Maestrísimo
Grupo teatral Yllana
Teatro Barakaldo, 8 de enero de 2021
Si acudes al espectáculo “Maestrísimo” con la pretensión de ver teatro, te encontrarás con la música; si tu pretensión es disfrutar de la música, te encontrarás con el teatro. ¿Cómo es eso? No se trata, como alguien pudiera imaginar, de una ópera, ese género que es teatro cantado. Se trata de un cuarteto de cuerda metido en los trajes y los pelucones del siglo XVIII interpretando música. ¿Qué música? La música, toda la música. Porque en las partituras del barroco se encuentra el rock and roll, y en el rock encontramos el barroco y el neoclasicismo, el romanticismo y todas las músicas que suenan a flamenco, jotas, pasodobles, canciones populares o bandas musicales de cine en una fusión mágica y magistral que encuentra uno de los momentos más geniales en ese Bachsterday, alumbramiento de las notas de Juan S. Bach y de los Beatles con el tema Yesterday, de Paul Mc McCartney. ¿Cómo lo consiguen? Pues no sin una gran dosis de ingenio, una gran dosis de virtuosismo y una gran dosis de amor y conocimiento profundo de la música.
En “Maestrísimo” la música se desencorseta, se sale de los esquemas y clasificaciones ortodoxas para fluir libremente en torrentes de emociones. El desenfado, la ironía y la interpretación sin complejos consiguen la transmisión de lo esencial, que son las vibrantes emociones en cada posibilidad de las cuerdas de los instrumentos, también liberadas de su exclusiva función predeterminada, para convertirse en herramienta de expresión libre y solamente fieles al compromiso de la creación musical.
Pero este cuarteto musical, lo es también teatral. Estamos en una auténtica obra de teatro. ¿Qué teatro? El que significa lo primordial, como es la representación de una historia que se nos cuenta y nos emociona; el teatro amasado de lo gestual, comunicativo, reflexivo, comprometido con lo humano y que nos hace mejores como personas.
Estamos, sí, ante una actuación básicamente musical con una puesta en escena totalmente teatral. La palabra es la música, el gesto, la expresión corporal, el guiño al espectador que se involucra en la representación desde el proscenio y el patio de butacas con su participación musical percutiendo campanillas o llevando el ritmo con las palmas. El resultado de esta idea original es el prodigio del deleite en la diversión y el goce estético. Haber tomado la música barroca, neoclásica o romántica de Bach, Vivaldi, Brahms, Beethoven, Strauss, Albéniz o Paganini y meterla en la coctelera con el rock, el jazz, el flamenco, la música popular, con Police, Metallica o los Beatles, entre otros, ha sido un acierto.
Un acierto es, también, contar de esta manera la historia de un grupo de músicos que compiten entre sí interpretando y componiendo, uno de los cuales aspira a conseguir ante el rey el título de Maestrísimo y, tras un primer fracaso, lo logrará en el segundo intento utilizando la composición de otro de los músicos del grupo al que roba la partitura. Pero, finalmente y a su pesar, reconocerá el mérito del verdadero autor al que cederá el ansiado título.
Todo lo visto y oído no deja de evocar el desenfado y virtuosismo del iconoclasta violinista Ara Malikian con el que –creo entender- tuvo sus relaciones y colaboración en algún trabajo el grupo teatral Yllana.
Pero este milagro músico-teatral tiene unos responsables y un trabajo riguroso. A partir de la idea, de la creación y la dirección de Yllana, destaquemos la coreografía de Carlos Chamorro, la dirección artística de Juan Ramón y David Offone, y la magnífica labor de caracterización e iluminación. Imprescindible, se entiende, reconocer la entrega y nivel alcanzado por los intérpretes y músicos Eduardo Ortega, Jorge Fournadjiev, Isaac M. Pulet y Jorge Guillén “Strad”.
Son tiempos, estos que corren, de serios problemas. A los males crónicos de nuestra sociedad ha venido a sumarse el de la pandemia del coronavirus. Y las cosas andan mal en muchos ámbitos. El del teatro no escapa a la situación. Es por todo ello que valoramos más la necesidad de la cultura y agradecemos mucho más el empeño de los artistas para enfrentar los malos vientos de esta travesía con su dedicación abnegada. A los bien merecidos y ganados aplausos por su arte, sumemos los debidos a su coraje.
González Alonso
Magnífica tu cumplida reseña. Este tipo de teatro que “nos hace mejores como personas” al tiempo que nos “divierte y deleita” es lo que necesitamos en los duros momentos que estamos atravesando, sobre todo en Madrid.
Para colmo, esta tarde el acostumbrado paseo dominical con mi hija más ha resultado un alto en el camino, contemplando con tristeza la tala de los frondosos árboles que embellecían el entorno, oxigenaban el ambiente, daban cobijo a los pájaros y otros muchos beneficios. Parece que la copiosa nevada ha sido el golpe da gracia.
Salud y bellos sueños.
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Se acostumbra a decir que «año de nieves, año de bienes«. Y lo será, pero algunas consecuencias no deseadas también llegan, como la que mencionas. Seguro que los pájaros encontrarán otras ramas en las que hacer nuevos nido. Pero, con el frío, también mueren. He podido ver hasta tres mirlos acabados por el intenso frío de las últimas semanas. Mientras tanto y mientras podamos, aprovechamos las ocasiones de disfrutar espectáculos como el que ocupa esta reseña. Un abrazo, Carmen.
Salud.
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Un placer figurar en tu bitácora «Elvira Paez -Por amor al arte». Salud.
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