
Miguel de Cervantes: El coloquio de los perros
Lope de Vega: El caballero de Olmendo
Chema Cardeña: La puta enamorada

1.- El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes, en la versión y dirección de Ma Zhenghong y Alejandro González Puche puesta en escena por Laboratorio Escénico Univalle de Colombia.
Miguel de Cervantes siempre aspiró al reconocimiento y el éxito en el teatro. Para ello trabajó con ahínco y pulcritud, pero el teatro del Siglo de Oro estaba reservado a la gloria del verso y la genialidad de Lope de Vega. La suerte literaria de Cervantes se libró en la prosa. Tampoco la poesía fue su destino, y con el Quijote alcanzó –definitivamente- un lugar en la cumbre de la Literatura Universal.
Esta obra de teatro no es tal, ya que se trata de una de las denominadas novelas ejemplares. Pero tras la versión llevada a cabo por Ma Zhenghong y Alejandro González Puche, ya no es una novela ejemplar, sino toda una gran obra de teatro. Cervantes estaría tan contento como sorprendido si pudiera ser testigo de ello.
El argumento trata de dos perros que, por una noche, consiguen hablar. Contándose sus andanzas y experiencias perrunas aprovechan, en la pluma cervantina, para repasar personajes y costumbres con un sentido crítico acerado y un sentido del humor ácido. La condición humana se muestra al desnudo descubriéndonos hipocresías, contradicciones y egoismos que nos colocan, como especie, por debajo de la condición que llamamos animal, como es el caso de los pastores que acusan al lobo de las ferocidades y ataques al rebaño que ellos, con astucia y engaños, llevan a cabo. Esta actitud es cosa que desconcierta al perro encargado de guardar las ovejas y que acabará recibiendo el castigo del amo que piensa en su descuido y falta de celo para defenderlas.
Con esa inclinación de Cervantes hacia el mundo de la locura, cuya exposición máxima será el Quijote, presente en otras obras como El Licenciado Vidriera, en este Coloquio de los perros hará transcurrir la acción en un manicomio. Será un loco que que, asombrado, advierta de las conversaciones nocturnas de los canes, y lo cuente. En la institución mental, junto al guardián, Cervantes situará a un escritor, un matemático y un científico, compartiendo el destino que la sociedad les adjudica junto a los perros. Tan peligrosos parecen.
Con un lenguaje que transita del de el Siglo de Oro al español actual, con las particularidades expresivas regionales, el Laboratorio Univalle de Colombia arma esta obra de teatro, aprovechando las críticas de Cervantes para traducirlas con acierto a los problemas actuales, de los que no escapan el racismo o el problema de la injusticia y la igualdad. Se plantan en escena poniendo, inicialmente, de manera muy formal, académica y acartonada a Cervantes; pero no les suena a Cervantes esa forma huera, vacía, de pura apariencia en la que los gestos y las palabras van cada uno por su lado, y se lanzan, entonces, a esta búsqueda de lo más profundo, actual y comprometido del espíritu cervantino, con el resultado de un excelente trabajo, ágil, dinámico, coherente, vivo y descarnadamente presente entre los males que afligen a nuestras sociedades.
Todo el reparto, en la labor de equipo de los siete actores que dan vida a los distintos personajes, brilla a gran altura en el ameno juego de escena.
Sigmund Freud conoció este texto, y sospecho que el resto de la obra cervantina, y –según leo en el programa de mano- lo consideró un modelo excepcional de la relación entre el terapeuta y el paciente. Y es que, Cervantes, bien sabía que había mucho que curar en el alma humana. Y en esas seguimos.

