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El nombre de la rosa, de Umberto Eco.- Teatro

El nombre de la rosa, de Umberto Eco

Dirección: Garbi Losada
Adaptación: Garbi Losada y José Antonio Vitoria
Teatro Barakaldo, 18 de octubre de 2014

El título El nombre de la rosa, de Umberto Eco, fue doblemente celebrado con la publicación de la novela (1980) y la adaptación al cine de Jean-Jacques Annaud (1986) en la que sobresalía el trabajo del actor Sean Connery en el papel de Guillermo de Baskerville. Ahora llega la versión teatral en español. También hay un gran trabajo de los actores, aunque es difícil dejar de compararlo con la película porque, pienso, el planteamiento de la obra y el guión se mueven muy próximos a ella, junto a la intención declarada de ser fiel al texto, cosa que se consigue. Pero no hay nada novedoso, e incluso la audición y comprensión se resienten y quedan comprometidas en muchas de las intervenciones y declamación del texto, más propias del cine o la televisión.

La adaptación no es mala si –como he dicho- persigue esa fidelidad al texto de la novela y el desarrollo de la acción; no obstante, resulta fallida al replegarse al peso de la obra de Umberto Eco y no poder superar la efectividad de los recursos cinematográficos. Querer contarlo todo tal vez no habría sido posible si el enfoque de la puesta en escena hubiera hecho hincapié en alguno de los muchos aspectos relevantes como las luchas en el seno de la Iglesia, la naturaleza del amor, el control cultural en manos de las abadías, el valor de los libros, el fanatismo y la superstición, el racionalismo y el progreso, el valor de la fe, el poder de la Inquisición, etc. Pero la apuesta se resolvió en el sentido de querer contar todo de esta crónica medieval de intriga y estilo policiaco: se va a celebrar un encuentro entre las facciones enfrentadas de la Iglesia para resolver sus diferencias, los franciscanos defensores de la pobreza, por una parte, y el papado, defensor de la propiedad de bienes y riquezas, por otra. El lugar, una afamada abadía benedictina italiana. Antes de la llegada de las distintas delegaciones, en la mencionada abadía se suceden una serie de muertes violentas misteriosas. Todo gira en torno a un libro de Aristóteles, un tratado sobre la risa que se guarda en la biblioteca a la que solamente tiene acceso un reducido grupo de frailes; un libro que mataba a quien lo leía, envenenado por el fanático e intransigente fraile ciego de origen español Jorge de Burgos.

El olor a incienso y la música gregoriana ayudaron de manera eficaz a crear la atmósfera medieval en la que se desenvuelve la trama, así como la caracterización de los personajes, un trabajo arduo y realmente digno de aplaudir. La obra, literalmente, transcurre dentro de un libro que se despliega, se retrae, cambia y da forma y cabida a los espacios de la abadía en los que transcurre la trama de la acción. La iluminación pecó de tenebrismo y contribuyó a dar la sensación de representación plana, uniforme. Hubo, también hay que decirlo, efectos realmente conseguidos, como la incursión de Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, su novicio, en el laberinto de la biblioteca, el encuentro con el fraile cielo Jorge de Burgos y el posterior incendio que devoró los fondos de una de las mayores bibliotecas de la cristiandad.

Una buena, excelente noche de teatro, una representación seria, de mucho trabajo y buena articulación del movimiento escénico, con momentos puntuales de notable intensidad, pero sin la chispa propia y necesaria o la genialidad para hacerte olvidar mientras la veías de la novela de Umberto Eco ni de la película de Jean-Jacques Annaud. Arriesgado y difícil competir desde el teatro con los dos grande hitos mencionados, pero ahí estaba la gracia. No se consiguió y, sin quitarle ningún mérito a lo visto y aplaudido, hay que reconocerlo como fue. No siempre se alcanza lo genial; pero en el intento, esfuerzo, trabajo y recorrido, quedan muchas grandes cosas como las de ayer noche en el teatro. Otro aplauso.

González Alonso


11 Respuestas to “El nombre de la rosa, de Umberto Eco.- Teatro”


  1. octubre 21, 2014 a las 14:33

    Hola Julio, yo vi la peli y me gustó mucho. El libro no lo he leído. Y de esta obra no sabía nada. Debe ser complicado hacer las adaptaciones del texto. Interesante artículo.

    Un abrazo.

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    • 2 Eradio González Alvarez
      octubre 21, 2014 a las 14:49

      Raúl, la novela es muy buena. La película…..arriesgaron y salió bien. La obra de teatro la desconozco…sólo me guío por la crítica de Julio. Si ahora compras y lees la novela….casi seguro que volverás a ver la película……y entonces compara. Las imágenes son imágenes……te ciñen a lo que proyectan…….sin embargo cuando lees una novela……escibe su autor, desde lugo, pero tu imaginación….imagina……huele, amplía, reduce…….el que da vida a la poesía, novela……es el lector.
      Un saludo desde Barcelona de un leonés.

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    • octubre 21, 2014 a las 16:20

      Amigo Raúl, Eradio te hace un comentario muy acertado sobre la novela y la película; te recomiendo seguir su consejo y leer la novela, lo que te proporcionará una visión más amplia y no pocos momentos muy gratos. La obra de teatro, una vez hecho lo anterior, si tienes ocasión y como aficionado que eres a la dramaturgia, no deberías perdértela pues seguro que encontrarías la razón de utilizar nuevos recursos a la hora de escribir.
      Con las gracias y un abrazo.
      Salud.

