Hemos oído la tristeza del canto
de las sirenas; vientos inclementes
empujaron tus velas y se alzaron
las olas; se desploma el cielo en agua
sobre el inmenso mar. ¡Qué destino cruel
para las almas; qué sombríos signos
de congoja, desiertos de esperanza
y lágrimas! Los ojos ya no miran,
ya el oído no escucha, no vive el aire
en los pulmones ni en la costa el faro
llora su luz, sermón de aciaga noche
y alejada ilusión de primavera
donde azules, los lirios, nos esperan.
Antes de que nos demos cuenta
el tiempo pasará
y ya no habrá más amor.
González Alonso
Me encantó el final, ¡enhorabuena!
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Gracias, Belén. Un placer encontrarte al lado de este faro de abril.
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Hermoso poema, breve y sencillo. Un gusto recorrer su blog. ¡Saludos!
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Muchas gracias, Franco Puricelli. Visitaré tu cuaderno «Tercer Cajón» con calma y, creo, con placer. Salud.
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Gracias y saludos!
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Gracias, Julio por todo lo que nos regalas. Ciertamente es un faro con un contenido serio, pero seguro que su luz iluminará la esperanza del futuro que nos espera. Seguro.
Saluz y cariñosos saludos palmeiráns.
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Espero, amiga Magdalena, que el faro cumpla su misión y lleguemos a las costas de nuestro destino con paz y cargados de experiencias. Un abrazo grande. Salud.
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Fantástico, Julio.
Gracias por regalarnos tus versos.
Es un auténtico deleite.
Fuerte abrazo.
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Siempre un grato placer encontrar tus comentarios, Pedro. Mil gracias y un abrazo.
Salud.
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Simplemente te diré que, como de costumbre, es una pasada poder leerte. Y un verdadero placer.
A mi me dice mucho este poema de la verdadera naturaleza de la vida y del amor, de su irremediable y lógico fin. Te admiro mucho como Poeta, Julio.
Mi enhorabuena.
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Resulta muy alentador leer tus palabras, Tin. El poema, tal y como lo describes, es una metáfora recreada en el viaje a Ítaca de Ulises, tras la guerra de Troya. El trabajo está hecho a base de encabalgamientos que, aunque es arriesgado, creo que empuja a una lectura más fluida, algo así como el continuo e incesante movimiento de las olas. O esa era la idea.
Mil gracias por todo. Salud.
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Conseguido, poeta. Se lee con una fluidez envidiable. Cada vez escribes mejor, y no lo digo por decir. Es lo que pienso. Un fuerte abrazo.
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Muy generoso y amable, Tin. Un verdadero placer. Mil gracias.
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Querido Julio:
Me entristece que en tu poética expresión de la realidad no se vislumbre el más leve atisbo de un futuro esperanzador, como suele ocurrir en la mayor parte de tus escritos. Lo cierto es que el mañana se presenta poco alentador: esperábamos que la pandemia hiciese aflorar el lado generoso de los que rigen los destinos del mundo y está sucediendo lo contrario. El maldito pecado de soberbia impide que vuelva a nosotros la ilusión.
Antes de cenar estuve siguiendo el vía crucis en la tele. Cada estación era narrada por un niño con una anécdota vivida. Me sentí interpelada. Pero lo que más me conmovió fue el desfile de un pequeño grupo de niños por la inmensa plaza de San Pedro desierta, con una humilde y liviana cruz que se iban pasando de unos a otros. Al final acabaron todos abrazados a las piernas del papa que permaneció completamente solo durante el rezo del vía crucis.
Así de simples deberían ser los actos litúrgicos.
Salud y bellos sueños.
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Amiga Carmen:
El poema, ciertamente pesimista, recrea la vida de Ulises en su viaje de vuelta a Ítaca, sólo que he querido vernos a nosotros mismos en ese viaje que a mí me pareció siempre una pesadilla o un mal sueño, atrapado en el mar y evitando peligros o sufriendo penalidades. Kavafis vio en el viaje la oportunidad de llenar el alma de experiencias y creyó que lo importante era el viaje, no el destino de Ítaca. Yo no lo he sentido así, sino como una lucha estéril contra el destino y la peor ocasión para perder los mejores años al lado de Penélope y los suyos, de ahí los versos finales de cierre.
Un abrazo grande y feliz, semanasantero y de primavera.
Salud.
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👏👏👏
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Se agradecen estos aplausos, Pippo. Salud.
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Los versos finales son la rúbrica excepcional de una buena firma, como lo es tu poema. Tengo una verdadera pasión por los faros, por lo que vieron y cuentan sus ojos.
Gracias, amigo Julio. Buen día y un gran abrazo.
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Qué felicidad encontrarte en esta rúbrica, Isabel. Abrazos, mil gracias y salud.
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