Carta de diciembre

……Árboles helados.Estación de tren de La Pola de Gordón (León)

Carta de diciembre

Este diciembre ha sido
de invierno y nieve; los montes de la infancia
aparecieron de repente ante tus ojos
con su blanco
de los días grises
y el aire frío.

Ya no hay buzones en los trenes
donde dejar las cartas, ni estaciones
donde cobijar la espera. Los andenes
vacíos
y el reloj de pared sin agujas
ni horas
hunden la soledad en el silencio
nevado de este invierno.

Este diciembre ha sido de feliz Navidad
mientras cubría de nieve las montañas.

Quise escribir una postal, pero no hay
un tren correo para echarla
y dejarla ir con sus buenos deseos.
De todas formas, el cielo acarició las ramas
heladas de los árboles y los arroyos corrieron
con la voz cantarina de sus aguas.

Y entonces
pensé en ti
y en una tacita de chocolate
bien caliente.

González Alonso

Taza de chocolate entre las manos y ante el fuego

31 comentarios en “Carta de diciembre

    • Algunas personas os habéis hecho al mar y sus olas, otras nos criamos en los escenarios de la nieve; ahora, en mí, se han fundido todos los paisajes, pero -de vez en cuando, o tal vez mucho- tiendo a la infancia y aquellos primeros años de adolescencia con sus montañas, veranos cortos, primaveras breves, otoños invernales e inviernos largos. Gracias, María Jesús, por contestar esta carta y unirte al momento de chocolate. Un abrazo.
      Salud.

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  1. Hola Julio. El buen tiempo a veces parece que nos brinda cierta facilidad a la inspiración (digo parece) pero es en los meses de frío (no digo de mal tiempo) cuando hay que saber apreciar ciertos elementos que permanecen marginados o escondidos a la interpretación. Observo y leo con deleite que sabes apreciar esta fría epoca del año captando esos elementos que están ahí, solo hay que abrigarse bien y detenerse unos minutos a observar paisajes como tu poema.

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    • Hola, Jant. Nada que añadir a lo ya escrito por ti. Cualquier tiempo es bueno para la poesía; el estado del alma, tal vez, es el que nos marque el momento oportuno de enfrentar el poema. A mí, no obstante, me quedó grabada la memoria de la nieve de la infancia, a la que vuelvo a menudo. Será por eso. Me ha gustado mucho el estilo y fondo de tu comentario. Muchas gracias con mi abrazo decembrino.
      Salud.

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  2. Buenas tardes, Julio. Como siempre decirte que es un placer leerte. Aquí en la orilla del mar tampoco tenemos nieve pero, yo no la echo de menos, en la naturaleza no hay nada superfluo, porque ella es una obra sin maestros. Si carecemos de ella, la lluvia la reemplaza y todo es hermoso.
    Tus versos con nieve o sin ella son perfectos.
    Besiños palmeiráns.

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    • Hola, Magda; también, como siempre, es un placer recibir tus palabras y la respuesta a esta carta decembrina que te llegó hasta las orillas de un mar lejos de la nieve. Me quedo con lo que afirmas sobre la naturaleza como una obra sin maestros; me parece muy acertado y revelador. Siempre gracias con mi abrazo.
      Salud.

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  3. Ni nieve ni invierno… En la gran ciudad ¿gozamos? del más primaveral de los meses de diciembre. No me gustan las estaciones trastocadas. (“Cada cousa no seu tempo”, que decimos en Galicia). Añoro la nieve que arrastra la polución y embellece el paisaje.
    ¿Para qué los buzones, si tenemos los wassaps? Las postales sin escribir -que, por costumbre, te envía alguna ONG: ya ni siquiera las elijes tú- descansan en un cajón. Se van perdiendo las costumbres…
    Es una alegría nostálgica la de estas Fiestas, porque nunca están todos los que quisiéramos que estuviesen. Como nostálgico es tu poema; pero, como todo lo que escribes, inmensamente bello.
    Un nostálgico y saludable abrazo.

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    • Amiga Carmen, todo tiene su explicación. La carta de diciembre está en pasado y la nieve se corresponde con la caída el diciembre de 2017. Este año, aunque nevó en octubre y un refrán leonés dice que «la nieve de octubre siete lunas cubre«, la verdad es que lo está haciendo con inusitada timidez… Pero bueno, se trata de un poema que puede ser leído en muchos otros diciembres que yo deseo bien cumplidos de nieve. Del resto ¡qué decir! sino que comparto esa alegría nostálgica a la que aludes y la alegría por ser testigo de una vida que cambia de manera tan acelerada. Gracias por la ggenerosidad -siempre- de tus palabras. Mi abrazo.
      Salud.

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