Museo Guggenheim de Bilbao
13 de noviembre de 2021
El caso es que, no siendo yo ni entendido ni aficionado al flamenco, tengo que admitir y reconocer la capacidad conmovedora de este arte cuando se me presenta en espectáculos como el de Jesús Carmona. Aunque mis gustos no lleguen más allá de la copla que tan bien supo entender y cantar Carlos Cano, algunas canciones primeras de Manuel Gerena con su carga social y reivindicativa y otras de honda emoción que nos dejó Camarón, en esta ocasión me confieso rendido ante el trabajo desplegado en “Baile de bestias”. Porque la danza clásica y el flamenco se funden y abrazan con la música popular, se deja caer por los recovecos del cante “jondo”, explora los espacios de la copla o campea por los ritmos monocordes del “rap”, para contar historias, gritar miedos, advertir de amenazas, descubrir espacios de sosiego y felicidad y agitar conciencias dándole un nuevo sentido a la danza al crear un mundo nuevo iluminado por la belleza.
Todas las conversaciones o diálogos con los monstruos que nos atemorizan y desafían con sus retos se expresan a través de una vanguardista expresión corporal desarrollada a través del baile y la danza; a esta estética se suman los elementos sonoros de las percusiones y acompañamientos a la guitarra interpretados, junto a las canciones, por otro artista totalmente identificado con el trabajo de Jesús Carmona, el músico Manu Masaedo.
Pero más allá del desafío a los monstruos interiores y el miedo -el único monstruo que de verdad nos hace daño y nos paraliza- encontramos un mensaje positivo de superación personal a nivel individual y de progreso social a nivel colectivo, aceptándose uno mismo y aceptando a los demás a través del conocimiento, la empatía y la comprensión. Así, de forma liberadora a través de los movimientos primarios integrados en una compleja y sofisticada expresión del baile y la danza, transformando la quietud en movimiento para crear algo hermoso y admirable, Jesús Carmona nos envía un mensaje claro contra la violencia y el abuso, contra todas las violencias y todos los abusos.
La hora escasa de la puesta en escena se hizo muy corta, muy intensa y muy sugestiva y fascinante. No se puede ni cebe pedir más para una tarde de otoño después de visitar las exposiciones de la temporada del Guggenheim y salir, como siempre, bastante desconcertado y perplejo, sin disfrutar, ni entender, ni emocionarme. Y eso que las pinturas, dibujos, esculturas y otras ocurrencias vienen nada menos que de hace cien años. Un poco amoscado, tomo conciencia del retraso que llevo en esto del arte y me pregunto qué demonios entenderían y pensarían o sentirían ante todo esto en su momento, en esos lejanos cien años.
Pero aquí la cuestión era otra, el espectáculo “Baile de bestias”. Y en este caso, sí, todo me pareció asequible, me gustó y me gustó mucho, y consiguió emocionarme. Y con eso me quedo.
González Alonso
0 Respuestas to “Baile de bestias.- Jesús Carmona”