La (im)pertinencia del poema. Decálogo de andar por casa.
Se nos presenta a menudo la incómoda cuestión de establecer la bondad de un poema y su calidad; es decir, determinar su pertinencia o impertinencia como poema y su valor poético. Y casi siempre nos perdemos en un mar de dudas y vaguedades para concluir de manera precipitada en la apelación al arbitrio del lector que descansa en el único criterio del gusto personal. No parece haber manera así de juzgar con cierta objetividad el valor intrínseco de un poema y la valoración del mismo no sale de los estrechos argumentos de la subjetividad, tanto del lector según su sensibilidad, formación, cultura, edad y gustos, como del autor al cual, además de lo enumerado, atribuimos sus motivaciones. En esas estamos.
Hoy, día que apunta al verano con sus soles y cantos de pájaros, me he detenido un rato a pensar que todo aquello que no resulte pertinente será, en definitiva, impertinente; y por tanto, en cuanto a lo que se refiere a los criterios que personalmente sigo a la hora de enfrentar la lectura de un poema y los requerimientos a la hora de escribirlo, he creído oportuno reflexionar sobre las exigencias propias –que podrían ser, en algunos casos, también ajenas- para determinar que un poema es bueno o no lo es, si es pertinente o impertinente, al margen del estilo, siempre que el estilo –aparte de mis gustos o preferencias- presente un debido grado de consistencia. Y así nace este decálogo de andar por casa:
1.- Se aprecia orden formal del verso, acentuación y rima.
2.- El poema presenta coherencia, corrección sintáctica y pulcritud ortográfica.
3.- Los vocablos o palabras empleados son pertinentes.
4.- Se distingue un grado adecuado de cadencia al recitar en una lectura fluida y agradable de natural y bondadosa eufonía, pero no empalagosa.
5.- Hay un uso comedido y prudente de las imágenes, símbolos y metáforas. Los recursos estilísticos están en consonancia con el tema y encajan con naturalidad, sin que resulten forzados o excesivos.
6.- Se aprecia armonía interna en la evocación de sensaciones con un control eficaz de la emoción, aunque ésta sea desbordada.
7.- Resultan estar bien elegidas las partes significativas del poema y su ubicación, así como es coherente la manera de expresar las ideas, ya sea de manera enunciativa (la referencia a un objeto externo a sí mismo en primera o tercera persona), apostrófica (señalar a una segunda persona o interpelarla, coincida o no con el objeto lírico) o carmínica (desde el yo interior, con fuerte perspectiva subjetiva y habitualmente en primera persona)
8.- No se aprecia abuso de las transiciones entre elementos significativos prescindiendo de la escritura de relleno que distrae y hace gravosa la lectura. No hay versos puramente ornamentales.
9.-Es posible una lectura del poema, en el papel, reproduciendo de manera objetiva los vocablos y expresiones y, subjetivamente, leerlos en el alma siguiendo las emociones y respirando la atmósfera creada.
10.- Se huye de los vicios del poema extenso, pues por más largo que sea no será por ello más bueno, y de los breves que no alcanzan a decir nada, a sugerir nada, y con frecuencia son torpes ocurrencias que suelen gustar sólo a su autor.
Aunque este decálogo casero nace en un día de primavera con un ojo puesto ya en el verano, puede usarse en otoño asando castañas o en el invierno viendo nevar tras la ventana y al lado un buen fuego de chimenea. Y siempre mejor con un libro en las manos. Incluso, aún más interesante y productivo: medite el lector, corrija, critique y apunte lo provechoso de todo ello.
Bromas aparte, reconozcamos que siendo difícil juzgar la bondad o no de un poema se nos hace necesario manejar algunos criterios como los enunciados u otros mejores y más acertados para no quedarnos con la extraña sensación de no saber qué opinar. Esta cuestión se nos presenta en cualquier campo del Arte, y no es menor el problema ante la pintura o la música, por ejemplo. Pero dejemos que pintores y músicos se pronuncien sobre este tema, que nosotros ya tenemos bastante con la poesía.
González Alonso
2021, en junio
Gracias por tu decálogo, a mí me aclara muchas ideas que siempre andan rondándome, yo no me pregunto nunca si es bueno o malo lo que escribo, no me preocupa demasiado, pero sí ando siempre intentado hacer las cosas bien o mejor, y en eso sí me ayudas y te lo agradezco de forma infinita, mi máxima es tratar de plasmar en mis escritos mis(llamémoslas) cosas y llegar o provocar algo en mi lector, un sentimiento de lo que sea, aunque lo mío es por afición, pero sí trato de hacer las cosas de forma digna, por respeto hacia los demás y hacia mi mismo. Gracias de nuevo
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Amigo Juan Miguel, sabemos bien que no hay verdades absolutas y que todo es relativo; por lo tanto, éste o cualquier decálogo siempre tendrán un valor para la ocasión y el tiempo presente, sujeto a cambios. Pero hay algo en tu declaración que considero de mucho interés, como es esa honesta decisión de intentar hacer las cosas bien y cada vez mejor, manejando criterios de calidad que me parecen oportunos y muy válidos. Esa actitud marca la diferencia y posibilita la evolución como autor. Te agradezco las palabras dejadas en esta entrada y, por supuesto, me alegra que estas reflexiones te sirvan de referencia para tu trabajo. Un abrazo.
