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Tránsito de los recuerdos

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Transito los recuerdos y hasta ti llego de nuevo
tarde, como la vez primera
de nuevo envuelto en azoradas palabras, en manos
torpes
desnudando tu cuerpo. La noche se hace mansedumbre
y calma que fluye; tú estás siempre sonriéndome,
siempre eres beso
siempre horizonte, deseo
siempre
y la palabra viene y dice
por ti y por mí anhelos susurrados
en miradas.

La noche nos arropa. Nunca fuimos tan bellos,
nunca las estrellas nos envidiaron tanto y se disuelven las horas
en el silencio y el mundo a nuestro alcance
arcilla en nuestras manos flexible y moldeable. Todo
era posible
sólo con quererlo; tan grandes nos sentimos, tan fuertes,
poderosos.

¡Míra qué miel dulcísima en los panales del tiempo
qué noche sin desvelos!

Transito con dignidad un poco antigua,
de pose aristocrática,
los recuerdos, aquellos que tercos se resisten
a abandonar sin duelo
el hogar de la memoria
y dejo que, como niños, se alboroten un poco,
nos lastimen un poco y se vayan, luego, confortados
de felicidad, ventura
que como ola
rompe incesante en la playa de los años,
acantilado de la edad,
bajel arrumbado a las costas de los sueños
y las manos torpes, como entonces, desnudando tu cuerpo
como la vez primera
y los besos primeros.

Qué delicado tránsito ungido de nostalgia
qué preocupada atención por el pasado que vuelve
cargado de sentimientos y clara inteligencia.

Tránsito, al fin,
sólo paso.

Julio González Alonso


20 Respuestas to “Tránsito de los recuerdos”


  1. enero 24, 2012 a las 23:27

    «La noche nos arropa. Nunca fuimos tan bellos,
    nunca las estrellas nos envidiaron tanto y se disuelven las horas
    en el silencio y el mundo a nuestro alcance
    arcilla en nuestras manos flexible y moldeable. Todo
    era posible
    sólo con quererlo; tan grandes nos sentimos, tan fuertes,
    poderosos
    «.

    … uno podría en este caso dejar todo, todo el poema, pues todo él destila esa sabia finura con que el amante y la amada se aúnan para pronunciar estos versos que a mí me han parecido de esplendidísimo estilo y contenido; toda una evocación serena y tibia y sabia del ser y estar mientras Amor se desabrocha de sus leves vestiduras y ofrece sus dones más altos y luminosos; bendito tú, querido Julio, amigo , que sabes componer – y trascender – dichos instantes cual perlas para recordar algún día y por tanta gente; así es la vida y así son sus mujeres y hombres: «tránsito al fin, sólo pasan«; Orión

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    • enero 25, 2012 a las 21:17

      Amigo Antonio, consigues que me emocione; primero con cada poema que tengo ocasión de leerte y con los que siempre, además, me sorprendes, y ahora con un comentario tan cálido y generoso. Gracias, siempre muchas gracias porque saberme leído por ti es un lujo y un premio que estimo mucho. Con un abrazo.
      Salud.

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  2. enero 16, 2012 a las 17:16

    Amigo Julio, ya había leído el poema el otro día y me fuí en silencio, sin saber qué decir ante tanta virtualidad poética, estética, sentimental, y … un largo etc… que podría seguir hasta mañana. Siempre me pasa con los poetas que admiro, (como es tu caso) que releo y releo y cuanto más lo hago, más me satisface y conmueve la limpidez con que evocas con un sereno, a mi parecer, equilibrio que embriaga a esta lectora que te sigue con admiración y respeto.

    Un fuerte abrazo y gracias por comaprtir tanta belleza poética

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    • enero 16, 2012 a las 18:40

      Me siento muy halagado, Isabel, con tu presencia en este espacio y contento con tus palabras, que dicen más de ti como buena lectora y escritora que de mí como publicador de cosas con la alta pretensión de ser poesía. Siempre resulta un estímulo que alguien te lea; es una manera de no saberte tan solo y viene a resultar ser como esa palmadita de ánimo en la espalda que tanto se agradece y tanta seguridad te da. Gracias por todo, amiga mía.

