no vieron. Un estallido de recuerdos rotos
liberados. Un pesado lastre de deseos.
Cinco dedos reposan sobre un arma, la cabeza
sobre la mesa, la pared blanca. El hombre
abandonó ligero la mañana y fue titular
del día en los periódicos
que él nunca leía.
González Alonso
Lo he leído varias veces y me parece, como muy bien dice Pedro, excepcional; da para meditarlo profundamente. Muchas gracias, Julio. Es un placer leerte siempre. Mi abrazo.
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Un abrazo, amiga Julie, y gracias por tu opinión. Salud.
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Conmovedor.
Salud.
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Te agradezco la opinión, Azurea, y sí, me conmueven estas personas que se sienten tan solas y abandonadas, tan impotentes para superar la depresión que los destruye. Un abrazo.
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¡¡Excepcional!!!!
Enhorabuena, Julio, es fantástico el poema.
Fuerte abrazo.
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Muy agradecido, Pedro, por tu enhorabuena. El poema trata de acercarse al mundo del suicida; creo que es un tema importante que concierne a la sociedad. Y creo que podríamos hacer algo más de lo que se hace en favor de estas personas tan derrotadas que ya no pueden soportar la vida. Otra vez gracias y mi abrazo siempre.
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Gracias a ti, Julio, el poema es maravilloso.
Fuerte abrazo.
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