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No te entretengas en entender las palabras;
los hombres
cuando hablan,
callan.
Escucha – no obstante – los gestos de sus ojos
y el aire murmurar alrededor de sus labios;
el silencio por entre sus sonrisas
y la paz de las manos.
No les des palabras. No les des la soledad
de los discursos que apuntan a la nada.
Y dales tu sonrisa,
la paz de tus manos
extendidas,
la palabra rendida de discursos;
el aire de tu aliento,
el aliento de la sangre en corazón de hombre,
de tus ojos la luz
en tu mirada.
Julio G. Alonso
Poema publicado en la antología colectiva Universos Diversos, Poesía del Siglo XXI (Editorial Alaire, 2009)
Creo recordar que hay un versículo en la Biblia que dice algo como :» Aunque yo hable con lenguas de hombres o de ángeles, si no tengo amor seré como un tambor que resuena…»
Creo que es más importante lo que se dice que cómo se dice, pero también es importante cómo se escucha o no se escucha.
Me ha gustado mucho. El poema mueve a la reflexión, además de regalar imágenes de gran belleza. Un acierto. Un abrazo.
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Desconocía el versículo de la Biblia que citas, pero me parece en todo acertado y hermoso. Por lo demás, sólo agradecer tu generosidad al pasar por este cuaderno y regalarme palabras tan bellas que infunden mucho ánimo. Muchas gracias y un abrazo.
Salud
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«los hombres
cuando hablan,
callan«.
… sabias palabras las contenidas en este hermoso poema, Julio, sabias; ellas, unidas a tu/tus diversas formas de rimar, tan buen conocedor tú de tales posibilidades y aportando santo y seña prácticos de cómo lograr elaborar tan significados contrastes literarios, amigo; se te agradece y reconoce, cómo no; aquí te dejo mi saludo y felicitaciones; Orión.
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Amigo Antonio, mis palabras vuelan lejos del contenido, profundidad y riqueza de las tuyas en cada poema que abordas. Te agradezco la lectura y el reconocimiento, como no puede ser menos; máxime, viniendo de persona amiga y enamorada de las letras que con tanto mimo cultiva. Con un abrazo.
Salud.
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Palabras, las tuyas, clarificadoras de silencios . Silencios repletos de mensajes pero sólo accesibles para quien escucha más allá del griterío.
El mismo dia que publicaste el poema leí una frase que también nos da pistas sobre el valor del silencio:
“… soy esclavo de lo que digo y dueño de lo que callo …”
No es éste un silencio vacío, sino que muy por el contrario se llena de esa “luz en la mirada” que nos propones como verdad dando vida.
¡Cuántos malos ratos evitaríamos y nos evitaríamos si lo tuviésemos presente!
Me atrae ese protagonismo que cobran la mirada, el aliento, las manos, los labios … Todos ellos, como buenos conocedores de su oficio de mensajeros, no nos defraudan.
Sin embargo, hoy, me quedo con tus palabras, que lejos de llevarnos a la “nada “ nos obligan a a vivirlo “todo”.
Un beso.
Agurtzane
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Pues tengo que reconocer que el comentario que me dejas me gusta y me descubre nuevos perfiles en este tema tratado en el poema. Creo que, a veces, estos pensamientos surgen del hastío de oir hablar tanto para no decir nada, mentir descaradamente o escucharse a uno mismo y colmar la cuota de narcisismo correspondiente. Las palabras, entonces, no valen nada. Pero cuando la palabra cumple la función principal de construir un lenguaje comunicativo, se arropa de gestos y otras circunstancias que enriquecen, complementan y dan sentido al mensaje. Por eso es fácil enfadarse leyendo un texto de alguien que contenga alguna crítica o alguna idea con la que no comulgamos; si esa persona estuviera delante de nosotros, probablemente aceptaríamos mejor su mensaje, desposeído de la agresividad que la lectura nos haría sentir al incorporar a dicho mensaje sus expresiones, sus silencios, sus gestos. ¡Qué lástima no intentar inventar una poesía también gestual y no sólo escrita! A los políticos y otras especies, como iluminados de cualquier religión o ideología, les recomendaría que se callaran o que, cuando hablen, se miren al espejo. Se les caería la cara de vergüenza. O a lo mejor, no. Pero es de vergüenza.
Y nada, Agurtzane, con otro beso.
Salud.
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Joer, Julio
Después de un desencanto casi otro.
¿Qué sería del mundo si no hubiera quien escuchara?
Ya sé que es un recurso literario. Preciso y precioso, pero me quedo con la promesa que va desde tu «sonrisa» a tu «mirada«
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Paco, la cosa no pinta de desencanto, sino de una realidad que nos sume en la incomunicación como es el usar el lenguaje -oral o escrito- para ocultar lo que realmente se piensa o para mentir descaradamente. Quería referirme, sobre todo, a las personas que nos rodean y hablan y hablan sin decir nada, diciendo lo que quieres oir o diciendo lo contrario de lo que sienten o piensan. Escuchar, en esos casos, es perder el tiempo. Pero hay otro modo de comunicación no verbal, el gestual o corporal, que expresa mucho más fielmente lo que el interlocutor guarda en su interior. A esa escucha me refiero. También a renunciar escribir poemas como discursos o poemas como elaborada orfebrería, hueros aunque bellos o sorprendentes por el uso de recursos. Creo abogar por la verdadera comunicación entre las personas, la que honestamente va de corazón a corazón, que es la que acompaña y te enriquece y hace crecer y te posibilita regalar a los demás espacios de felicidad. Estoy seguro de que entiendes a qué situaciones, diversas, me refiero, en las que se producen estos hechos. Yendo un poco más allá, recuerda el trabajo que sobre el lenguaje y su utilidad o inutilidad para la comunicación, su función primordial, se hizo desde el teatro del absurdo (Samuel Beckett, Ionesco,Antonin Artaud, Jean Genet o Harold Pinter o Miguel Mihura en España y entre otros) tocando, además, temas sociales de gran calado.
Digo, en fin, que me ha encantado tu comentario, el cual -como ves- me ha dado pie para reflexionar un poco más sobre el tema y traer al recuerdo temas que siempre me resultaron gratos. Con un abrazo.
Salud.
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Precioso, Julio. Mensaje sencillo y directo que llega a las fibras más sensibles. Para leer en la calma de la mañana, me ha encantado. Un abrazo fuerte.
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Un abrazo, compañero. Aunque nos frecuentamos y leemos en las estupendas Noches Poéticas bilbainas que lideras y de las que formo parte encantado, no deja de sorprenderme y halagarme tu presencia en estos rincones más íntimos y personales del cuaderno de bitácora. Sé que estimas el lenguaje pulcro, sencillo, desprovisto de ornato, bello y sugerente, del que haces gala en tus poemas. En este caso, me alegra que consideres estos versos merecedores de ser leídos. Otro abrazo.
Salud.
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