      Salud.

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  3. 5 Agurtzane
    enero 15, 2012 a las 19:13

    Nosotros, tus fieles lectores, somos ya transeúntes de tu callejero vital. Hoy recorremos contigo la amplia avenida de tus recuerdos, tuyos y un poco de todos, porque las farolas que fueron testigo de las primeras palabras de amor; los bancos donde acariciamos tersas mejillas ; las baldosas que sintieron nuestros cuerpos cogidos de la mano; las fachadas y escaparates que nos devolvieron rostros arrobados y los jardínes que pusieron aroma a besos candorosos, nos son muy familiares.

    Mi lectura hoy, sin embargo, se detiene en dos estrofas:
    “Los recuerdos que tercos…de la memoria.”
    “Delicado tránsito… el pasado que vuelve… y clara inteligencia.”
    Leo estos versos y no puedo evitar el pensar en ella, Julio, en cómo esos tercos recuerdos del pasado llenan hoy sus días y acompañan sus noches.
    Lastiman, como bien dices, pero deben de confortar en mayor grado ya que acudimos a ellos para defendernos ante situaciones duras y crueles que de otro modo no podríamos soportar.

    Cuando se lee un buen poema algo tiene que encenderse o removerse en tu interior, bien sea pensamiento, sensación, deseo, sueño o recuerdo. En este caso prendió el deseo de atesorar recuerdos:
    Un improvisado afinador de pianos, una gorra negra, una canastilla con dos claveles, un abril con nombre propio, un anillo sin compromiso, una rosa en un día cualquiera de mayo, un poema en nombre del amor…
    Transitaré por mi avenida de recuerdos,que también son tuyos, y esperaré que tercamente me visiten.
    Un beso
    Agurtzane

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    • enero 16, 2012 a las 13:58

      Agurtzane, juegas con un poquitín de ventaja al conocer de primera mano los entresijos de éste que se permite el lujo -que disfruto- de secuestrar vuestro tiempo para proponeros mis cosas y alguna reflexión en su torno. El hecho de que toméis en consideración estos escritos es un regalo impagable que no sabéis bien cuánto os agradezco.

      Pero yendo al asunto poético te diré que, sin tomar al pie de la letra la observación de Pessoa de que el poeta es un fingidor, sí puedo afirmar que, al menos en mi caso y si mereciera el apelativo de poeta, el poema es una creación literaria nacida de las experiencias, los sentimientos y lo que tú me definiste como ensoñación. En ese sentido no todo lo que se escribe es literalmente vivido por quien lo escribe; pero sí ensoñado, imaginado, deseado, interpretado. Lo importante, a mi juicio, no es quién escribe, sino quién lee. Porque de igual manera que el poema siempre sabe más que quien lo escribe (Antonio Gamoneda), podría decirse que el poema siempre nace y se hace en quien lo lee. Para ello, como sugieres, debe poner en marcha todos los mecanismos de la emoción, la reflexión, el pensamiento, la duda, el desasosiego o la serena felicidad o alocada cordura o lo que sea. Es decir, que el poema no te deje indiferente. De este modo, en éste como en prácticamente todos los poemas, hay componentes personales interpretados y componentes de los demás, de las cosas comunes a todos. O lo pretendo. No es necesario asesinar para llegar a la médula de la tragedia del asesinato; basta ponerse en la piel del verdugo o de la víctima, sentir el estupor de la violencia. No hay por qué vivir en un barrio marginal, entre la droga o la prostitución, para ser capaz de representar lo abyecto de ese modo de vida. En fin, creo que se entiende.

