Las Cervantas
Texto: Inma Chacón y José Ramón Fernández
Dirección: Fernando Soto
Basado en una idea original de Gracia Olayo a partir de sucesos de la vida de Miguel de Cervantes
Reparto: Gracia Olayo, Sole Olayo, Clara Berzosa, Irene Ruíz y Yaël Belicha
El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, en su Corral de Comedias, acoge en la fecha del 15 de julio de 2016 el estreno de “Las Cervantas”. Dicho así, y en el año de la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, podría parecer algo irrelevante, un episodio más en los homenajes de celebración. Pero no. En el campo del arte dramático –en el cual se sintió tan frustrado Cervantes- esta obra viene para quedarse y ocupar un lugar en la historia del teatro. ¿Por qué? Pues porque, sencillamente, es capaz de aportar algo más que lo anecdótico de unos sucesos en la dramatización de unos episodios circunstanciales a la vida que rodeó al autor del Quijote.
El director de la puesta en escena nos desvela las causas, o parte de ellas, que han hecho posible esta creación con los valores que encierra. Nos habla de abordar un teatro que no se conforme únicamente con hacer preguntas para conseguir enfrentarnos a un teatro capaz de encontrar respuestas acerca del comportamiento del ser humano (sic). Sigue con la consideración de convertir así el teatro en “un lugar de reflexión, de cuestionamiento, de duda” en la pretensión de “intentar entender la realidad”.
Deberemos considerar cómo la realidad que abarca al ser humano en la cual se desenvuelven sus comportamientos, no es otra que la sociedad y el mundo que le ha tocado vivir y del que resultará ser protagonista. Desde este punto de vista, en la honesta búsqueda de “respuestas” también hay una clara intención implícita de “transformar” la realidad. Eso significa “compromiso” y actitud revolucionaria. Significa, como es obvio, superar el conformismo y también el miedo a la represión –violenta o sutil, según qué sociedades-, pero también la voluntad de superar el miedo a descubrir lo que el subconsciente colectivo esconde.
“Las Cervantas” escarba con acierto en las heridas de “la dignidad, de la justicia, de la libertad, del derecho a ser y no parecer” para replantearse el lugar donde habita “la bondad del ser humano”. Para ello, basta con espigar algunos ejemplos de algunos personajes emblemáticos del Quijote o hacer aflorar algunas reflexiones de Cervantes espigadas en prólogos y pasajes de sus obras, tales como el Discurso de la Edad Dorada. La pastora Marcela se convierte así en un alegato de la dignidad de la mujer y la proclamación de su libertad para elegir el destino de su vida; se tocan temas como el divorcio, la propiedad, la corrupción institucional, el tráfico de influencias, el cohecho, el uso espurio de la justicia y los crímenes de Estado.
Con los precitados palos del sombrajo se construye este drama. Un noble hidalgo llamado Gaspar de Ezpeleta es asesinado a las puertas del domicilio de Miguel de Cervantes en Valladolid. Se sabe por qué lo mandaron matar y quién lo hizo, pero no interesa esclarecer los hechos y castigar al culpable o culpables del asesinato. Y, sin embargo, ante la imposibilidad de ocultar el crimen, la justicia ha de actuar y parecer ejemplar. Así que resultará más fácil buscar a los culpables o a quién echar la culpa entre los inocentes a los que presentar como indeseables sociales alejados de toda virtud y acusados de una vida licenciosa sospechosa del pecado de un pasado judío, unas ideas erasmistas y una actitud crítica ante los poderes terrenales de la Iglesia o del gobierno de la república. Del mismo modo, se puede imputar la participación en un crimen a mujeres que, además de trabajar confeccionando trajes para hombres de buena posición, aceptan regalos de algunos de esos hombres tan importantes y católicamente casados.
No se persigue el crimen, sino que para ocultarlo se despliega toda una persecución del “pecado” en una sociedad hipócrita que ampara y consiente la doble moral. No se persigue al criminal; antes bien, para ocultarlo, se actuará contra los ciudadanos pobres o con menos recursos, sospechosos, precisamente, por ser pobres y tener que recurrir a la picaresca para sobrevivir, lo que incluye entre las mujeres el entretener a algunos prohombres a cambio de algunos dineros que sin asomo de culpabilidad les entregarán. Porque la “culpa” siempre será del pobre que tienta al rico y consiente en la conducta que se censura.
Y en éstas encontramos a las cervantas: Las hermanas de Cervantes, Andrea y Magdalena; la hija natural de Miguel de Cervantes, Isabel; su sobrina Constanza de Ovando, hija de Andrea, y la propia esposa de Cervantes, Catalina de Salazar. Junto con ellas y el mismo Cervantes, sufrirán el acoso y la persecución de la justicia algunas vecinas y algún caballero de menor importancia e influencia en la Corte.
Esa es la obra. La interpretación, magníficamente sostenida por las actrices Gracia Olayo y su hermana Sole dando vida a los personajes de las hermanas de Cervantes; Irene Ruiz, en el papel de Constanza, que lo mantuvo en escena con gran acierto, sensibilidad y manejo de registros ricos y variados; Clara Berzosa dando vida a Isabel con mucha naturalidad y en una interpretación que se fue creciendo de forma progresiva y arrolladora, y en el trabajo de hacer creíble el personaje de Catalina de Salazar, la actriz Yaël Beliche, absolutamente correcta, muy digna, mesurada y convincente.
El paso feliz por Almagro se vio empañado por la noticia luctuosa de la muerte del dramaturgo José Monleón. La representación, por voluntad del director y el cuadro escénico, se dedicó al reconocimiento de este gran autor que llenó la escena española durante largos años interviniendo y trabajando en todos los ámbitos, desde los literarios a través de la revista Triunfo o Primer Acto, hasta los interpretativos, de dirección y promoción del teatro y los valores jóvenes. Así, “Las Cervantas” y la magia desbordada de su puesta en escena, se hizo homenaje al mencionado José Monleón en las palabras emocionadas, agradecidas y valientes del director de la obra, Fernando Soto.
A los demás, desde el patio de butacas –en este caso de las incómodas sillas, aunque muy típicas, del Corral de Comedias- nos tocó disfrutar y aplaudir el trabajo de todo el equipo de la compañía y unir nuestro sentimiento y pesar por la noticia recibida del fallecimiento de José Monleón y la solidaridad con las víctimas del terrorismo desatado en la ciudad francesa de Niza, así como el repudio de este acto violento y de sus autores. Y terminó la función.
González Alonso
Bien por quienes asistan y disfruten de tal festival.
Abrazos, Julio.
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Sí que es una suerte tener la oportunidad de ir a Almagro para ver alguna, varias o muchas de las representaciones del festival. Este año, yendo de paso, solamente pude disfrutar de este soberbio trabajo, pero me doy por satisfecho. Gracias, Elisa. Abrazos.
Salud.
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