Salud.
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Muchas gracias y aprecio tus consejos, en estos momentos de tanta agresión a nuestro bella lengua, es una lucha constante la que trato de hacer utilizándola como dios manda, y tratando de poner mi humilde granito de arena
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Defender, disfrutar y cultivar nuestra lengua nos hace mejores; es nuestro vehículo de expresión y donde reposan nuestros sentimientos y emociones. El español es un valor universal de incalculable valor. Todas las lenguas son ricas y hermosas, pero la que llamamos materna ocupa un lugar de excepción para quien la habla. Salud.
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Así es
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Para expresar los más atinados pensamientos, se necesitan pocas palabras. Tú lo consigues siempre, Julio.
Me ha encantado tu decálogo.
Cariñosos saludos desde Palmeira.
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Solamente es un decálogo, que no mandamientos. Y de andar por casa. Gracias por entretenerte en leerlo, Magdalena, y gracias por tu atención. Hoy va mi abrazo hasta Palmeira desde las costas almerienses. Salud.
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Interesante ejercicio; comparto cada uno de los puntos y me gustaría pensar que los respeto al escribir, al menos lo intento. Sobre todo comparto el rechazo de la sobrecarga pretenciosa y del hermetismo excesivo. ¡Saludos!
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Me alegran las coincidencias de criterio, Franco; pero lo que me hace más feliz es saber que sentimos un hondo respeto por la poesía y lo que significa escribirla en forma de poemas. Muchas gracias por tu aportación. Mi abrazo.
Salud.
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Está muy acertado este decálogo que llamas de andar por casa. Con todo un poema bueno llega, emociona. A mí sí no me llega lo noto ya casi al empezar a leer. Es un decálogo a tener en cuenta a la hora de escribir también. Un abrazo Julio. Te echaré en falta en Éibar.
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Amiga Isabel, yo también os echaré de menos. La convocatoria de Eibar tiene mucho encanto y Maite L orenzo, tan entusiasta y artista, nos transmite una energía especial. Sé que lo vais a disfrutar y hacer una velada entrañable.
Lo del decálogo es, más que decálogo con su connotación imperativa, un pretexto -espero- para reflexionar sobre lo que es poesía y lo que es un poema. Gracias por tu aportación. Mi abrazo.
Salud.
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Mi único juicio al valorar un poema pasa por la constatación de una idea, la riqueza expresiva con la que ésta se expresa y, sobre todo, por la fuerza o la capacidad del poema para transmitir emociones. Algo que, a mi parecer, puede ser hermoso ya de por sí. Como sucede también al contemplar un cuadro u otra obra de arte.
¿Mis poemas favoritos? … los que logren ‘tocarme’ por dentro y que de una u otra forma me despierten. Si no es así, podrán ser técnicamente impecables pero no me dirán nada. Con esto no resto un ápice de importancia a tu entrada de hoy, es la opinión sesgada de alguien como yo, lega en la materia, que no puede ver el poema desde el otro lado. Un abrazo, Julio
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¡Qué estupenda aportación, Úrsula! Haces hincapié en algo consustancial a la poesía y al poema que contenga poesía (que no todos) como es el valor de la emoción, la capacidad de remover nuestro inconsciente, la sorpresa y esa luz que ilumina una parte de la realidad del mundo. Para que ese milagro ocurra el poema debe estar construido en su aspecto formal de cierta manera adecuada al fin buscado. Y aquí no me refiero a la parcela de la métrica clásica y supeditar el fondo a la forma, pues podemos conseguir poemas rigurosamente clásicos en la forma y vacíos o fríos en el fondo. Pero la poesía no se sostiene solamente en los mimbres de la métrica clásica, el llamado verso libre o polimétrico tiene sus exigencias y cuando un poema transmite poesía estoy seguro de que cumple muchos o casi todos los requisitos. La otra emoción, la de contar un drama o una pasión en un sofá de Freud o a una amiga, es otra cosa, pero no es poesía. Y a lo mejor hasta está contado en forma de poema.
Gracias, Úrsula. Me ha encantado tu comentario y comparto, básicamente, cuanto planteas en él. Mi abrazo.
Salud.
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Con tu permiso, copio este texto para releerlo varias veces y aprender a escribir que es lo que necesito para poder llamarme poeta. Una clase magistral que no debe caer en el vacío. Salud y buenas letras. Gracias, Julio.
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Amiga Julie, puedes usar el atrevimiento de este texto como gustes, pero no -en tu caso- para aprender nada nuevo ya que tienes mucho que enseñarnos a los demás como bien ameritan tus magníficos poemas. Si alguna persona experta en Literatura lee lo aquí pergeñado en torno a la poesía y el poema tal vez sonría con condescendencia o aporte algunas ideas más ortodoxas y académicas. Todo sería bienvenido y agradecido por este neófito, diletante de la poesía, que en ningún caso alcanza el título de vate. Y si sirve a los demás, pues mejor. Un abrazo, Julie.
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