      En cuanto a los recuerdos desde los que se pudo haber construído este poema en un reencuentro imaginado en la más plena madurez, pero conservando la inocencia y la emoción de la más apasionada juventud, pues… touché! Con un beso.
      Salud.

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  4. 7 Julio Guzmán Sanchis
    enero 14, 2012 a las 23:40

    Buenas noches, Julio, tocayo, y feliz año 2012: ya me conoces, «poner un granito sucio» entre tanta belleza de amor, si me lo permites. Tu poema, maravilloso. Pero como tú y yo sabemos no siempre es así, hay personas que no han podido vivir esos amores, y no saben qué es peor, si recordar viejos «amores» o seguir viviendo horribles «amores»; creo que, al final, pudieran ser amores todos, vividos en sus realidades, las de cada cual, amores buscados por todos por igual: los sueños de la inocencia están siempre en nuestras cabezas, aunque algunas personas se hayan visto obligadas a mezclar «inocencia con inmundicia«. La inocencia siempre vence.

    Candidez: Sordidez.
    Al cruzar por aquel barrio, al que llaman Barrio Chino, barrio repleto de gente sucia en donde la pobreza reina, siento su sordidez; paso una y otra vez, huyendo de quedarme en él, pero no puedo, me atrapa su sordidez, sordidez que a cada paso veo una y otra vez:
    Mujeres estereotipadas, que visten extrañas ropas y que al mirararlas, atraen y repelen a la vez; sus rostros pintados en forma grosera de lejos se ven, y si te acercas no ves, pues tu vista huye de su sordidez. Apostadas en portales de casa muy viejas, estrechas las calles de rotas aceras, meadas de perro, restos de basuras en sus bolsas rotas, botín de gatos y perros y quizá, de alguna rata también.
    Allí se encuentran mujeres que fueron niñas, jóvenes doncellas que soñaran un día en encontrar un amor, con la ilusión con que toda mujer soñó, suena y soñará: sueños de juventud que al mundo hacen caminar en el comenzar, la ilusión; candidez.
    Hombres terribles con rostros ansiosos, dudosos, no saben qué hacer, y esperan pensando a quién elegir, quizá a la más hermosa o a la menos fea, imposible saber, pues cada uno pudiera llevar imágenes grabadas de cuerpos de mujer que esperan su réplica encontrar en aquel lugar, para así curar su inalcanzable fantasía de una mujer deseada y nunca encontrada, o quizá buscando el recuerdo de un amor perdido y nunca olvidado, por no vivido.
    Sordidez de pasados perversos, infancias dolidas, maltrato y pobreza de ellos y ellas; allí en el inframundo repiten tropiezos, sobre tropiezos, cual bola de nieve rodando y rodando y haciéndose más y más grande cada vez, por una pendiente ruda y aguda a la vez. La pendiente de la insatisfacción, la fustración; sordidez.
    .

    Espero que lo tomes como lo que es, un contraste, como un cliché de foto: lo negro sale blanco, y lo blanco, sale negro

    Un saludo para todos, Julio Guzmán Sanchis.

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    • enero 15, 2012 a las 14:24

      Amigo y tocayo Julio:

      Ya se te echaba de menos por estos lares. Y llegas al tema dificultoso del amor expresando tu visión personal de todo lo que puede ser, significar y haber, incluso en los ambientes más sórdidos, tal y como los describes. Con un realismo implacable denuncias una situación social que ha sido objeto de tantas novelas, poemas, estudios y tratados. No apuntas soluciones, sólo describes. ¿Pero hay alguna solución? ¿Se necesita alguna solución? Por tirar algo más del hilo de tu reflexión, yo diría que la prostitución no es la que necesita de soluciones, sino que es la misma sociedad que acoge la prostitución la que está necesitada de encontrar soluciones a las relaciones sexuales y afectivas. Y la cosa parece que va para largo.

      Me tomo tu comentario como lo que es, amigo Julio, una reacción ante el tema amoroso expuesto en un poema, que sólo es un poema, para darle otros enfoques más crudos y destapar otras situaciones menos felices.

