4 comentarios en “Si es hora de volver, sea a tus cielos… y a tus besos de escarcha

    • Amiga Sara, para fotos las que tú nos dejas en tu cuaderno Momentos decisivos. Pero éstas sí que son buenas; se deben al buen ojo y acierto de Alfredo García (Aljores), cuya galería en la página Comarca de Gordón es excepcional y con el que cuento para usarlas en Lucernarios, siempre que no estén en algún concurso. Del poema ya puedo hacerme responsable yo; pero si se tienen en cuenta los atractivos paisajísticos del concejo gordonés y contar con la ventaja de haberse criado en ese entorno, entonces la cosa no tiene mucho mérito salvo, eso sí, haberlo escrito con mucho cariño y bastante nostalgia.
      Gracias, amiga Sara, por dejar aquí tu huella. Se agradece siempre. Con un abrazo bastante otoñal.
      Salud.

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  1. Hola Julio: Esta poesía me ha recordado mis tiempos de niñez y juventud. Durante más de quince años yo pasé mis veranos y algunos inviernos en un pueblo de León, llamado la Robla, que como sabes está muy cerca de Pola de Gordón. Mi padre era ferroviario y su familia vivía en ese pueblo minero al que yo le tengo tanto cariño. Veranos calurosos, gentes ennengrecidas, noches frías, amigos ocasionales, lecturas desbordantes, ilusiones compartidas,…
    La precisión de tus palabras y el color de las mismas han despertado en mí algunos sentimientos que tu has descrito tan bien.
    Te atreves con una poesía de las grandes, el soneto, y veo que lo haces muy bien.
    Un abrazo Julio y muchas gracias por estas poesías espaciadas en el tiempo
    Santiago Fernández

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    • ¡Qué casualidad, Santiago! En los años 60 acudían al Colegio de La Pola a estudiar bachiller muchos chicos y chicas de La Robla. Conservo cierta relación de amistad con uno de ellos que vive en Getxo, de la familia de los Ordóñez de Celis, que regentaban un restaurante y hostal en el centro del pueblo. De mi memoria infantil de La Robla son, además, la estación de vía estrecha para ir hasta Matallana, donde vivía mi abuela materna, el olor a carbonilla y el color del carbón compactado en bolas para alimentar el fuego de las locomotoras de vapor. ¡Qué tiempos! Y podría continuar… Ha sido un placer evocar esos momentos.
      Siempre gracias por tu atenta lectura y comentarios amables. Con un abrazo.
      Salud

      Julio

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