En la sima

En la sima

Desde la sima en que la mala suerte
quiso poner a Sancho en duro aprieto
se oye con sus lamentos el discreto
silencio de su burro ante la muerte.

¿Y qué esperar después de conocerte,
guardarme la amistad con tu respeto,
si el trance de esta noche y su secreto
traerán  la desdicha de perderte?

Pasan las horas lentas en el sucio
triste y frío  lugar de la vileza
con lágrimas, lamentos y querellas.

Y en silencio profundo sigue el rucio
filosofando mudo y con tristeza
los mensajes del viento y las estrellas.

González Alonso

*Sancho y su rucio caen por la noche en una profunda sima. El burro, silencioso y patas arriba, miraba la noche estrellada por el agujero del precipicio mientras Sancho gritaba y  se lamentaba convencido de que allí, amo y pollino, acabarían su paso por la vida. (El Quijote.- II, 55)

28 comentarios en “En la sima

  1. No recordaba esa escena. Magnífico el soneto, filósofo y platónico el rucio. Acabo de repasar el capítulo y Sancho le prometió al animalico, de salir de aquella desgracia, una corona de laurel en la cabeza, como la que se le ponen a los poetas. Qué interesante, ahora mismo me doy cuenta que Platero y platónico se asemejan ;)))

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  2. Excelentes lecciones para escribir un buen soneto. Los tuyos me gustan muchísimo, Julio, con licencias o sin ellas. Pero aparte de la métrica y el estilo, he visto en este poema, como tal, la semblanza que entraña con la «dichosa» pandemia. Más sutil y directo no puede ser tu poema, de protesta satírica hacia autoridades de turno. nos muestras el descontento de todos, perfilándose la muerte segura, a pesar de los mensajes y promesas… » y aquí quedamos los fantoches apagados…mirando el vals de los astros» .
    Disculpa si no es así… Un abrazo grande.

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    • Es así, Cecilia, es así. Estamos en una profunda sima y resultan estériles nuestros gritos. Los burros son más sabios que nosotros e interpretan mejor las señales de las estrellas en la noche. Muchas gracias por tu interesantísimo comentario. Y mi abrazo.
      Salud.

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  3. Vaya por delante que admiro a todo aquél que hace buena poesía y por tanto, amigo Julio, te admiro a ti. He tenido un buen maestro que intentó enseñarme los secretos de la métrica, conseguí hacer con relativo éxito todo menos… un soneto. Dejar paso al sentimiento y transmitirlo, no sólo contando sílabas sino tener en cuenta todos los requisitos que se escapan a la vista me resultó casi como resolver un complejo jeroglífico. Admiro a quienes los hacéis con elegancia, soltura y belleza. Por tanto, te admiro Julio y te doy mi enhorabuena. Y las gracias, como no, por este placer inmenso que es la lectura de tu poesía.
    Un abrazo amigo.

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    • Agradezco, como no puede ser de otro modo, tu apoyo y las palabras que les dedicas a mis cosas, amiga y poeta Isabel. Comprendo la dificultad del soneto, pero estoy seguro de que habrás conseguido más de uno digno de ser leído. Ahora bien, lograr uno perfecto… es harina de otro costal. No voy a descubrir lo que no me gusta de éste que comentamos; simplemente digamos que no es perfecto. Pero seguiré intentando otros.
      Un abrazo grande y que la poesía nos acompañe con generosidad.
      Salud.

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  4. Buenos días, Julio:
    Cuando estaba leyendo tu soneto pensé en Violante. ¿ Te imaginas lo celosa que se pondría al ver que el que le dedicó don Félix a ella se queda en la ley del mínimo esfuerzo comparado con el tuyo?
    «En la sima» te eleva aún más a la cima.
    Abraciños palmeiráns.