      Gracias por tu interés. Con un abrazo.
      Salud.

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      • 9 Julio Guzmán Sanchis
        enero 15, 2012 a las 16:45

        Muchas gracias a ti, Julio, sigues desgranando belleza poética, día tras día. Y, ya para terminar – cómo diría quizá un locutor de radio de antaño – y para que mi imagen de «poeta existencialista y trágico«, se suavice – lo dijiste tú, de mí, recuerda – te voy a «poner» un poema de amor romántico, y como es tan romántico, presumiblemente será un fracaso más en mi vida amorosa tormentosa y dolosa, pero al menos en este amor me he volcado totalmente – como siempre he hecho, ahora que recuerdo – de ella sólo su nombre se sabrá, al leer el poema, Aurora, «de dedos de rosa» qué dijera Homero, pudiera ser. Se lo diré para que lo lea, a ver si la consigo enamorar, aunque sea un poco nada más, me conformo;
        lo malo o bueno es que, ¿se enamoran ellas?, y nosotros vemos de recoger ese fruto que nos dan, ¿si llega?. Un abrazo, Julio.

        Aurora, tus manos.
        Esas tus manos hermosas
        que estreché entre las mías
        en aquél día, día que no volvería:
        Esas tus manos qué acariciaran
        las mías, estas mis manos
        vacías de las tuyas y las mías.

        Manos qué tal vez llegue el día,
        en qué esas tus manos sean mías.
        Mis manos ya no estarán vacías
        llenas las tuyas y las mías,
        de tus manos y las mías,
        quizá, quimera de mi poesía.

        Manos en donde está el amor,
        manos de entrega y sudor
        de alegrías y de penas,
        de pasión ruda y fina,
        de coger frutos divinos,
        junto a tus manos las mías.

        Y es que, amigo Julio y demás amigos del Blog, yo creo que hasta que una mujer no te da su mano, nada de ella tienes, y mucho menos su amor. Te la dará cuando ya te lo haya dado, y no antes, no:
        su amor.

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      • enero 16, 2012 a las 13:40

        Gracias, tocayo, por esta nueva entrega y todo cuanto en ella nos regalas. Con un abrazo.
        Salud.

        Me gusta

  5. enero 14, 2012 a las 18:41

    Qué tendrá este comienzo de año que tan nostálgicos nos pone a todos…ha sido un placer leerte Julio, una delicia.

    Mi abrazotedecisivo

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  6. 13 Paco
    enero 13, 2012 a las 21:34

    Todo
    era posible
    sólo con quererlo; tan grandes nos sentimos, tan fuertes,
    poderosos.

    Preciosa descripción del sentimiento de plenitud que implica el amor.
    Siguiendo con las citas de místicos… «Ama y haz lo que quieres» San Agustín (Lo que quieres, no lo que quieras).

    Paco

    Me gusta

    • enero 13, 2012 a las 23:48

      Encantado, amigo Paco, con tu presencia a este lado del amor que -en todo lo que parece- tanto se asemeja al arrobo místico. Además, se deduce de su fuerza una capacidad para la acción y la vida nada desdeñable. En fin, que merece la pena amar.
      Salud.

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  7. enero 13, 2012 a las 10:50

    ¡Aupa, Julio! Muy bueno… Un placer seguir leyéndote.

    Me gusta

  8. 17 daniela
    enero 12, 2012 a las 21:18

    Transida de emoción tras transitar por tu tránsito de recuerdos, transparente transmutación de trayectoria travestida en trigales de triangular deseo, trinando a como amor.

    Triela

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    • enero 12, 2012 a las 23:57

      Pues yo no estoy nada sorprendido de tu versatilidad y estupenda naturalidad para expresar en poéticos trabalenguas lo mejor de un comentario, de un vistazo al interior, de una mirada reposada de sentimientos y la voz en pálpitos de presentimientos como corazones que suenan como amor. Con todas las gracias.
      Salud.

