Carta de noviembre

luz titilante en el pabilo de la vela

Carta de noviembre

Eres cera para la luz
en la llama titilante del pabilo,
penumbra descorrida de la noche
que empuja el alba.

Hoy preguntas revoloteando sus secretos
fósiles y el silencio
arrullado por la brisa; en la llama que arde
te sabes materia del tiempo y de los sueños
en busca de los rincones de los bosques
de otoño. Y así los días
y así las olas lamiendo las orillas
arenosas y un horizonte siempre
lejano
a donde la vista alcanza.

Quizás noviembre sólo sea pálpito
de frutas maduradas, quizás eco
de palabras o nostalgia sólo
de esta carta.

González Alonso

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16 comentarios en “Carta de noviembre

  1. Querido Julio:
    Vengo a retractarme… ¡Menudo lapsus! Confundir Difuntos con Miércoles de Ceniza y quedarte tan pancha, es grave. Está visto que lo mío es escribir a las tantas, cuando lo más que puede ocurrir es robarle horas al sueño. Durante el día ando en otros menesteres y me pasan estas cosas.
    Con esta aclaración me quedo más tranquila.
    Salud

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  2. “Brochazos de emociones o notas musicales que apuntan directamente al sentimiento”. ¡Qué bonito! Todo lo que escribes es poético, además de didáctico.
    Ciertamente tendré que recurrir a Internet para enterarme del significado de dos o tres figuras retóricas que no conozco.
    Deseo firmemente que Magdalena se agregue a la lista de tus seguidores. Prefiero que sea ella la que muy pronto nos dé cuenta de su justificadísima ausencia.
    Dentro de unos minutos me iré a misa de Difuntos, en recuerdo de mi madre: cuando ella ya no podía ir, traía la ceniza en mi frente y se la traspasaba.
    Salud y un abrazo.

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  3. Querido Julio:
    Me encantaría poseer un conocimiento profundo del lenguaje poético y así poder definir tu poesía. Pero sólo puedo expresar que cada verso me interpela, me seduce, se clava en el alma como por arte de encantamiento. Los he leído varias veces, ahondando línea a línea en su contenido.
    Noviembre es un mes que incita a la nostalgia.
    Que nunca se acabe ese caudal poético que, aunque diferente, cala muy hondo.
    Un saludable abrazo.

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    • Amiga Carmen:
      No me parece a mí que sea condición sine qua non el conocimiento profundo -ni superficial- del lenguaje poético para poder hablar de poesía. A este respecto conservo en la memoria un par de anécdotas con Antonio Gamoneda de alguna de sus charlas y de la única conversación personal -larga y relajada- mantenida con el autor leonés. No hacen aquí al caso dichas anécdotas para asegurar que la poesía se explica desde la percepción personal del lector, poesía a veces desnuda de historias, que son brochazos de emociones o notas musicales que apuntan directamente al sentimiento. Por eso, tus observaciones y comentarios tras las diferentes lecturas resultan ser tan válidas como valiosas para mí. Qué importan los distintos recursos estilísticos o figuras retóricas o estrofas empleadas; la mayoría de las veces el poeta las utiliza por intuición y luego los especialistas les ponen nombres. La famosa metáfora, la aliteración, el quiasmo, hipérbaton, anáfora y otros tantos nombres que puedes sacar de cualquier lista de cualquier página de internet, no figuran en el ánimo del poeta al enfrentar un poema para decirse: voy a escribir elipsis o usar la sinestesia en este poema. Porque el hecho creativo nace de la necesidad de expresar algo desde un estado emocional concreto, y ese estado y la fuerza del contenido del tema determinan y guían la escritura. No hay más misterio. Excepto cuando te enfrentas a un poema con un modelo estrófrico concreto (soneto, romance, villanella, pantoum, manriqueñas, ovillejos, et.) que tienes que respetar las condiciones de medida, acentuación y rima. Y creo que no hay más truco.
      Gracias, Carmen, por leer y -en este caso- hacerme saber lo que tu lectura te inspira. Es un placer. Con un abrazo.
      Salud.

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