La puerta de al lado
Fabrice Roger Lacan
Teatro Barakaldo
15 de julio de 2017
Dirección y adaptación.- Sergio Peris Mencheta
Intérpretes.- Silvia Marsó, Pablo Chiapella y Tofol Martínez (músico y narrador)
“La puerta de al lado” es una comedia escrita por F.Roger Lacan, nieto del psicoanalista francés Jackes Lacan, adaptada y dirigida por Sergio Peris Mencheta e interpretada por Silvia Marsó, Pablo Chiapella y Tofol Martínez como músico y narrador. La producción es de Barco Pirata Producciones.
La definición de “comedia” nos remite a una clase de obra dramática, opuesta a la tragedia, que muestra lo ridículo con elementos que divierten y hacen reír, y con final feliz.
Desde Aristófanes al teatro español del XVII y la actualidad, los elementos que definen la comedia permanecen inmutables en la búsqueda de entretenimiento, la exageración de los defectos o los vicios de los personajes que responden a estereotipos de los que se amplifican y caricaturizan sus conductas, y que pueden tener un tono moralizante o de denuncia social.
¿Qué diferencia, entonces, a una buena comedida griega de una española del Siglo de Oro o de otra actual? Pues, básicamente, el modo de vida de las personas representadas, la complejidad del desarrollo tecnológico de la sociedad y el modo de vida. Lo demás, incluidos los problemas existenciales, vitales y de intereses de las sociedades, son –básicamente- los mismos.
Así, tenemos a un F. Roger Lacan escribiendo una comedia y encontramos a unos intérpretes representándola por última vez, última ilusión, últimos aplausos, en el Teatro Barakaldo. Decimos que es una comedia porque entretiene, hace reír de manera saludable y nos ofrece la representación de dos personajes que obedecen a las características mencionadas exigidas para una comedia.
De la profesionalidad de los intérpretes, dos actores y una actriz, no cabe ningún género de duda; es más, es de justicia alabar, además de la precitada profesionalidad, el arte y el dominio de la interpretación para aprovechar sin estridencias, ni caer en lo grotesco, las situaciones cómicas y su capacidad para mantener sin descanso el alto nivel de exigencia del guion y su ritmo.
He dicho que “La puerta de al lado” es una comedia, y no de las malas. Pero debo explicar que si a los finales de las comedias se les exige que sean felices, en este caso no es así, no hay final feliz. Porque no hay solución al conflicto; a lo más, se puede atisbar una triste aceptación de lo inevitable.
Por partes. Esta comedia se diferencia de otras en su puesta en escena y el estilo narrativo introducido a base de dos elementos: un narrador y la música que ese narrador interpreta y que sirve de hilo conductor amplificando o subrayando las emociones o las situaciones cómicas y paradójicas muy al estilo televisivo. Esta comedia es una historia de amor y se diferencia de las demás en que la búsqueda del amor no se centra en la acostumbrada oposición de sexos, infidelidades matrimoniales, equívocas orientaciones sexuales y situaciones similares. En este caso, y usando un humor sin el recurso a demasiados tópicos y lugares comunes, nos encontramos ubicados en el espacio de la pareja en sus intentos fallidos de aproximación vistos desde la psicología y como una especie de terapia y búsqueda personal, influencia evidente del psicoanálisis y el psicoanalista Jackes Lacan que, en cierto momento de la representación, es citado en la obra, además de las abundantes e inevitables referencias a Sigmund Freud.
Estamos, pues, ante una obra psicológica escrita desde la Psicología. El personaje femenino, terapeuta de profesión, es una persona dominada por la racionalidad, viendo y enjuiciando el mundo y a las personas a través de un agotador y permanente análisis de las motivaciones de las acciones, las propias y las de los demás, que no deja de ser –finalmente- nada más que una coraza para defender sus puntos débiles y que la inhabilita para abrirse, celebrar y vivir el vértigo de entregarse al otro y el huracán del amor. Miedo e inseguridad.
El personaje masculino, hedonista, superficial, directo, seductor más enamorado de sí mismo que capaz de enamorarse de su pareja, que no quiere conocer lo más humano de su objeto amoroso y que ni siquiera se conoce a sí mismo, se encuentra igualmente impedido para acceder al amor.
El prototipo femenino expuesto en la comedia me ha recordado mucho a las actitudes personales de los años sesenta y setenta ante la dictadura en España, cuando todo se veía a través de la ideología, de izquierdas, marxista o anarquista, en los círculos progresistas del país. Todo era analizado desde los textos de los teóricos de la revolución, pretendiendo hacer la revolución social y la personal a un tiempo, pero sin detenerse a encontrarse a uno mismo, hablar de uno mismo, expresar los sentimientos de uno mismo. Todo era externo, lo que debía ser. Un dogmatismo que imposibilitó la verdadera expresión de la manera de ser y sentir y la posibilidad de cualquier logro que no fuera lo que fue, un fracaso generalizado en lo personal. En lo político se hizo la transición democrática.
Pero volviendo a nuestros personajes y la comedia, ¿qué encontramos? La respuesta es esa interminable historia de la soledad en que se convierten sus respectivas vidas. Teniéndose al lado, sintiendo la pulsión sexual que los atrae, son incapaces –en cambio- de acercarse el uno al otro y buscarán –inútilmente también- a la persona ideal a través de la ilusión del mundo virtual de internet. Un fracaso amargo.
Y porque, aunque finalmente se abracen y se entreguen sexualmente, seguirán estando solos y reprochándose un rosario de faltas que ven el uno en el otro, pero no en sí mismos; lo que viene a decir, en fin, el conocido refrán de “ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el suyo”.
¿Había dicho que “La puerta de al lado” era una comedia? Corrijo y concluyo: no hay comedia, sino una divertida e inteligente ventana abierta a la tragedia. Eso sí, que cada cual saque las conclusiones o moraleja que le convengan. Aplausos sinceros por este trabajo teatral excelente para una tarde amena y veraniega del mes de julio.
González Alonso
Hola, Julio.Has hecho un excelente análisis de esta obra y nos has mostrado todos los puntos de vista que debe de tener en cuenta el espectador que vaya a verla.Hay veces en que dentro de lo aparentemente cómico subyace la más nefasta de las tragedias.Conseguir enseñar las dos caras en una misma obra nos habla de un autor de excepción sin menospreciar para nada la labor de los actores que ante una trama tan complicada deberán sacar de dentro lo mejor de ellos mismos.
Un abrazo
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Un abrazo, Joaquín. Me alegra no solamente el que hayas tenido la amabilidad de leer y dejar un comentario sobre el artículo y la obra en cuestión, sino que también participes de la devoción y el respeto por el teatro que comparto totalmente. Un placer.
Salud.
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