      Me gusta

  9. 19 Santiago Fernández
    enero 12, 2012 a las 19:57

    Querido amigo Julio:
    Nos regalas este bello y evocador poema, encuadrado en la llamada poesía erótica. Tu poema está lleno de guiños a la belleza, a la nostalgia, a los recuerdo… al amor. Supera sexos y nacionalidades, vence al tiempo y hace que nos sintamos vivos. Es un relato que tiene la capacidad de conmover, expresar deseos, anticiparse a los sentidos, además expresa un discurso amoroso muy visual, jugando con palabras sonoras y sensuales. Y la memoria, y el tiempo; ! ah ! el tiempo, !siempre el tiempo!

    Hablando de poesía erótica, aquí te dejo un fragmento de una de las mejores poesías del género:

    Vivo sin vivir en mí,
    y tan alta vida espero,
    que muero porque no muero
    .
    …………..
    …………
    Esta divina prisión,
    del amor en que yo vivo,
    ha hecho a Dios mi cautivo,
    y libre mi corazón;
    y causa en mí tal pasión
    ver a Dios mi prisionero,
    que muero porque no muero.
    ……..
    Santa Teresa de Jesús

    Un abrazo.
    Santi

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    • enero 12, 2012 a las 23:46

      Amigo Santi:

      Vuelvo a la entrada de este poema y antes de terminar de componerlo… me encuentro tu respuesta. ¡Eres grande! Estupenda cita la de Teresa de Ávila, así que traeré aquí una sugerencia sobre Juan de La Cruz, que también escribió cosas como éstas en las Coplas del alma que pena por ver a Dios:

      Vivo sin vivir en mí
      y de tal manera espero,
      que muero porque no muero.
      **
      Estando ausente de ti
      ¿qué vida puedo tener,
      sino muerte padecer
      la mayor que nunca vi?
      Lástima tengo de mí,
      pues de suerte persevero,
      que muero, porque no muero.

      Y en Noche oscura:

      1. En una noche oscura,
      con ansias, en amores inflamada
      ¡oh dichosa ventura!,
      salí sin ser notada
      estando ya mi casa sosegada.

      2. A oscuras y segura,
      por la secreta escala disfrazada,
      ¡Oh dichosa ventura!,
      a oscuras y en celada,
      estando ya mi casa sosegada.

      3. En la noche dichosa
      en secreto, que nadie me veía,
      ni yo miraba cosa,
      sin otra luz y guía
      sino la que en el corazón ardía.

      4. Aquésta me guiaba
      más cierto que la luz del mediodía,
      adonde me esperaba
      quien yo bien me sabía,
      en parte donde nadie parecía.

      5. ¡Oh noche que guiaste!
      ¡Oh noche amable más que la alborada!
      ¡Oh noche que juntaste
      Amado con amada,
      amada en el Amado transformada!

      6. En mi pecho florido
      que entero para él sólo se guardaba,
      allí quedó dormido,
      y yo le regalaba,
      y el ventalle de cedros aire daba

      7. El aire de la almena,
      cuando yo sus cabellos esparcía,
      con su mano serena
      en mi cuello hería
      y todos mis sentidos suspendía.

      8. Quedéme y olvidéme,
      el rostro recliné sobre el Amado,
      cesó todo y dejéme,
      dejando mi cuidado
      entre las azucenas olvidado.

      ¿Y qué decir del arranque del Cántico espiritual?:

      ¿Adónde te escondiste,
      Amado, y me dejaste con gemido?
      Como el ciervo huiste,
      habiéndome herido;
      salí tras ti clamando, y eras ido.

      Bueno, bueno… es que tendríamos que leer más y más a menudo a estos gigantes de la Literatura Universal para descubrir que todos somos tan carnalmente místicos.

      Un abrazo agradecido, amigo Santi.
      Salud.

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