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    • ¡Ay, el amigo Lope! Eso sí que es hacer sonetos… en la penumbra de una taberna, aceptando un desafío e improvisando, o eso se dice. A mí me cuesta bastante más tiempo y esfuerzo. Pero Lope de Vega fue lo que fue, un genio que escribía algo de nada, y todo bueno.
      Gracias, Magda. Violante y el propio Lope se enojarían, a lo más, por tratar un tema de Miguel de Cervantes y, además, del Quijote que el Ave Fénix desdeñó cuando dijo que no había ningún escritor «tan malo como Cervantes, ni tan necio que alabe a don Quijote«. Así se las gastaban.
      Muchas gracias por tu cariñoso comentario. Mi abrazo hasta Palmeira.
      Salud.

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    • Siempre gracias, Azurea. No son fáciles los sonetos; empero, como todo, es cuestión de práctica, de escribir muchos, romper muchos y quedarte con los que puedan leerse con cierta dignidad, sin tropiezos, sin rimas fáciles, con la acentuación correcta y sin palabras forzadas para buscar las rimas, amén de sostener la presentación en el primer cuarteto, hacer un desarrollo coherente en el segundo y en el primer terceto para concluir -si los hados te son propicios- con un buen terceto de cierre. No, no son fáciles los sonetos. Pero son aconsejables. Es una manera de «hacer músculo» poético; algo así como el pintor abstracto que trabaja el naturalismo, el hiperrealismo u otras corrientes expresionistas, impresionistas, surrealistas… Lo mismo que no hay pintor que sea bueno de un solo estilo, repitiendo incansablemente y aburridamente el mismo cuadro, pienso que no puede haber poeta bueno de un solo poema o estilo de poema repetido hasta la saciedad. Pero estas son mis opiniones, Azurea, que no compartirá -imagino- una mayoría de poetas o que creen serlo (yo no me tengo por poeta, que quede claro, sino mero aficionado a la escritura).
      Pues nada, una felicidad poder leer tu comentario en este homenaje a los personajes cervantinos (el burro incluido). Mi abrazo.
      Salud.

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      • Estaba a punto de intervenir, cuando he leido el de Azurea. Yo suelo intentarlo a modo de ejercicio pero me ocurre que «fuerzo las palabras» y pierdo el sentido, y lo tiro y vuelvo a intentarlo y me doy con la cabeza en la pantalla y leo más porque todo me parece poco para un ejercicio tan tremendamente exigente. Siempre he admirado a los bertsolaris… por la capacidad de improvisación. Y a nuestros poetas del Siglo de Oro, aunque éstos tenían de ventaja la facilidad para la expresión poética y la rima, porque era la forma del lenguaje en su tiempo. Ahora tiene mucho más mérito hacerlo que entonces… (Creo). Admiro tu trabajo Julio. Un fuerte abrazo.

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      • Amiga M. Jesús, te sobran cualidades para enfrentar el trabajo de la métrica del soneto. Es verdad que esta estrofa renacentista se adaptaba muy bien al modo de expresión de los siglos XIII, XIV y siguientes. Los sonetos amorosos de Dante a su amada Beatriz son espléndidos; muy importante fue el trabajo del Marqués de Santillana adaptándolos a la lengua española, y qué decir del gigante del soneto, el maestro Góngora. Todos ellos supieron calzarlos y vestirlos con primor. Y aunque todo soneto tienda a sonar al barroco o al renacimiento, hay autores actuales que les dan la fluidez y expresión de nuestro tiempo con hermosura. Alberti, Lorca, Gerardo Diego o Jorge Guillén son buena muestra de ello. Y conozco algunos sonetistas, como Mario Martínez, para quien escribí el prólogo a su libro «Nido de soneto», que se manejan con total naturalidad con este poema estrófico. A mí me salen «de aquella manera», con demasiadas resonancias barrocas y más de una imperfección que prefiero llamar «licencias». Pero siempre, al conseguir terminar uno, me siento reconfortado. Lo miras como el pintor contempla su cuadro recién terminado sin querer fijarse en los detalles para no volver con el pincel sobre el lienzo. Y lo dejas estar. A veces, pasado el tiempo, vuelves sobre él y reajustas algún verso. O no.

        Te animo a seguir intentando la aventura. Mi abrazo.
        Salud.

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