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      • octubre 22, 2014 a las 11:10

        La leeré Julio. También si tengo ocasión veré la obra. La verdad es que casi no he visto obras de teatro, y es algo que me puede aportar mucho si quiero adentrarme más en la escritura de teatro. De momento me ha gustado como género para escribir.

        Otro abrazo para ti, amigo.

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  2. 6 Eradio González Alvarez
    octubre 20, 2014 a las 13:27

    «Fidelidad del texto»…….imposible, lo sabes. Una novela es una novela. Una obra de teatro es una obra de teatro. La adaptación al cine de la obra …..fue arriesgada. Aún así me gustó. (Actores, escenografía…)…..si me permites Julio corregirte un poco, un poquín…..o un poquitín…..las órdenes de frailes ejercían más como inquisidores, que no policíacos, que tu nombras. En todo lo demás estoy de acuerdo y admiro tu artículo/crítica.Un saludo desde Barcelona de un leonés a otro leonés.

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    • octubre 20, 2014 a las 17:56

      Un placer tener a un paisano en este espacio, Eradio. Tus observaciones me parecen muy atinadas. En cuanto al término policiaco quería referirme al planteamiento de la trama, el modo de resolver la autoría de los asesinatos de Guillermo de Baskerville, no a la actuación de benedictinos y franciscanos junto con la Inquisición. Se ve que no me he explicado bien.

      Escribes desde Barcelona, lo que me trae muy buenos recuerdos ya que yo también viví en la ciudad condal varios años. Este año tuve ocasión de volver y volver a visitar la Sagrada Familia, además del hospital de Sant Pau, como dejé comentado en la entrada Barcelona, una ciudad para siempre https://lucernarios.net/noticias-de-la-bitacora/barcelona-una-ciudad-para-siempre/, en este mismo cuaderno.

      Los leoneses, sobre todo en aquellos años sesenta, tuvimos que salir de la tierrina buscando acomodo en otras tierras; tanto Cataluña como El País Vasco -donde actualmente resido- fueron, frecuentemente, destino para muchos de nosotros. Vaya mi abrazo para ti hasta Barcelona.
      Salud.

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      • 8 Eradio González Alvarez
        octubre 21, 2014 a las 14:41

        Gracias, Julio, por todo, un abrazo. Has mencionada el templo expiatorio, -hoy basílica- Sagrada Familia…de Antoni Gaudí……catalán prócer, revolucionario arquitecto, místico……pero era en la provincia de León (Astorga y alrededores) donde se concedía los escasos descansos veraniegos. La obra de Gaudí indudablemente está en Barcelona (S.Familia, Pedrera, C.Güell…) y en León y Astorga. No estaría nada mal que propusieses al alcalde de León, que nombren a Antoni Gaudí hijo predilecto, o adoptivo o de honor. O que le hagan un homenaje. Un abrazo.

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      • octubre 21, 2014 a las 16:42

        Es verdad que Antonio Gaudí, con el palacio episcopal de Astorga y la llamada casa de botines en León, tiene una presencia entre nosotros, los leoneses, muy relevante. Tuve ocasión de visitar alguna exposición sobre su obra precisamente en la ciudad de León y en la mencionada casa de botines (un edificio casi mágico que construyó para un empresario leonés del calzado, de ahí lo de botines), hoy propiedad de Caja España. En la plaza, frente a este edificio, hay una estatua en bronce de Gaudí sentado en un banco donde la gente no se resiste a pararse y hacerse una fotografía. A la derecha queda el impresionante Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación, y a la espalda la Calle Ancha y detrás de ella la llamada Plaza de las Palomas (aunque ya no hay palomar ni palomas) con el antiguo Ayuntamiento y el Nuevo Recreo Industrial. Un entorno con encanto.

        Lo que me comentas del alcalde, dado el partido político en el que milita, lo encuentro harto difícil. En otro tiempo -de esto hace ya diez años- cuando vivía el cronista de la ciudad y buen amigo mío Luis Pastrana hubiera sido posible sugerírselo. De hecho, algunas cosas que se hicieron en la ciudad como el cambio de algunos nombres de calles, placas informativas en el casco antiguo, visibilidad desde el exterior de restos romanos en el entorno de la catedral, se lo comenté en diferentes ocasiones y con discreción creo que se hizo oír en la corporación municipal. Él mismo, junto con el rector de la Universidad, sacó adelante algo tan justo como complicado en un inveterado ayuntamiento de derechas como fue restituir la memoria y declarar hijo predilecto a Félix Gordón Ordás, republicano y Presidente del Gobierno de la República en el exilio de 1951 a 1960. Fue el inspirador de la reforma de los estudios de veterinaria en España. Había sido declarado persona no grata y desposeído de todos los reconocimientos.
        Gracias por tus palabras, Eradio. Con un abrazo.
        Salud.

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  3. octubre 19, 2014 a las 19:02

    Me encantó el libro y la película. No sabía que la habían llevado al teatro. Excelente comentario, Julio.

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