2.- El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, dirigida por Lluís Pasqual y puesta en escena por La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y La Kompanya Lliure en una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatro Lliure.
Esta representación viene precedida por la acreditada firma de Lluís Pasqual como director de la versión de Lope, la participación de la actriz Rosa María Sardá en el papel de Fabia, la alcahueta, y el trabajo de los elencos de La Joven Compañía de Teatro Clásico y la Kompanya Lliure. Muchas circunstancias favorables como para que resultara fallido el proyecto.
No defrauda, en efecto, esta puesta en escena que renuncia a los trajes de la época y cualquier decorado. Un conjunto de sillas que ocuparán los actores, de las que se levantarán para montar las diferentes escenas y unas espadas para las ocasiones, son todo cuando cabe sobre el escenario, así como el coro que se hace u deshace para interpretar las canciones en forma de canon o acompañadas por la guitarra o la percusión de los cajones.
Si toda la representación transcurre de forma armoniosa, sin despistarse del argumento ni producir vacíos o pérdida de interés en lo que se muestra, hay que señalar cómo a una parte del público no le gustó demasiado este teatro clásico que esperaban ver rigurosamente de capa y espada y sin canciones y ritmos tan variados como las soleares, fandangos, coplas o tangos, evidentemente inexistentes en el siglo XVII español. Por mi parte debo decir que todo lo visto me pareció muy acertado, de exquisito gusto e inteligente. Es mucho más difícil hacer esta versión actualizada en texto y ambientación, que reproducir fielmente lo que tuvo que ser una representación de la época. Considero, además, que no se aparta un ápice del espíritu de Lope de Vega ni distorsiona el mensaje o merma el dramatismo de la obra. Y quiero pensar que de esta opinión fue la inmensa mayoría del público que aplaudió este caballero de Olmedo.
Lluís Pasqual se centra en esta versión suya en el aspecto más poético del teatro de Lope de Vega, asegurando haber escuchado esa voz lírica más elegante y más conmovedora al servicio del gran poema de amor roto, un amor que pasa de la luz a la oscuridad, de la felicidad de la plenitud al dolor de la ausencia. Y será esta actitud de Lluís Pasqual en su segunda aproximación a El caballero de Olmedo (la primera fue hace veinte años en francés) la que nos explique su deseo de atender a la reclamación del espectador de tener una mayor proximidad y cercanía al hecho teatral. La casi supresión del verso, el lenguaje vivo y actual sin perder la riqueza expresiva del Siglo de Oro y las demás circunstancias anteriormente reseñadas en los párrafos precedentes, lo consiguen.
Cada cual saque sus conclusiones; las mías son el sincero aplauso que me mereció lo visto y experimentado en esta noche teatral de Almagro.

3.- La puta enamorada, obra en tres jornadas y epílogo, de Chema Cardeña, dirigida por Jesús Castejón en una coproducción de Euroscena y el Teatro Calderón de Valladolid.
Diego de Velázquez, el pintor de la luz, nos dejó entrever en sus cuadros y en su propia vida algo más que la vida de la Corte. Los temas de Velázquez tocan la mitología y alcanzan la vida cotidiana. Pero tuvo que realizar su trabajo bajo el dominio del poder y sus avatares, poniendo buen cuidado en no perder algo más que el privilegio de ser el pintor de Cámara, debido a sus ideas políticas personales.
De la difícil y tormentosa vida de la España del Siglo de Oro, de la gloria de un Arte único en la historia a la Inquisición y la paradoja de la lujuria y la penitencia caminando de la mano de la Cuaresma y el Carnaval, está hecha esta pieza teatral de Chema Cardeña.
Bien hilvanada, mejor cosida, resuelta de manera impecable, estupendamente desarrollada, La puta enamorada es, en palabras del propio Cardeña, un canto a la libertad de creación, al amor y a la lucha por la supervivencia que nos hará descubrir –agrega- lo poco que hemos cambiado en cinco siglos de nuestra historia.
El leitmotiv para el drama será el encargo a Velázquez por parte de Felipe IV del retrato a una querida suya, una actriz con sobrenombre de la Calderona. El encuentro del pintor con la mujer y su criado en un discreto y apartado estudio, dará pie a cuestionar la libertad del pintor, los deseos de la amante del rey y la ambición del criado, enamorado de su dueña y por la que arriesgará su seguridad cuando pretende alejarla de la influencia del pintor. El amor entre el artista y la amante del rey va a determinar el tipo de cuadro que pintará, supuestamente la Venus del espejo, pero también el papel que ésta jugará en defensa del pintor sevillano ante las intrigas y persecución de la Corte. La puta enamorada ya no lo será del rey, sino de Velázquez y éste, enamorado de la puta del rey aparecerá, como ella, prostituido y utilizado por la Corte y la reina, a la que debe algo más que favores.
En medio del amor se alza la figura de una mujer valiente en un mundo de hombres, junto a la soledad del genio y servida por un marginado y su lucha para conseguir un puesto en la sociedad. Cardeña pinta este cuadro con soltura de pinceladas y color, dejando que la luz de Velázquez llene la atmósfera de lo etéreo y el aire se mueva y respire emoción y ternura. Des este modo descubrimos que las palabras que nombran y son dichas en tono alto son, a menudo, nombres cambiados; la puta puede ser el genio, reina la puta, traidor el noble y noble el pobre desgraciado.
Con algunas concesiones al verso en el texto y la fuerza interpretativa de la actriz Eva Marciel en el personaje de la Calderona, Javier Collado en Lucio y Federico Aguado en Velázquez, componen el reparto de esta puesta en escena, obra en tres jornadas y epílogo, espectáculo de ¡pasen y vean, señoras y señores…! para el disfrute del teatro de siempre y para siempre.

González Alonso
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