Herencia
Fui la señal del cielo
y aquél que advirtió un lugar
en las estrellas
y os dio un universo
de palabras.
No era ángel ni profeta
ni era dueño de los mapas
del mundo
y el caudal antiguo de la vida.
Sólo un amor desconocido
corrió por mis venas
y los pulsos,
se alzó a las savias
de mis ramas. Vosotras, hijas mías,
sabréis qué hacer con todo aquello
que una vez llegó a vuestra alma
y canta y duerme
con la alondra que anuncia
la hora primera
de la madrugada.
González Alonso
somos la concatenación de historias y vivencias
un verso y una mariposa
abrazos
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Comentario líricamente acertado, Elisa. Muchas gracias y abrazo grande hasta Chile.
Salud.
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Un cajón de versos llenos de nuestra luz dejaremos. Será nuestra pequeña eternidad. Iremos de rincón en rincón del tiempo, hasta que, quizá, una noche, unos ojos que aún no han nacido se pare en un viejo renglón nuestro y nos remueva en el olvido. Me ha gustado el lirismo que tiene el poema.
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Gracias, Rubén. Dentro de la inmensa minoría en que nuestros versos se mueven y moverán, me resulta alentadora la idea que dejas en tu comentario y soñaré con esos ojos que en un futuro, cuando ya no estemos, lean y la lectura emocione algo el alma de quien lea, o tal vez sean el hilillo de agua fresca y antigua que alivie la sed de alguien que ya no conoceremos. En cualquier caso, ojalá sirvan a alguien, acompañen a alguien, sirvan de consuelo, tal vez, a alguien alguna vez. Salud.
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Definitivamente «señal del cielo» lo presiento en esta herencia.
Abrazo.
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Que sea así, Beatriz. Te agradezco el presentimiento y la presencia. Un abrazo.
Salud.
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La hora primera de la madrugada me la anuncia el alegre graznido de las gaviotas. No será comparable al melodioso canto de la alondra, pero a mí me suena a música celestial. Como me suenan tus hermosas poesías, que no necesitan rimar para llegar al rincón más recóndito del alma.
¡Ay, poeta! Si pudieses contemplar el magnífico y cambiante panorama que tengo ante la vista, fluirían de tu pluma las más bellas composiciones. A mí queda exclamar (plagiando a Campoamor): “¡Quién supiera escribir…!” Y comparar los destellos de los innumerables faros, que resulta muy entretenido.
Te envío saludables «airiños mareiros».
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La alondra se quedó en tierras leonesas; desde aquí, ocasionalmente, también son las gaviotas las que ría arriba animan el paisaje, incluso se acercan a la ventana para coger los trozos de pan que les lanzo al aire.
Indudablemente los paisajes que tienes ante ti inspirarían al más duro e insensible, estoy seguro. Disfrútalo y escríbelo, amiga Carmen, y todos veremos por tus palabras Un abrazo marinero.
Salud.
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«Prosa: palabras en el orden más adecuado. Poesía: las mejores palabras en el mejor orden». ¡ Qué bien las sabes ordenar, Julio !
Besiños palmeiráns.
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Desconocía estas definiciones, Magdalena. No sé qué dirán los prosistas… pero yo, barriendo para casa, las suscribo. Gracias, palmeiresa de pro. Un abrazo.
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Mi saludo y reverencia al ti, Julio, que eres capaz de transformar la luz en palabra, el verso en canto, y la poesía en deleite del alma. Como una alondra que anuncia/ la primera hora/ de la madrugada… te espero. Muchísimas gracias, amigo. Un gran abrazo y ¡salud!
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Julio (la sombra del nombre de quien está a mi lado me ha jugado una mala pasada… je, je). Disculpa.
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No tiene importancia y, como ves, ya está solucionado. De todos modos, elevarme a la altura de quien mejor te acompaña y quiere es un regalo que, aunque momentáneo, me llena de orgullo y agradecimiento. No son necesarias las disculpas. Un abrazo grande. Salud.
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Un gran abrazo, amiga Isabel, y gracias por estar con la alondra madrugadora en las ramas de estos versos.
Salud.
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Muchas gracias por la edición y por tu afecto. ¡Buen día!
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¡Salud y buen día!
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Al final dejamos tanto y tan poco en herencia. Me encantó el poema, Julio.
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Eso es, Vicente. Para fortuna de los que se van, no son testigos de cómo se arruinan, despilfarran o se pierden muchas herencias. Tampoco, naturalmente, pueden alegrarse con las que se usan bien. Por eso, pienso, algunas personas tratan de no dejar nada… salvo los malos o buenos recuerdos.
Salud.
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Muy bonito!!
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¡¡Gracias, tocayo!! ¡Salud!
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Salud amigo!
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Me gustan las herencias de amores que corren por las venas (o así lo interpreté yo)
Salud, Julio
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Presiento que muy poco más es lo que podré dejar, amiga Úrsula. Un abrazo y salud.
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Una hermosa herencia de poeta… ¡Precioso! Mi abrazo, Julio.
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La palabra, llave que abre la puerta de la vida a la luz. Poco más. Qué hacer con esa luz ya no es cosa del que se va, ¿no te parece, Julie? Muchas gracias por tu cercanía. Con un abrazo.
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Hermoso 🙂
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Te agradezco la consideración con que valoras el poema, Mamen. Muchas gracias.
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